XIV

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—¡Papá! Vámonos. — grité desde la sala. Era domingo por fin y vería a mamá después de casi dos semanas. Me sentía un poco mal por no haber ido antes, pero estaba buscando trabajo. Papá obviamente se había negado, pero tras mi insistencia no pudo hacerlo más. Necesitábamos ese dinero y no podíamos estar haciendo más préstamos.

Subimos al auto viejo que nos pertenecía y con gran ansia nos dirigimos hacia el hospital. Mamá había mejorado un poco, pero aún estaba bajo supervisión. Aun así, el doctor había dicho que si seguía mejorando en menos de un mes estaría de vuelta a casa, aunque aún con medicación.

Al llegar a las puertas del hospital, un malestar me vino. El cansancio parecía que se había apoderado en ese momento, pero me limité a ocultarlo. Caminaba por el pasillo cuando vi a una chica que me resultaba bastante familiar.

¿Esa no era Jiyeon, la hermana de Seokjin?

Vestía de negro y tenía los ojos bastante hinchados. Una preocupación surgió de repente. ¿Algo malo había pasado en la familia de Seokjin? Mi inconsciente rápidamente lo buscó con la mirada, pero era en vano, estaba en un pasillo.

Al entrar a la habitación de mamá fue inevitable que mi humor cambiara radicalmente. Aún seguía conectada con aquel respirador artificial y su cuerpo era más delgado de la última vez que la ví. Y aunque tenía una sonrisa en cara al verme fue inevitable no sentirme mal.

Quizá estuve abrazada a ella por media hora o quizá menos, pero pronto papá me pidió ir a comprar algo de beber.

Mientras caminaba por los pasillos fue inevitable no pensar en Seokjin. Anoche se había acercado mucho a mí mientras limpiaba algunos vasos antes que la hora de atención empezara. Se había acercado por atrás para abrir el grifo y lavarse, sintiendo su respiración en mi oreja.

Quizá no lo había hecho a propósito, pero aquella sonrisa que tenía después indicaba otra cosa.

Mis mejillas se sonrojaron con solo recordar tanto que al cruzar el pasillo hacia la tienda se encendieron más. Seokjin estaba al lado de  la ventana, mirando hacia afuera.  Su cabello estaba despeinado. Su camiseta blanca se apretaba a su ancha espalda de una manera inimaginable.

Me acerqué a la ventanilla e hice mi pedido sin apartar la mirada de él. Vacilé bastante en acercarme, pero lo hice después de todo.

Sin embargo mucho antes de acercarme él giró. Sus ojos estaban hinchados, como si hubiera llorado hacia solo unos minutos.

"No tenemos nada en común, excepto por nuestros problemas y dolor"

Blind + Ksj + Kth ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora