Ella, una secilla fisioterapeuta con problemas que acaba de finalizar su carrera, termina en prácticas con unos de los mejores equipos del mundo.
Él, unos de los mejores jugadores del mundo comido por la fama, prensa... y un gra GRAN ego.
...Y si c...
Los ojos me pesaban. Como si cada párpado llevara un enorme bloque de cemento. Conseguí abrirlos. Una luz blanca fue lo primero que me encontré. Estaba en una fría y pequeña habitación, de lo podría ser un hospital. La luz de la ventana de mi derecha golpeaba mi cara.
Con un esfuerzo y la ayuda de la barandilla de la cama conseguí sentarme. Entonces sentí una punzada en mi costado. Hice una mueca de dolor y levanté el camisón verde, típico de hospital para ver que era lo que me causó el dolor. Medio costado estaba vendado, ocupando algo de mi abultada barriga. Seguidamente, me entró el pánico al recordar lo sucedido.
El recuerdo de aquel impacto de pistola, el bullicio de la gente gritando horrorizada, la imagen de preocupación en el campo, y... aquel hombre encapuchado que me apuñaló; hizo que una lágrima se escapara de mis ojos erizando a su paso por mi piel.
Una enfermera entró sin percatarme, debido al trance. Vino hacia mí para examinarme. Preguntaba que como me encontraba, pero las palabras eran incapaces de salir de mi boca. Más lágrimas acompañadas con llantos se hicieron presentes en mí.
- Cariño, no pasa nada. Relájate. - me arrulló contra su pecho dándome consuelo. Cerré fuerte los ojos para retener las lágrimas llenas de pánico.
- ¿Qué ha pasado?- pregunté una vez reincorporada en la camilla con la respiración entrecortada. - ¿Está todo bien?
- Lo primero, necesitamos que te tranquilices. - Tomó mis manos para darme confianza y seguridad.- Estás en Madrid desde hace dos días.
- ¿Dos días...?
- Llevas cuatro dormida. El cuchillo con el cuál te apuñalaron llevaba una sustancia... digamos venenosa. Se utiliza para múltiples cosas, pero sobretodo para los métodos abortivos.
Mi corazón se paró durante unos segundos. Más lágrimas se apuntaron a salir a través de mis ojos cristalizados. Lo último que faltaba era que perdiera a mi bebé.
- ¿Está vivo?- dije con esperanza.
- Sí. - dijo asintiendo ligeramente. - Te hemos estado suministrando medicamentos para vencerlo. Por eso has estado tal débil, ni siquiera podías estar consciente. Ahora que despiertas es una buenísima noticia. Esa sustancia está fuera de tu cuerpo, y lo más importante, fuera de tu pequeño.- me dió una suave sonrisa.
- Uf...- suspiré aliviada hasta que me acordé... MARCO
- ¿Y Marco?
- A él le propinaron dos disparos. En el hombro y en el pecho.
- ¿Qué?- solté impresionada por la noticia.- Dime por favor que está bien. Yo no sé que haría sin. Vamos a tener un hijo...
- Está bien, está estable.- hizo una pausa.- Está débil, perdió mucha sangre. Fue intervenido de inmediato para sacarle las balas, que también tenían algo de veneno, en menos cantidad que el cuchillo. La policía está investigando el caso.
- ¿Puedo ir a verlo?
- Claro, espere a que le transmita al doctor que ha despertado y la llevaré.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Abrí la puerta de la habitación 120, la cuál me separaba de Marco. Julia, la enfermera que anteriormente me atendió, me llevaba en una silla de ruedas. Aún la herida estaba muy recientemente y no debía de hacer esfuerzos según la recomendación del doctor.
No lo puede evitar, eran tantas las ganas de verle, que yo misma me esforcé en ir más rápido dándole a las ruedas. Fui regañada por la enfermera, pero no me importó.
La habitación era algo más grande y espaciosa que la misma. Había unas cuantas máquinas colocadas en distintos puntos de la sala, que emitían sonidos de forma aleatoria. Y en el medio de esas cuatro paredes estaba él. En una camilla mirando a la nada.
- Marco...- susurré para ganar su atención. El giró despacio su cuello hacia mi dirección. Sus ojos se posaron en mí. Julia me acercó más hasta estar a su vera.- Bueno aquí os dejo a los dos. Marco, dentro de unos minutos vendré a traerte el tratamiento.
Fijé mi mirada en el catéter que llevaba en su nariz para suministrarle oxígeno. Sus ojos no emitían el mismo brillo que solías tener. También se podía apreciar como de bajo de ellos yacían dos bolsas con ojeras por falta se sueño. Su pelo tapaba su frente, ni siquiera se había peinado.
- Hola.- dijo su aterciopelada voz que tanto había anhelado escuchar.
- ¿Cómo estás?- acaricié su mejilla. Puso su mano encima de mía y me sonrió con cierta debilidad. - Marco... he pasado mucho miedo. Cuando escuché el disparo pensé que te había perdido. Esa imagen era lo peor que me podía imaginar. Si a ti te pasara algo yo también moriría contigo.
- Preciosa, no llores. -Me apretó fuerte las manos.- Yo nunca de dejaré, y menos a mi bebé. - miro tierno a mi barriga. Una amarga sonrisa se talló en mi rostro.- Vosotros dos son lo único que me importa. Mientras estéis a salvo me da igual lo que me pase. - se pausó y relamió sus labios.- Cuando me enteré de que estábais el peligro, casi me muero del susto. Lucía, has estado muy enferma por culpa de ese mísero líquido... y me siento culpable por no haber hecho nada.
- Tú no sabías lo que ibas a pasar no te sientas mal por ello. Lo importante es que ahora estamos lo tres juntos.
- Tienes razón. - acarició mi barriga. - ¿A qué sí Marco Jr.?
- ¿Cómo estás tan seguro que es un niño?
- No lo estoy, pero seguro que va a ser un campeón o campeona por haber sobrevivido a todo esto.
La puerta se abrió de golpe asustandonos a los dos.
- ¿Qué haces tú aquí?
°•__________♡__________•°
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.