Capítulo 30
Observé a través del pequeño hueco que había entre la puerta casi cerrada de la habitación del mallorquín. Berta llegó acompañada por una pareja de policías interrumpiendo nuestra conversación. Pidieron que querían hablar en privado con Marco y me echaron, pero en cambio Berta se quedó. Esto me dejó un poco molesta.
Intenté prestar la mayor atención posible para enterarme de la conversación que tenían en la sala. Sabía que mi inconsciente decía que tenía que volver a mi habitación para descansar, pero mi yo testarudo ganó. Solo entendía palabras sueltas, la mayoría monosílabos 《Sí, no...》Pero entonces esta vez no fue así. Unos sollozos aparecieron. Confundida intenté acercarme sin hacer demasiado ruido con la silla. Abrí mis ojos de par en par cuando conseguí visualizar al autor de ellos... o en este caso, autora.
- Te vi tirado, y pensaba que te había perdido para siempre...- salió de la boca de Berta interrumpienda por algunos sollozos que la entrecortaba. Se hundió en el pecho de Marco y este comenzó a consolarla. Los policías se mantenían al margen apuntando notas en sus libretas.- Casi me muero del susto... y todo por culpa de esa...
Y cuando pensé que nada me podría sorprender más, el jugador se unió a ella llorando. 《¿Qué está pasando?》pregunté en mi cabeza.
- Yo no sabía nada, ¿cómo pueden confirmar que eso es verdad?- Marco se dirigió a los policías.
- No está confirmado. Pero tenemos pruebas y fotos. A tenido contactos con miembros de la mafia.- le entregó unos papeles.
Él mallorquín los miró exactamente. Con manos temblorosas fue pasandolos de uno en uno. Supuse que eran las tales pruebas de las que estaban charlando.
- No me lo puedo creer Marco... ¿cómo te pudieron engañar tanto? - Berta le quitó un par de ellas.
- Esto no significa que esté metida en todo esto...
- ¡Lucía, qué diablos haces!- pegué un brinco en mi silla al escuchar a la enfermera. - Deberías de estar descansando. Creí te lo había dejado bien claro.
- Lo sé, sólo quería tomar el aire.- intenté buscar una escusa - Me he perdido estaba buscando la sala de neonatos, y ya ves. ¡Este hospital es inmenso!- sonreí con la esperanza de sonar convincente. Hizo una mueca con su boca acentuando sus hoyos en la cara y después sonrió.
- Ya te pillo. Tú lo que querías era venir a ver a tu chico otra vez.- guiño su ojo izquierdo. - Claro, no pierdes oportunidad chica.
- Si, bueno... ¡No! quería de verdad ir a ver a los bebés para familizarme con ellos, pero ya ves dónde he acabado.
- Ajá. - rió. - Te llevaré a ver a los peques, pero no me mientas.- comenzó a llevarme empujando mi silla.
¡Ahora me perdería todo lo que hablaban!
Genial... estoy gafada.
Subimos tres plantas en el ascensor. Me dirigió por los pasillos de color rojo con ciertos dibujos infantiles en sus paredes. En una de la habitaciones escuché una serie de gritos. Una mujer estaba a punto de dar a luz y pedía a gritos que le pusieran algo para calmar el dolor. Eso tenía que doler bastante.
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∂єℓι¢αтє 《MA》#1
Novela JuvenilElla, una secilla fisioterapeuta con problemas que acaba de finalizar su carrera, termina en prácticas con unos de los mejores equipos del mundo. Él, unos de los mejores jugadores del mundo comido por la fama, prensa... y un gra GRAN ego. ...Y si c...
