Uno

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8 de octubre de 2011

Hoy mamá empieza a escribir todo aquello que recuerde, voy a tratar de acordarme de cómo pasaste de ser mi nene a ser Luana, mi princesa...

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En julio 2007 nacieron mis mellizos, de 35 semanas de gestación, después de un embarazo complicado, de alto riesgo. Vos naciste primero y a los cinco minutos, tu hermanito; los amé al instante.
Después de nueve días de estar en neo ya estaban en casa, vos demandabas mucha atención; en cambio tu hermanito, nada. Llorabas mucho y dormías muy poco, y eso hacía que tu hermano tampoco durmiera.
Nada te complacía, siempre necesitabas algo que yo no podía descifrar porque ni siquiera hablabas todavía. Eras tan diferente, el día y la noche. A él se lo notaba sereno, tranquilo; en cambio a vos algo no te daba paz, no te dejaba estar en paz.
Se notaba en tu mirada, sorprendían tus ojitos profundamente tristes.
La ilusión con que los esperamos, dos varoned, papá ya tenía planeado el futuro de los dos.

-Uno va a ser electricista como yo -me decía-. El otro, mecánico,y van a trabajar juntos.

Nos pasábamos horas hablando de cuando fueran grandes, eligieran sus novias, fueran juntos a estudiar a una escuela técnica y lo más lindo... eran mellizos, cuánto de iban a divertir.
Entre los dos pintamos su habitación de color celeste, obvio y verde. Fueron creciendo a la par y teniendo cada vez más acentuadas las diferentes personalidades, eran tan distintos...
Todo era por igual; la ropa, los juguetes, las cunas celestes, pero había una diferencia, a tu hermano lo conformaba enseguida y a vos no conseguía calmarte. El primer año pasó volando, y a pesar de ser tan chiquitito demostrabas estar disconforme, no sabía con qué ni me lo pude imaginar si quiera; mis dos hombrecitos, mis nenes, mis dos amores. Noté que eras muy sencible, llorabas por cualquier cosa y tu hermanito no. Papá se enojaba y no quería jugar con vos porque en lugar de reírte te ponías a llorar, no te gustaba jugar a lo bruto.
Tendrías dos años mas o menos y mamá compró unas películas de Disney para que vieras con tu hermano. La que más te gustó fue la Bella y la Bestia y tratabas de cantar y decir los diálogos como te salían. Empezaste a bailar como Bella durante todo el día, te quedabas deslumbrado con esa princesa.
Recuerdo una tarde que les puse música para bailar, yo tenía puesta una pollera y te quedaste mirándome hasta que te fuiste a mi placard y trajiste una pollera mía para ponerte. Te la puse, pensé que era un juego, todos los nenes se disfrazan para jugar, pero vos no, te pusiste la pollera y no te la quisiste sacar nunca más...
Eras tan chiquito, tan hermoso, tan inteligente. Llorabas mucho para que te pusiera las películas de princesas; encima no teníamos cable, en la tele solo les podía poner el DVD. Si veías La Bella y la Bestia, vos eras Bella y tu hermano, la Bestia; si veías La bella durmiente, vos eras Aurora y él, el príncipe Felipe. Lo abrazabas para que bailara con vos.
Te vi arrastrar una silla, llevarla a mi habitación, ponerla delante de mi placard y buscar una remera mía para ponerte. Te quedaba como un vestido, y con eso puesto te ponías a bailar delante del televisor al mismo tiempo que lo hacía la princesa y con los mismos movimientos que ella.
Te pasabas todo el día con una remera mía puesta.
Todo empeoró, ya no era un juego porque ya no nos divertíamos...
Te puse otras películas, pero no llegaban a traer tu atención y no te gustaban tanto.
Pasabas mucho tiempo revolviendo mi placard hasta encontrar una remera que me gustara y me pedías que te la pusiera.
Empezaste a guardarlas debajo de tu almohada, en tus cajones y hasta debajo de tu cama.
Las puse en el estante más alto para que no las agarraras más. Ya eras muy reiterativo. Te ponías muy mal si no las encontrabas y rompías en llanto durante horas.
Lo que siempre noté fue que no era un llanto de capricho, llorabas con un sentimiento profundo, de dolor.
Ya no estabas tranquilo, necesitabas vestirte para jugar, y como yo no te quería poner mi ropa, aprendiste a vestirte solito.
Mientras tu hermanito jugaba con autitos y trenes, vos solo aceptabas un peluche.
No dormías de corrido toda la noche y no te recuperabas durante el día; consulté con el pediatra y me derivó a un Neurólogo infantil.

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Yo nena, Yo princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora