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En tus ojos me he perdido
desde que tengo razón,
y no sabes lo que le haces
a mi pobre corazón.

13 de septiembre de 2018

Ésta vez no fue mi alarma lo que hizo que me despertara, sino el manotazo que me dio Zoe. Tenía la mala costumbre de enredar sus piernas a mi cuerpo y moverse cada dos minutos. Ni siquiera sé por qué seguía durmiendo en su cama cuando me quedaba a dormir en su casa; prefería dormir en el suelo a despertar de esta forma una vez más.

Aparté su mano de mi cara sin ningún tipo de cuidado y, como siempre, revisé mi móvil. Seguía sin ninguna notificación, a parte de algúno que otro mensaje de WhatsApp.

Me levanté de la cama y me cambié de ropa. Normalmente eso lo hacía después de desayunar, pero mi pijama consistía en una camisa la cual robé del armario de mi hermano y, al ser algo vieja, me llegaba por el culo. Vamos, que se me veía todo, y me moriría de vergüenza yendo así por la casa de Zoe.

Concretamente porque también era la casa de Ethan y me lo podía encontrar en cualquier momento.

Y eso fue exactamente lo que pasó.

Nada más salir de la habitación choqué con algo firme que resultó ser el pecho de Ethan.

—Lo siento —me disculpé enseguida.

—No pasa nada —aseguró —. ¿Está Zoe despierta?

Negué con la cabeza.

—A esa no la despierta ni un terremoto.

—Ya, típico de ella —rio. Miró la hora en el reloj de su muñeca —. Todavía es pronto, la dejaré dormir un poco más. Voy a desayunar, ¿vienes?

Asentí y le seguí todo el camino hasta la cocina.

Comenzamos a preparar el desayuno juntos. Pensamos en esperar a nuestros hermanos para empezar a comer, pero descartamos rápidamente esa idea.

—¿Cómo va el cuadro que me enseñaste? —pregunté. Ethan tenía un don para la pintura. Desde muy pequeño le había gustado dibujar. Pasaba horas y horas garabateando en su libreta y más tarde se pasó a los lienzos. Recientemente me había enseñado uno de sus últimos proyectos: el cuadro de una ciudad inmensa de noche. Era precioso.

—Lo he tenido que pausar —explicó. No había ni un ápice de pena en su voz, lo cual me confundió—. Han preparado un concurso de arte para la fiesta de octubre.

La fiesta de octubre. Sus palabras hicieron eco en mi mente. Había tratado de olvidar esa fiesta desde que me propusieron participar en ella como cantante. Era una oportunidad increíble, por supuesto, pero... Dios, solo de pensarlo me daban ganas de esconderme por los próximos cien años.

—¿Te vas a inscribir? —Qué pregunta más tonta. Me lamente mentalmente por haberla hecho.

—Pues, en realidad... aún me lo estoy pensando.

—¿Te lo estás pensando? —repetí sus palabras elevando una ceja. Ethan se encogió de hombros.

—Es complicado. Hay que participar con un retrato, y se me dan fatal —hizo énfasis en esta última palabra.

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora