Ella, una secilla fisioterapeuta con problemas que acaba de finalizar su carrera, termina en prácticas con unos de los mejores equipos del mundo.
Él, unos de los mejores jugadores del mundo comido por la fama, prensa... y un gra GRAN ego.
...Y si c...
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Todos los presentes se revolucionaron. Cosa que no que era de extrañar, no todos los días te encuentras a una embarazada apunto de de dar a luz. Si hubiera estado en otra circunstancia, seguro que me moriría de vergüenza al ser el centro de atención. No era el caso ya que sentía que me iba a morir de dolor.
-¡Estás de parto!- gritó Marcelo a mi lado.
¿No me digas?
-Si no lo llegas a decir no nos damos cuenta.-vaciló el capitán merengue.
-¡Joder!-me quejé de dolor retorciéndome en mi sitio.
-¡Qué alguien traiga una fregona para limpiar este charco!- pidió Sergio. Su mujer lo fulminó con la mirada.
- ¿Eso es lo mejor que se te ha ocurrido decir? ¡Está de parto!- le pegó Pilar una colleja en el brazo. - Siempre igual, Sergio.
- ¿Y ahora qué he hecho?
-Decir tonterías, ¿te parece poco? Parece mentira que hayas tenido tres hijos y no sepas todavía como funciona todo esto.
-¡Era para que no se resbalara!
-¡Oh Dios mío!-Sara vino a mi lado junto con Maca.- Dejad vuestras peleas de matrimonio, no ayudáis.
El dolor iba subiendo su intensidad cada vez más rápido. La contracción era más larga. El momento que tanto anhelaba que llegara estaba aquí, pero ahora me daba mucho miedo.
-¿Estabas ya con dolores cuándo llegaste?- preguntó Maca mirándome seria, como si fuera mi madre. Asentí despacio con la cabeza.
-¿¡Qué!?- exclamaron las tres a la vez.
-Llevo desde ayer así. -admití una vez calmada la contracción.
-¿Por qué te has aguantado tanto?-quiso saber Pilar. - Es peligroso para tu bebé.
Mi mirada viajó hasta en asiento que había ocupado posteriormente Berta. Se había ido a otro lugar. La mano de Sara apretó la mía dándome apoyo. Ella lo sabía todo.
-No te dejaremos sola en esto, ¿vale?- me dijo.- Ahora debes de estar pensando en la salud de tú bebé y en la tuya.
-Gracias... tengo mucho miedo.- admití.
Es extraño que una embarazada no piense en el parto. Debía sacar a un bebé de su cuerpo con mucho dolor y esfuerzo. En los ocho meses de embarazo había imaginado miles de situaciones en las que me pondría de parto, pero nunca se hubiera ocurrido algo parecido a la que estaba viviendo.
-Es normal, debes de pensar en tu bebé. - habló Maca con una tierna sonrisa.- Puede que sea un rato de sufrimiento, pero cuando nazca tendrás una vida entera junto a él... o ella.
