Ella, una secilla fisioterapeuta con problemas que acaba de finalizar su carrera, termina en prácticas con unos de los mejores equipos del mundo.
Él, unos de los mejores jugadores del mundo comido por la fama, prensa... y un gra GRAN ego.
...Y si c...
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Uff... - bufé cansada una vez sentada en la cama de la habitación. Había dejado las maletas tiradas en la puerta de la habitación, sin preocuparme por ellas.- ¿A quiénes le ocurre dejarnos sin ascensor?
Acabábamos de llegar a Sevilla. El ascensor del hotel se había estropeado, y no nos dieron otra solución que subir por las escaleras. Romeo se había ofrecido a subirme las maletas. Se había opuesto en absoluto a que cargara peso.
- De verdad, nena.- se unió a darme la razón Romeo, mi compañero de habitación, mientras ajustaba el termostato. - Creo que he quemado medio kilo subiendo por esas escaleras. ¿Cómo puedes llevar tantas cosas en esa maleta? Sólo vamos a estar dos días como máximo.
- Quién sabe lo que me hará falta. Hay que estar preparada por si acaso.
- A penas llegas a los dos meses de embarazo y ya estás pensando en dar a luz.
- Soy así, no lo puedo evitar.- me quité los tacones que me habían estado haciendo polvo desde que salimos de la capital. Y para rematar las cinco plantas que tuve que subir.
Me di un suave masaje para calmar el dolor.
- Ro, tráeme mi bolso.- le pedí haciendo un puchero. Este no tuvo más remedio que acceder por mis encantos. Cogí el móvil y lo encendí por primera vez en dos días. Tras desbloquearlo comenzaron a llegar cientos de mensajes.
- Nena, te va a explotar el móvil. - se sorprendió el cámara.- Que pesado debe de ser Marco.
- No es Marco...- entré en uno de los mensajes. Provenían de un número privado. En móvil estuvo bloqueado por unos pocos minutos mientras pitaba sin descontrol. Abrí la bandeja de mensajes.- ¡Doce mil trescientos veinte mensajes!
- Dios... creo que deberías de pensar en salirte de grupos. Petan demasiado.
- Pero no son grupos. Ni siquiera son mensajes de WhatsApp.- le mostré la pantalla.- Es un número oculto.- Romeo entró en uno.
- ¿Desde cuándo conoces a algún un ruso?
- ¿Un ruso?- repetí extrañada. Entonces ví la pantalla. Era un mensaje escrito en ruso o en ucraniano... no sé, el caso es que tenía una caligrafía distinta. -¿Esto que es?
- Ese tío debe de tener muchas ganas de hablar contigo.
- Que cosa más rara. ¿En qué página de Internet me habré metido para esto?
- ¿No estarás compinchada con algún mafia rusa?
- ¡Qué tonto eres!- le pegué en el brazo.- Deja de vivir en una película.
- ¡Oye!- se quejó. - Ahora con las hormonas pegas más fuerte.
- Mira, creo que lo mejor que puedo hacer es borrar los mensajes, y dejarme de tonterías. Mañana a primera hora tengo que estar atendiendo a los futbolistas. Hay nueve lesionados del Sevilla, y me han llamado para echar una mano.