S e i s .

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Siempre fuiste mi debilidad
y ahora que he crecido lo veo con claridad.
Nunca dejarás de serlo,
esa es la realidad.

—Pensé que solo íbamos a comprar palomitas —me quejé al ver la cesta hasta arriba de cosas.

—Son solo un par de cosas más —aseguró. La cesta no era grande, eso era cierto, pero seguía llena.

—¿Para qué quieres huevos y harina? —fruncí el ceño.

—Porque son cosas indispensables.

—¿Y las patatas fritas y el chocolate también? —Elevé una ceja.

—Son indispensables para Zoe. Sé que a ti también te gustan.

No pude evitar sonreír.

Ethan fue hasta la caja mientras yo me entretenía con el perro de una señora que había detrás de nosotros en la cola.

Siempre había querido tener uno. Adoro a los animales, pero mi padre era alérgico a los perros y los gatos, por lo que solo pude tener un hámster cuando era más pequeña.

—Vamos, Kate —me llamó Ethan. Me despedí de la mujer y del perro y volví al lado del pelinegro.

—Los perros son adorables —afirmé con expresión ensoñadora.

—Se nota que te gustan —sonrió él—. Irradias felicidad solo por haber acariciado uno por dos minutos.

—Los bebés y los animales bonitos son mi debilidad —admití.

Y tú, pensé. Y me sonrojé ante el pensamiento.

Mientras caminamos de vuelta a casa, sentí como si nuestras manos se rozaran. Fue algo fugaz, incluso podría haberlo imaginado, pero por un momento sentí como si fuese a tomarme la mano.

Lo busqué con mi mirada, pero él no me la devolvió.
Estaba actuando diferente esta tarde. ¿O eran solo imaginaciones mías? Es cierto que no estábamos solos los dos a menudo, pero ese día estaba... distinto. Lejos y cerca al mismo tiempo. Un cliché bastante acertado.

—¿Crees que tu hermano habrá llegado a casa? —preguntó, sacándome de mis pensamientos.

—No creo —negué—. De hecho, no creo que venga hasta mañana.

—Vale —murmuró, tan bajito que apenas pude escucharlo.

Dos minutos después llegamos a mi casa. Dejó la compra en la mesa de la cocina y, después de poner las palomitas en el microondas, ambos nos fuimos al sofá.

Puse el segundo capítulo de American Horror Story.

Cuando el microondas sonó, yo estaba tan tensa y metida en la serie que no pude evitar asustarme y pegar un pequeño salto. Ethan soltó una carcajada suave y dulce que por poco me derrite.

—¿Estás segura de que podrás dormir sola esta noche? —bromeó entre risas.

—Pues claro —puse los ojos en blanco mientras me levantaba a sacar las palomitas—, soy una mujer fuerte e independiente.

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora