《5》Lᴏ Hɪᴄᴇ Pᴏʀ Tɪ

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- ¿Enserio, una vespa?- se colocó enfrente de la moto verde y comenzó a examinarla con la mirada.- Eso pasó de moda hace cincuenta años, ¿lo sabías?

- Si, y no es mía. Así que más vale que tengas cuidado al subirte. Me matarían si le pasara algo

- ¿De quién es?

- De una amiga.

- ¿Y has venido con ella...?- Hizo una pausa y soltó una carcajada por la cara de confusión. - A la moto me refiero.

- No, ha venido ella solita- rodé los ojos.

Le quité la patilla, comprobé que los retrovisores estaban bien colocados, me puse el casco,metí la llave y me monté.

- ¿Montas o te piensas quedar ahí parado como un idiota?- le sonreí con aires de superioridad.

- ¡Oye!- fingió hacerse el ofendidos y le pasé un casco.- No me conoces lo suficiente para llamarme eso. A ti no te duele la cabeza.

- Sí tu lo dices...

Con una pequeña ayuda por mi parte, lo ayudé a montar. De nuevo introducí la llave y decidí girarla, pero otra vez volvió a ocurrir lo mismo que esta mañana... yo y mi suerte.

- Vaya, parece que la novata está teniendo problemas- carcajeó a mis espaldas.- Estoy planteándome lo de ir andando.

- Calla, ¿no te dolía tanto la cabeza que no podías ni ponerte en pie? - frustrada volví a girar la llave, la moto seguía sin encenderse.

- Como sigas dándole así de fuerte romperás la llave, y entonces si que pediría un taxi.- se acercó más - Sí ya decía yo que no tenías pinta de conducir una moto...

El sonido del motor le chapó la boca. ¡Por fin la he arrancado!

- Ah sí, ¿qué decías?- me giré a mirarlo.- Ya entiendo por qué los demás no quieren llevarte.

- Solo has tenido suerte.- ignore su último comentario y comencé a andar.

- ¿Seguro que sabes dónde está mi casa?- gritó desde la parte trasera .

- Sí - contesté concentrada en el camino.

Al llegar a un semáforo me paré.

- ¿Cómo vas?- me giré a preguntar- ¿te sigue doliendo mucho? ¿Quieres que vaya más lenta?

- No, sólo estoy un poco aturdido por el golpe.- sonrió, pero inmediatamente miró al vehículo que había parado a nuestro lado. Era un coche negro que desprendía música a todo trapo y humo de tabaco.

En este momento lo único que deseaba era que la tierra me tragara. ¡No puede ser verdad! ¿No hay más coches en todo Madrid?

Traté de enfocarme en el semáforo rezando que se pusiera en verde. Hasta que escuché...

- ¡Hey, princesita!- Saltó un tío del asiento de atrás. - ¿Rescatando a tu príncipe azul?-me mordí la lengua. Noté que Marco se removió en el asiento, pero yo seguía en mi posición.

- Esa tía me suena, ¿no es la que salía contigo, Leo?- mi corazón dió un vuelco.

Por el rabo del ojo ví que alguien se asomaba por la ventanilla aproximándose a mi.

- Espera...¿Esa es la zorra que tenías como novia?- Saltó una voz de una mujer.

- Pues esa está más buena que tú.- dijo el que estaba en la ventanilla.

- ¡Callaros!- dijo al fin Leo.

Entonces sentí que me dieron una cacheado en el culo.

- ¿Qué coño haces?- le dije bajándome de la moto.

- Te a gustado, ¿eh?- me echó todo el humo en la cara y yo con todas mis fuerzas le devolví el golpe en la cara.

- ¡Cómo te atreves puta!- salió del coche y me agarró del brazo. Sentía que me estaba clavando las uñas. Estaba apunto de golpealme con la mano que le quedaba libre, pero Marco llegó y le aventó una patada en el estómago dejando tirado en la carretera.

Miré mi brazo marcado por las uñas del individuo.

- ¡Dale más fuerte!

Los ocupantes del coche salieron y formaron un corro. Pronto llegaron más personas estaban paradas en el semáforo al igual que gente que pasaba por la calle.

Me abrí espacio entre la multitud hasta que en el centro de todo el varullo estaba Marco pegándose con el tío que había intentado agredirme.

- No, no...¡Marco para por favor!- me acerqué a coger a Marco, que estaba encima del chico y lo cogí del brazo. El me empujó y caí al suelo.

- ¿Estás bien?

Miré a Leo que estaba con la mano tendida.

- ¡No!- mis ojos se cristalizaron, me levanté por mi sola negando su ayuda.

Agradecí cuando ví que los habían separado. Me acerqué a Marco, sujeto por dos hombres. Su rostro tenía varios rasguños, pero por lo que podía comprobar el otro había quedado peor.

- Marco, por dios... Dime que estás bien.

- Tranquila, estoy perfectamente. -no apartaba la mirada de odio del otro hombre. Yo le toqué el rostro y descubrí que las heridas eran más profundas de lo que imaginaba.

- Tu cara está totalmente ensangrentada.- los hombres se fueron.

- Da igual.

- ¡Si que importa!- le grité, lo sostuve de su barbilla. - Estás mal... Me has asustado mucho. Sólo dime por qué lo has hecho.

- No soporto ver como tratan así a una mujer.- Posó los ojos en mí. - Lo hice por ti.

Mi corazón se derritió.

∂єℓι¢αтє 《MA》#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora