Ayudé a Marco a subir las escaleras de su casa. Estaba débil y eso me preocupaba bastante. ¿Y su no podría jugar el próximo partido? La culpa sería mía... y me temo de que me pongan de patitas en la calle.
- ¿Podrías hacer el favor de dejarme en el sofá?- dijo el jugador en cuanto entramos en su salón.
- Claro- asentí lo ayudé a llegar- ¿Tienes hielo o algo fresquito por aquí?
El chico se tumbó y cerró los ojos haciendo muecas de dolor.
- En la cocina está el congelador. Es el cuarto de enfrente.
Seguí las indicaciones y saqué un paquete de cubitos. Cuando regresé se lo coloqué en la cabeza.
- Esto te bajará la inflamación. ¿Tienes algún botiquín? Ya sabes; con alcohol, algodón... para desinfectar heridas.
- En el baño, a mano izquierda. Supongo que estará en el armario al lado del espejo.
Fuí a por ello y cogí todo lo que encontré necesario para Sanar sus heridas.
- ¿Puedes levantarte un poco?- me acerqué- Hay que desinfectar las heridas antes de que se pongan peor. Ya se que te duele, pero haz un pequeño esfuerzo.
El no dijo nada y con sus manos y mi ayuda se incorporó. Saqué el algodón que había cogido anteriormente y le eché alcohol. A continuación procedí a curarle los rasguños.
Él mantenía los ojos cerrados todo el tiempo, ni siquiera emitía un gesto de dolor.
- ¿Qué hora es?- murmuró.
- Las...- miré en el móvil - diez y veinte pasadas.
- Tienes que irte. Debes de cenar, hoy a sido un día muy largo.
- De eso nada, no puedo dejarte solo en tu estado. ¿Tú has visto la pinta que tienes?
- Yo estaré bien, te lo prometo. Te llamo un taxi o algo para que te lleve a casa.- cogió su teléfono móvil, pero yo lo aparté poniendo mi mano encima del aparato.
- No, por favor. Tengo que regresar con la moto, Miri me matará .
- Ya, te entiendo, pero no te permitiré que vayas sola por Madrid a estás horas... y aún menos con lo ocurrido.
- Pues tu no deberías quedarte solo. Me siento culpable de lo que ha pasado esta tarde... ¿Quieres que llame a alguien para que cuide de ti?
- Estoy bien.
- No lo estás.
- Que sí.
- No seas cabezón. Llamo a tus padres, hermanos, amigos, novia, primos, tíos...
- ¡He dicho que no hace falta!- gritó levantanse del sofá. Me agarró en brazo y a la fuerza me llevó hasta la puerta. - ¡Recoge tus cosas y vete!
¿Por qué se puso de esa manera? Su mirada se convirtió en frívola, apretando así su mandíbula. Me comenzaba a dar... miedo, y más de la manera en la que me había agarrado.
Recogí mi bolso y sin dirigirle alguna palabra o mirada, salí de la casa pegando un portazo. Bajé las escaleras lo más deprisa que mis piernas podían permitir, lo que causó un tropiezo. Mi tobillo se había doblado.
- Genial- gesticulé en un susurro. Bajé es resto a dando saltos con una sola pierna.
Me subí a la moto lo más rápido que pude y arranqué.
El pie me seguía dando molestias... seguro que algo me abría hecho, pero ahora no no me importaba.
No comprendo el cambio de comportamiento de Marco tan repentino... ¿Qué habré dicho? Quizá le molestó mi insistencia, sólo lo hice por su bien. Me tenía preocupada, o mejor dicho; me tiene preocupada.
En que momento de mi triste vida se me ocurrió ofrecerme a llevarlo a su casa. Si no lo hubiera hecho, no me habría topado topado con mi ex y su panda panda de idiotas sin cerebro. Tampoco me habrían acosado y... no hubiera pasado la pelea entre Marco y el acosador.
Después de mi trayecto lleno de lamentaciones, por fin llegué a casa. Aparqué la moto en su sitio correspondiente. Al quitarme el casco noté que mi rostro estaba mojado por lágrimas. ¿Cuándo había empezado a llorar? Con mi brazo me sequé.
Al entrar en el piso Miriam estaba tumbada en su portátil y cascos. Seguramente estaba viendo alguna película o serie como de costumbre.
Pasé a su lado sin ni siquiera saludar.
- ¡Lucía!- apartó sus cascos- ¿por qué llegas tan tarde? Te he llamado doce veces al móvil. ¿Qué hacías con tu vida?
Pasé de largo y entre a la cocina para hacerme un sándwich.
- Responde. - se interpuso entrando a la cocina.
- Nada.
- Oye, tú no me engañas. Has estado llorando.
- No.
- No llores por Leo, el no se lo merece. Lo hemos hablado...
- No es por él.
- ¿Entonces qué?- me fuí rumbo a mi habitación.
- Sabes no debería de haberme venido a Madrid, ¡Nunca!- cerré la puerta en su cama.
ESTÁS LEYENDO
∂єℓι¢αтє 《MA》#1
Teen FictionElla, una secilla fisioterapeuta con problemas que acaba de finalizar su carrera, termina en prácticas con unos de los mejores equipos del mundo. Él, unos de los mejores jugadores del mundo comido por la fama, prensa... y un gra GRAN ego. ...Y si c...
