Q u i n c e .

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No era mi intención creer
Que si tú estás a mi lado
No tengo nada a lo que temer.

8 de octubre de 2018

Estaba tan cansada después de haber llorado que caí rendida al momento. Ni siquiera soñé esa noche, no me daba el cerebro.

El primer pensamiento que recorrió mi mente nada más despertarme fue que no me había desmaquillado antes de dormirme, ni antes de llorar. Lo cual se traduce en que había maltratado mi piel durante todas las horas que había pasado durmiendo con él, y que mi cara debía haber estado hecha un cuadro desde que la primera lágrima cayó por mi mejilla.

Mi segundo pensamiento fue que Ethan ya no estaba en la habitación. No había rastro de él. Por un momento temí haber soñado todo, aunque al mismo tiempo sentí un pequeño alivio al imaginar que todo había sido un sueño.

Sorprendentemente, no tenía resaca. Eso era sin duda algo bueno. No tenía clases ese día, pero siempre es mejor levantarse sin resaca después de una noche como la de ayer. Sin embargo, hoy no iba a ser un día de descanso. Tocaba recoger y limpiar todo lo que habíamos armado el día anterior. Suspiré, cogí una almohada y me tapé la cara con ella. Que pereza, pensé.

Finalmente, quince minutos más tarde, salí de la cama. Cuando abrí la puerta de mi habitación, suspiré de nuevo. Definitivamente no iba a ser una limpieza ligera. Había vasos de plástico y trozos de comida tirados por el suelo, charcos de bebida por todas partes e incluso algo que parecía ser vómito, pero que yo rezaba porque no lo fuese.

De camino al baño recogí varios vasos del suelo. Me miré al espejo sin horrorizarme al ver el desastre en el que se había convertido mi cara. Después de todo, no era algo que no esperara. Me desmaquillé y me lavé la cara antes de ir a la cocina. Tiré todo lo que había recogido por el camino en una enorme bolsa de basura y después abrí la nevera en un intento de buscar algo para desayunar.

A mi estómago pareció no agradarle la idea de desayunar en esos momentos. Le hice caso. Definitivamente no me iba a sentar bien, así que me serví un vaso de agua fría.

Cogí mi teléfono para revisar todas mis redes sociales como cada mañana. Tenía varios mensajes de Zoe.

«¿Qué tal la fiesta? Ethan acaba de llegar. Se ha dormido en cuanto ha tocado su cama.»

«Supongo que no estarás despierta hasta dentro de dos horas. Llámame cuando lo estés.»

Miré el reloj. Ella había mandado el segundo mensaje a las 9:40. Eran las 13:26. Aun así busqué su número entre mis contactos y la llamé.

—La bella durmiente ha despertado. —Fue lo primero que dijo al contestar la llamada —. ¿Qué tal? ¿Con resaca?

—Sorprendentemente, no. Un poco de nauseas, pero eso es todo.

—Considérate afortunada —señaló—. Entonces, si te encuentras bien, ¿quieres que hagamos algo juntas esta tarde? Necesito alejarme del escritorio y las matemáticas por un tiempo.

—Claro —dije—. De hecho, tengo que ir al centro a comprar material para mis apuntes.

—Como quieras. Yo estoy libre todo el día, así que en cuanto estés lista me llamas.

—¿Qué tal está Ethan, por cierto?

—¿Ethan? —preguntó—. Lo he visto unos cinco segundos, simplemente ha entrado a casa, ha dicho hola y se ha vuelto a dormir. ¿Por qué? ¿Se pasó mucho bebiendo?

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora