DEJALA SER

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Carolina lo aceptó enseguida, es más, me dió un fuerte abrazo y me dijo que contara con ella; la otra mamá se mostró distante. Yo nunca buscaba aprobación, sólo quería avisarles que sí llegaban de visita, sin avisar, lo más probable es que vos estuvieras vestida como nena.
La otra mamá, de quien no quiero siquiera recordar el nombre, nos hirió mucho, llegó a decirme que lo tuyo podía ser contagioso para otros nenes del jardín, que había hablado del tema con su marido y que me aconsejaban vender la casa y la camioneta de papá, que nos fuéramos a vivir a otra provincia, lejos de acá, no volver jamás. Que nadie te iba a aceptar y que las otras madres iban a quejarse porque vos les tocabas el pelo a las nenas y me iban a venir a decir que las estabas acosando. Que lo mejor era que te cambiara de jardín. No sé cómo aguanté las ganas de callarle la boca de una cachetada por ser tan hiriente tratándose del supuesto mejor amiguito de su hijo. Me conocía, en verdad me contuve, pero le dije:

-Nos pienso irme a ningún lado porque no es la solución, no voy a vivir huyendo y permitiendo que mi hijo se esconda porque él no es un monstruo, es una persona, como llego a creer que lo sos vos también; al que no le guste que saque a su hijo del jardín, Manuel tiene derecho a una educación y por sobre todo, también a ser felíz, que no nos miren, se terminó y no, no es contagioso, él está formando una identidad, su identidad y sólo a él le concierne. No afecta a nadie más.

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Yo nena, Yo princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora