《21》Mᴀʟʟᴏʀᴄᴀ

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Mallorca

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Mallorca

En los tres días que llevaba con Marco en su ciudad, me había enseñado cada rincón de ella. Estaba como pez en el agua mostrandome las calles por dónde había estado de pequeño, e incluso el estadio donde debutó. Las playas y la su gente eran maravillosas.

Me presento su padre y a su hermano de una manera más formal. Conocí a Ana, la novia de Igor, su hermano. Una chica de lo más simpática y amable conmigo. Con todo el miedo que llegué aquí, les agradezco que me hayan acogido con los brazos abiertos.

- Gracias, Ana.- le agradecí a la chica que acababa de terminar de maquillarme.- Parezco otra. Menos mal que tu sabes pintar, no quiero ni imaginar el estropicio que me hubiera hecho yo.

- Vamos, no es nada.- rió conmigo.

Hoy era la boda del primo Marco. Es boda que Marco había insistido tanto en que lo acompañara, y por eso estoy aquí.

Me puse el vestido que Marco me había comprado para la ocasión. Entre Ana y yo nos ayudamos a peinarnos. Llevábamos el pelo suelto y ondulado.

Gilberto tocó la puerta de la habitación y entró.

- Vaya, señoritas. ¡Qué guapas están!

- Gracias- respondió Ana.- Usted tampoco se queda atrás. Le siento fenomenal el azul.

- No me han dicho nada mejor en todo el día. - reímos los tres.- Sí estáis listas, os pido por favor que salgáis ya. Están insoportables ahí fuera.- dijo esto último en un susurro haciendo una mueca.

- Claro, dígale que vamos ahora. No sean tan impacientes.

Nos dispusimos a recoger y limpiar la habitación. Cinco minutos más tarde, cogí mi bolso, cogí la barra de labios roja y me pinté por última vez. Bajamos y nos encontramos con los chicos. Igor estaba dentro del coche de piloto junto a su padre que iba en los asientos traseros. Marco estaba apoyado en la puerta del copiloto con unas gafas de sol y los pies cruzados, mientras jugaba con las llaves del vehículo.

Igor hizo sonar la bocina.- ¡Por fin! Vamos a ser los últimos en llegar.

- ¿Es que nos van a dar un premio si llegamos antes?- preguntó su novia.- Además, a válido la pena la espera.

- Un premio no, pero una bronca si. Tu no has visto la yaya cabreada. Pero estáis preciosas, un poco más de lo normal.

Tímida me acerqué a Marco y le susurré al oído.

- ¿Vamos todos en el mismo coche?

- Sí, he insistido en llevar el mío, pero es un recinto es muy pequeño y no caben tantos. Te toca ir entre mi padre y Ana. -rió y yo rodé los ojos.

- Bueno, no pasa nada.- me dió un beso en la mejilla y me abrió la puerta para que entrara y me ayudó con el vestido. Me coloqué en medio, teniendo a la izquierda a Gilberto y a la derecha a Ana.

En coche arrancó. Hay que decir que el coche no se parecía en nada al de Marco, si no era mucho más pequeño y estrecho. En asiento del medio era la mitad de estrecho que los otros y tuve que hacer malabares para poder abrocharme el cinturón de seguridad.

- ¿Qué tal Lucía? ¿Se te pasaron las náuseas? Anoche te pusiste malísima.

- Sí, si... estoy mejor.- mentira, esta mañana nada más levantarme volví a vomitar de nuevo.

Llevo dos semanas con mareos y náuseas. El padre de Marco h estado dos veces apunto de llevarme a urgencias.

- Es raro, casi toda la comida te sienta mal. - se unió a la conversación Igor.

- Ya, tiene que ser una intolerancia a alguna sustancia. Cuando vuelva a Madrid se hará algunas pruebas para descartar comidas.- intervino Marco.

- Pero has comido diferentes cosas... es raro.- dijo Gilberto.

- Bueno, puede ser también un virus.- dijo ahora Ana.- Oye, ¿cuantos días más vais a quedaros?

- Depende, un par de días más seguro. - contestó su cuñado.

Siguieron hablando durante el trayecto. Yo me quedé pensativa. Temía volverme a marear o qué las náuseas comenzaran de nuevo. Comenzaba de nuevo con los síntomas.

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- Nos vemos.- Marco me dió un beso en la mejilla para despedirse de mi. Iba a ser uno de los padrinos del novio. - Siéntate al lado de Ana para no estar sola. Mi hermano y mi padre también participarán en la ceremonia.

- Sí, vale...- dí un paso hacia adelante para irme colocando junto a Ana, pero torpemente me tropecé y perdí el equilibrio.

- ¿Qué te pasa?- me sostuvo.- ¿Estás mareada? ¿Te llevo al médico?

- Un poco, pero no preocupes. Tu disfruta de la boda y vete con tu primo. Tiene que estar muy nervioso. Lo mío es lo de siempre, una jaqueca.

- Está bien. Le diré a Ana que no te quite ojo. Lo último que quiero es que te pase algo malo.- me enrolló su brazo con el mío y me nos fuimos hasta donde Ana estaba sentada.

Con pesadez me senté en la esquina del banco junto a ella. Me alegraba no tener a ningún desconocido a mi lado.

- Ana, cuídala, tiene mareos de nuevo. Si surge algún síntoma más me mandas un mensaje o con cualquier seña me basta.- me dió un beso en la frente.- Es tan cabezota que aunque estuviera muriéndose no diría nada.

- Claro, yo la cuido. Está en buenas manos.

Marco se fue mirando y haciendo señas con sus manos de que me está vigilando. Dibujé una sonrisa al verlo tan preocupado por mi estado. Era el mejor chico que había conocido.

- Que monos sois.- murmuró Ana y yo me sonrojé.- Estás pálida.- se sorprendió.

- Ya... Sólo no digas nada. No quiero que Marco se preocupe más por esto. Está tan ilusionado con la boda que no quiero estropearlo. Por favor, no digas nada.

- Vale, pero no prometo nada. Tampoco quiero que te mueras aquí. - dijo de broma y las dos sonreímos.

Fijé mi mirada el que se encontraba reencontrándose a su familia.

∂єℓι¢αтє 《MA》#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora