《9》Iᴅɪᴏᴛᴀ

2.2K 88 4
                                    

- Tengo que hablar contigo. - soltó con firmeza acercándose a mi.

Su cabello estaba mojado y lucía bastante aseado, además de que ya no iba con la equipación. Seguramente acababa de salir de la ducha.

- Sí, yo también, pero es que ahora debo irme. Me esperan.- excusé para poder marcharme de aquella incómoda conversación. - Oíga, disculpe. - me dirige a la recepcionista del primer día. - ¿Podría prestarme un teléfono, por favor? Necesito llamar a un taxi. Es una urgencia -añadí dudosa.

- No hace falta que pidas nada.-intervino el moreno. - Yo te llevo.

Me giré de golpe a mirarlo. ¿Después de que me echara casi a patadas de su casa? ¿De todo lo que ocurrió ayer? Ahora mismo podría jurar que mi boca estaba prácticamente al suelo.

- ¿Perdona?- reí. - No pienso ir contigo. Prefiero ir descalza antes de subirme a otro vehículo contigo.

Me volví a hablar con la mujer.

- Bien, ¿podría dármelo?

Ella no dijo nada y cogió el teléfono de su mesa para pasármelo, previamente de haber marcado el número. Pero como no... Marco me tomó del brazo atrayendome así a su pecho.

- Suéltame - ordené.

- He dicho que te llevo yo. Tengo que hablar contigo. Es una urgencia. - repitió la última frase imitando la misma que había dicho a la recepcionista como escusa para irme rápido.

Por un momento se me pasó por la cabeza la idea de ignorarlo, pasar de él y salir corriendo. Sin taxis, ni motos ni nada... pero de mi preciosa boquita salió otra cosa...

- Pues hazlo. - desafié clavando mis ojos en los suyos. El se quedó pasmado mirándome. - ¡Hazlo, aquí! Dí lo que tengas que decir.

- Vamos a un sitio más privado.- tomó mi brazo.

- ¿Privado?- me eché a reír. - Mira chico, lo que me tengas que contar lo dices aquí. No voy a ir a otro lugar para que me cuentes tus penas de futbolista millonario.

- ¿Y si no qué?- su ceja se alzó y se aproximó más a mi. Alcé más mi vista. Era bastante más alto que yo. Me hacía sentir más pequeña, pero no menos indefensa. - No sabía que guardabas una chica mala dentro de ti. Te encaras muy bien.

- No sabes tú bien lo que puedo hacer. No me conoces.

- No me dejas oportunidad.

- A ver tortolitos.- la mujer de la recepción se interpuso en la coversación. Sostenía su cabeza apoyada en su mano y hacía un incómodo sonido moviendo su pie desesperada. - Me parece muy bien que tengáis que discutir vuestros problemas, pero os habéis equivocado de lugar. Esto es la recepción de un club de fútbol, no el plató de sálvame. - hizo una pausa.- Señorita, haga el favor de coger el teléfono. He marcado el número de un taxista.

- Sabe que...- cogió él el aparato.- No va hacer falta.- lo colgó. - Ella ya tiene a un chófer a su disposición.

De un momento a otro, sin que yo pudiera protestar por su acción, Marco me había cogido al modo princesa con sus brazos.

- ¡Suéltame, idiota!- golpeé su pecho.- Eres un completo Imbécil. - el futbolista blanco reía.

- ¡Invitadme a la boda!- Saltó la receccionista cuando cruzamos la puerta.

"Creo que esta mujer tiene un poco de trastorno bipolar". pensé.

- Esto se llama secuestro y ten por seguro que voy a denunciar.-volví a patalear.

- No serás capaz.- dijo sin mirarme.

- Claro que sí.

Ví que me llevaba al parking del club. <Menos mal que no hay nadie>. Abrió la puerta de coche con una mano y metió dentro. Cerró la puerta con rapidez para que no me llegara a escapar y él se sentó en el asiento del conductor.

Me quedé observando la maravilla de coche.

- ¿Qué, te gusta?

- Es una maravilla, yo siempre había soñado en montarme en un Ferrari. - lo miré fascinada.- ¿Cómo es posible que te lo hayas permitido?

- Bueno soy un futbolista millonario, como bien has dicho.

Arrancó el magnífico coche. Por un momento se me había olvidado que no quería estar con él.

- Lucía.- Me llamó. - Te pido perdón por el comportamiento con que te traté ayer. No tuve un buen día y los cables se me cruzaron pagándolo contigo.

Yo me mantuve en silencio con mis brazos curados , mirando el paisaje.

- ¿Me perdonas?

- Sí. - acepté sus disculpas.- Yo en realidad pensaba que estabas enfadado conmigo. Ya sabes, hemos salido en portada en casi todas las portadas de prensa deportiva, y todo por el imbécil de mi no... ex novio. Lo único que desea es arruinarme la vida.

- Espera, ¿él que te tocó el culo era tu novio?

- No, ese es uno de la pandilla de él. Leo, mi ex era el que conducía. No hemos cortado oficialmente, pero por mi ya está muerto.

- Que fuerte... y no hizo nada por pararlo.

- Créeme, peores cosas a permitido hacer. El mismo me daba palizas cuando a él le parecía, sin haber hecho nada. Me trataba como un perro, pero yo no hacía nada para frenarlo. Tenía los ojos cerrados y no quería aceptar la realidad. Él nunca me ha querido.

No me había dado cuenta de que estaba llorando. Marco aparcó el coche y me acercó un pañuelo.

- Toma quítate esas lágrimas.

- Gracias.

- Yo lo siento mucho de verdad.

- No tienes la culpa de nada Marco. - hice una pausa.- Sabes, hoy le he contado toda la historia a Isco y a Lucas. Ellos me han dicho que le denuncie y todo el tema... pero tengo miedo a su reacción. A que acabe haciendo daño a alguien de mi alrededor. Varias veces me ha amenazado con hacer cosas horribles que no quiero mencionar. Y ahora con el accidente de ayer ya te conoce.

- Tranquila, tranquila. - me abrazó.- Nadie te hará nada. Te lo prometo.- acariciaba mi espalda.

- A mi ya me hecho suficiente y no me duele. Lo que temo es que se lo haga a personas de mi familia, amigos... En general todas las personas a las que aprecio.

- No le van hacer nada. No le va a dar tiempo.

Levanté la cabeza y lo miré.

- ¿De qué hablas?

- Digo que no lo conseguirá, porque antes de eso ya le he partido la cara.

- No Marco, no te metas en esto.

No me contestó. Después de estar un rato en la misma posición dijo.

- Se una forma de la que te puedes sentir mejor.

Se separó de mi y salió del coche. Dió una vuelta al coche y abrió mi puerta.

- ¿Sería tan amable de conducir este coche?- se paró un segundo.- Ya sé que ha sonado algo raro.- los dos reímos. - ¿Quieres conducirlo?.

- ¿Lo dices enserio?

- Muy enserio.

De un salto llegué hasta el asiento del conductor. No me podía creer... iba a conducir el coche de mis sueño.

- Estás preparado. - miré a Marco.

- Siempre.

∂єℓι¢αтє 《MA》#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora