DEJALA SER

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Agosto de 2011

Desde que cumplieron un año, papá les enseñó a lavarse el penecito, mamá los bañaba juntos porque así se me hacía más fácil. Hace tres días me dijiste:

-Federico tiene penecito, mamá, yo no.

-Vos también tenés penecito, mi cielo.

-Yo no tengo penecito, yo soy nena.

Lo único que pensé es que habrías visto a alguna nena en el baño del jardín. Negabas tu cuerpo y eso no tenía que suceder; al contrario, tenías que aceptarlo. A partir de esto pasamos a estar mucho peor, ya habías visto o te habrían contado, no lo sé bien, pero el único tema que acaparaba tu cabecita era el pene y lo negabas todo el tiempo. Comencé a bañarte sola para que no vieras a tu hermanito y te sintieras mal. Cuándo te decía que te lavaras el pene, me repetidas que no lo podías hacer porque no tenías

-Lavate el penecito como te enseñó papá- te decía.

-El penecito no está, se fue.

-¿Cómo que no está? Si yo lo estoy viendo.

-El penecito está en el jardín..

Eso era lo que tanto me preocupaba, supuse que decías eso porque allí era el único lugar donde te trataban como varón todavía.

El tema era que no solo no querías higienizarte, sino que no te tocabas ni querías hacer pis. Te aguantabas y cuando te decía que fueras al baño me decías:

-No puedo hacer pis, no tengo pene.

Esa negación te llevo a que empezaras a hacerte pis encima; no a la noche, durante el día. Y después se te sumó que te hacías caca por no ir al baño y verte. La situación se iba complicando casa ve más; saliendo del jardín me dijiste:

-Yo no tengo penecito.

-Sí tenés.

-No, no tengo, yo soy nena

-Pero hay nenas con penecito y hay nenas diferentes; aparte, el pene te sirve para hacer pis.

-Vos tenés penecito, mami?

-No...

-Y qué tenés?

-Vagina.

-Entonces, si no tenés penecito, no podés hacer pis.

-Sí que hago, por la vagina, vos hacés por el penecito.

-Valentina tiene penecito?

-Tu prima Valentina no tiene penecito.

-Entonces no es una nena diferente.

-No, vos sos una nena diferente y está bien. ¿Sabes que más? A mí me encantaría ser como vos, una nena diferente.

-Pero yo no quiero ser diferente, quiero ser común, mamá.

No pude contestarte, me quedé sin palabras y vi tu carita de desilusión; estabas muy triste por esto y por eso no hablabas de otra cosa. Hasta llegaste a preguntarles a las otras nenas de jardín que tenían ¡Qué triste saliste esa tarde!

-Mamá, todas las nenas del jardín tienen anginas.

-Cómo?, ¿Quién te dijo que tenían anginas?

-Sí, mamá todas tienen anginas y yo sola tengo penecito.

Ahí comprendí, querías decir vagina, que todas las nenas tenían. Les habías preguntado una por una. Pensé que eso iba a traernos problemas, pero no, solo quedó entre las niñas. Como todo lo que te dolía mucho llegabas a transformarlo o a acomodarlo a tu mundo, también lo hiciste con tu pene; supervivencia, diría yo.

Te estaba bañando para ir al jardín y no te noté mal. A propósito, te pedí que te lavaras y lo hiciste. Me sorprendió, me miraste diciéndome:

-Mi penecito es nena, mami.

-¿Tu pene es nena?

-Sí, es nena y está muy contenta.

Lo dejé pasar; si eso te hacía sentir mejor, yo no tenía una mejor respuesta.

Le comenté esto a Valeria y tratamos que de a poco empezaras a quererte, a aceptarte tal cual sos, no iba a ser fácil, para nada fácil, pero tenía que repetirte a diario que el pene estaba y te servía para hacer pis; además, tenías que cuidarlo. Mi miedo más grande era que llegaras a ese punto donde podrías lastimarte, que no quisieras aceptarte y llegaras a cortarte el penecito o algo así. Guardé todas las tijeras, alicates, a tu alcance no había nada con lo que te pudieras hacer daño.

-No puedo hacer pis, mamá, no puedo, no tengo penecito- decías llorando.

-Dale hermosa, sí que podés.

-No, mami, no puedo, yo tengo vagina, no penecito.

Creí que íbamos a enloquecer, era desesperante, ¿Qué podía hacer? No podía soportar como te veía sufrir por esto. Tenía bronca, ¿Por qué habías nacido así?, ¿Por qué no eras una nena comleta en todo caso? Pero eso no fue todo, pasó algo realmente peor, te sacaste la ropa, viniste y te paraste delante de mí, con tus deditos hundiste tu pene hasta hacerlo desaparecer, sólo te quedaban los testículos y me dijiste:

-Así quiero estar y así quiero tener mamá. No quiero penecito.

Te abracé, lloramos las dos y te vestí; no podía con esta situación, siempre surgía algo nuevo; cuando al fín lograba calmarte, hacer disminuir tu angustia, descubrirás algo, otra cosa y sentías demasiado la diferencia. Eras muy inteligente y no te podía confirmar con cualquier cosa, con cualquier respuesta, siempre te dije la verdad, lo poquito que vos podías llegar a entender pero con la verdad. Era una locura, todo el día llorabas, no dormías, te despertabas gritando y muy asustada; no sé con qué soñarías. Una madrugada me despertó el ruido de los cajones de tu cómoda, eran las tres de la mañana y te encontré vistiendote con tu disfraz y poniéndote la peluca. Eso te calmaba y te ibas a dormir. Muchas noches en las cuáles no te escuché, al día siguiente te encontraba dormida en el suelo del baño o de tu habitación sin aquel pijama que una vez te había puesto yo, sino con tu vestido de princesa. Sentí que todo estaba perdido, que nada iba a cambiar o incluso a mejorar. Era en verdad, muy devastador.

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Lo prometido es deuda como bien dicen, acá les traigo los primeros caps que van a dividirse en 1/5 partes seguidas (espero cumplir con el objetivo de llegar hacer una maratón como corresponde y que sea de total agrado para todos ustedes) es bastante larguita porque se lo merecen tras la espera y los hermosos mensajes que me han hecho llegar, espero les guste. Los quiero❤️

Yo nena, Yo princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora