《27》Bᴜᴇɴᴀs Nᴏᴄʜᴇs

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Sevilla

Sevilla

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Uff... - bufé cansada una vez sentada en la cama de la habitación. Había dejado las maletas tiradas en la puerta de la habitación, sin preocuparme por ellas.- ¿A quiénes le ocurre dejarnos sin ascensor?

Acabábamos de llegar a Sevilla. El ascensor del hotel se había estropeado, y no nos dieron otra solución que subir por las escaleras. Romeo se había ofrecido a subirme las maletas. Se había opuesto en absoluto a que cargara peso.

- De verdad, nena.- se unió a darme la razón Romeo, mi compañero de habitación, mientras ajustaba el termostato. - Creo que he quemado medio kilo subiendo por esas escaleras. ¿Cómo puedes llevar tantas cosas en esa maleta? Sólo vamos a estar dos días como máximo.

- Quién sabe lo que me hará falta. Hay que estar preparada por si acaso.

- A penas llegas a los dos meses de embarazo y ya estás pensando en dar a luz.

- Soy así, no lo puedo evitar.- me quité los tacones que me habían estado haciendo polvo desde que salimos de la capital. Y para rematar las cinco plantas que tuve que subir.

Me di un suave masaje para calmar el dolor.

- Ro, tráeme mi bolso.- le pedí haciendo un puchero. Este no tuvo más remedio que acceder por mis encantos. Cogí el móvil y lo encendí por primera vez en dos días. Tras desbloquearlo comenzaron a llegar cientos de mensajes.

- Nena, te va a explotar el móvil. - se sorprendió el cámara.- Que pesado debe de ser Marco.

- No es Marco...- entré en uno de los mensajes. Provenían de un número privado. En móvil estuvo bloqueado por unos pocos minutos mientras pitaba sin descontrol. Abrí la bandeja de mensajes.- ¡Doce mil trescientos veinte mensajes!

- Dios... creo que deberías de pensar en salirte de grupos. Petan demasiado.

- Pero no son grupos. Ni siquiera son mensajes de WhatsApp.- le mostré la pantalla.- Es un número oculto.- Romeo entró en uno.

- ¿Desde cuándo conoces a algún un ruso?

- ¿Un ruso?- repetí extrañada. Entonces ví la pantalla. Era un mensaje escrito en ruso o en ucraniano... no sé, el caso es que tenía una caligrafía distinta. -¿Esto que es?

- Ese tío debe de tener muchas ganas de hablar contigo.

- Que cosa más rara. ¿En qué página de Internet me habré metido para esto?

- ¿No estarás compinchada con algún mafia rusa?

- ¡Qué tonto eres!- le pegué en el brazo.- Deja de vivir en una película.

- ¡Oye!- se quejó. - Ahora con las hormonas pegas más fuerte.

- Mira, creo que lo mejor que puedo hacer es borrar los mensajes, y dejarme de tonterías. Mañana a primera hora tengo que estar atendiendo a los futbolistas. Hay nueve lesionados del Sevilla, y me han llamado para echar una mano.

∂єℓι¢αтє 《MA》#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora