- Dios mío.- murmuró en una frase al despertar. Con los ojos cerrados sentía una gran palpitación en mi cabeza y como mi garganta pedía a gritos algo de agua.
Abrí los ojos finalmente con pereza al sentir un rayo de luz matinal cruzar la cortina. Al momento me alarmé al ver que no estaba en mi casa. Mi corazón aumentó su ritmo cardíaco.
Estaba recostada en una larga y ancha cama de matrimonio de sábanas blancas, que conjuntaba con el resto de la habitación.
Bajé la mirada y levanté las sábanas que me tapaban.
- No...- llevaba nada más que la mi ropa interior. - ¿Qué diablos he hecho esta noche?
Me levanté lo más pronto que pude de la desconocida cama al sentir como un líquido ácido trepaba por mi garganta. Salí de habitación en la urgente búsqueda de un baño. Abrí la primera puerta que encontré en el pasillo. Para mí suerte, era un baño. Corrí hacia en retrete y comencé a expulsar el vómito.
- ¡Lucía!- dijo una persona desde la ducha...Mierda.- ¿Qué te pasa?
Unos pasos alarmados se aproximaron a mí. Mientras seguía con lo mío abrazando el retrete, unos brazos mojados recogieron mi pelo. Sentía como las gotas de aquella persona caían por mi espalda desnuda.
Una vez que eché todo lo que tenía en mi estómago, me senté en el suelo. Este tiró de la cadena. Alcé la mirada encontrándome con el delantero izquierdo del Real Madrid con una toalla liada en su cintura, su torso lleno de gotitas y su pelo con restos de jabón.
- Marco, yo lo siento.- me discupé avergonzada. Con ayuda de la pared y el retrete intenté levantarme. Sus brazos me cogieron por la cintura y terminó de ayudarme.
- Es normal, con todo lo que bebíste ayer.- me pasó una toalla.- Toma, tápate un poco.
Mis mejillas se ruborizaron al recordar que solo llevaba la ropa interior.
- No tardaré mucho en terminar de ducharme. Ve a mi cuarto, busca alguna camiseta de mi armario para ponerte y ve a la cocina a desayunar.
Yo asentí y mientras me marchaba. Cerré la puerta y me apoyé en ella.
- Las cosas que no me pasen a mi...- Suspiré.
Obedecí y regresé al cuarto. Abrí el enorme armario blanco. Sólo tenía camisetas del Madrid. Cogí una azul de la temporada pasada con su nombre y dorsal. Me la coloqué y bajé las primeras escaleras que ví. Abajo me encontré con Isco desayunando.
- Buenos días, bailarina.- Soltó riéndose al verme.- No sabía que llevabas el latineo en tu sangre.
- ¿Qué estás hablando?- confusa me senté en la isla de la cocina enfrente de él. Apoyé mi cabeza en mi mano.
- Es verdad, con el pedo que llevabas dudo que lo recuerdes.- me pasó una taza de café.- Tómatelo o seguirás muerta el resto del día.
Cogí la taza con una mueca de asco. Lo que menos me apetecía era comer.
- Me da miedo preguntar que es lo que hice ayer... Sólo recuerdo que me llevasteis a una discoteca, y... Empecé a beber. No me acuerdo ni quienes vinieron con nosotros.
- Yo te aseguro que ellos si se acuerdan de ir contigo.- siguió riendo.
- ¡Isco, no tiene gracia! Me siento avergonzada y ni siquiera recuerdo nada.
- Te subiste a la barra y te empezaste a quitar la ropa.
- ¿¡Qué!?- me atraganté con el café.
- Pero eso no fue lo peor. Entre Marco, Alice y yo conseguimos pararte. Te quedaste con el sujetador y Alice te llevó al baño al vestirte de nuevo.
- Que vergüenza...
- Luego te enrrollaste con un tío a la salida de los aseos. La cara de Marco era un cuadro...
- ¡Isco, calla!- llegó el dueño de la casa a la cocina ya vestido.
- Sólo le estoy contando lo que pasó ayer.
- ¿Y qué pasó con el tío...?- pregunté nerviosa.
- Yo lo frené. - soltó Marco.
- Y dale las gracias, porque sin él dentro de unos meses tendrías un bombo.
- Isco, ¿por qué eres tan asqueroso?
- Yo soy sincero. Anda, Marquito no te pongas celoso.
Marco llegó y se sentó a mi lado. Cogió otra taza de café.
- Lucía, lo mejor sería que te ducharas. Créeme, te hará bien para esa resaca.- se dirigió a mi.
- Oh, si. Muchas gracias, Marco.- Sin mirarlos corrí directa al baño. Cerré la puerta con pestillo. Me acerqué al espejo colocado en lavabo.
No había visto jamás en mi vida las ojeras que tenía, por no sumar el color pálido que me llevaba cada rincón de mi cara.
Bufé de la frustración. Abrí el grifo de la bañera. Cuando estuve completamente desvestida me metí. Estiré mis piernas a lo largo de la bañera. Las duchas estaban bien, pero sin duda lo que mejor sienta es un baño con agua caliente.
No tardó mucho en llenarse a tope de espuma. Cogí el primer bote de champú que tenía a mano. Quiero decir que Marco se nota que es un chico muy ordenado. Todo estaba tan bien colocado.
Estos momentos son los mejores para librarse de tensiones. Comencé a taratear la primera canción que tenía en la cabeza mientras frotaba mi cabeza con la mezcla del agua y jabón.
Al comenzar al enjuagar mi cabello, sonó el tono de llamada de un móvil cercano a mi. Miré a mi alredor en busca del objeto. En el lavaba manos estaba colocó do uno con funda blanca. Me levanté y lo cogí.
El nombre del teléfono que estaba llamando para mi sorpresa ponía Bea. Una foto de ella decoraba toda la pantalla haciendo una especie de morritos a la cámara. ¿Cómo podía haberle cogido tanto asco en tan poco tiempo?
En un debate interno en coger o no la llamada, el impulso de mi subconsciente ganó la batalla. Mi dedo de una manera involuntaria le dió a coger la llamada.
- ¿Sí?- dije la primera palabra por la línea carraspeando mi garganta antes.
- ¿Eh... Marco?
- Marco no se encuentra ahora mismo disponible. - dije en modo secretaria. - ¿Qué quería?
- ¿Tú quién eres?
- Soy... una amiga.
- Ya, ¿y no te conozco por alguna casualidad?
- No, lo dudo mucho. ¿Qué querías?
- Recordar a Marco la sali... cita que tenemos esta noche. ¿Te encargas tu de decírselo?
- Sí, claro.
- ¡Muchas gracias, Lucía. Ciao!
El móvil se me resbaló cuando dijo mi nombre. Hice una especie de malabares para que no se me cayera al agua.
Lo dejé en el mismo sitio y suspiré de alivio.
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∂єℓι¢αтє 《MA》#1
Novela JuvenilElla, una secilla fisioterapeuta con problemas que acaba de finalizar su carrera, termina en prácticas con unos de los mejores equipos del mundo. Él, unos de los mejores jugadores del mundo comido por la fama, prensa... y un gra GRAN ego. ...Y si c...
