E p í l o g o .

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4 de diciembre de 2018

Soplé las velas del enorme pastel que habían colocado frente a mí y a Ethan. Se trataba de una tarta de tres pisos decorada con notas musicales, pinceles y paletas de colores hechas de fondant. Era la primera vez que veía una tarta así en persona. Tendría que darle las gracias a Lydia y a Axel la próxima vez que visitara su pastelería.

Zoe no tardó en hincarle el diente; se aseguró de que el primer trozo fuese para ella y, nada más terminárselo, se sirvió otros dos más.

Mis padres se habían pedido la tarde libre para poder celebrar tanto mi cumpleaños como el de mi novio, por lo que se encontraban charlando con Edith, Louise y John. Jake, por su parte, estaba tratando de adivinar lo que había dentro de cada regalo.

Ethan se acercó a mí con un pequeño plato de tarta en la mano y me lo tendió. Le di las gracias, ruborizada. Llevábamos dos meses siendo pareja y aún no lograba evitar que mi corazón se volviese loco cuando estaba frente a él.

—¿Por qué no hay ningún regalo de tu parte, Kate? —preguntó mi hermano con una ceja enarcada.

La mesa de los regalos estaba completamente cubierta con estos, pero Jake tenía razón, yo no había dejado allí ninguno.

—Bueno, el cumpleañero me dejó bien claro una vez que esperaba que mi regalo por sus dieciocho fuese algo realmente especial. —Sonreí, orgullosa por mi decisión. Preparar regalos era algo que se me daba fatal debido a lo mucho que pensaba las cosas, pero esta vez había encontrado algo que le iba a gustar sí o sí—. Se lo daré más tarde, cuando estemos a solas.

—Ew, Kate. —Mi hermano hizo una mueca de asco y en seguida me di cuenta de lo que pensaba. Él se partió de risa al ver mi reacción. ¿Por qué todo el mundo disfrutaba tanto de tomarme el pelo?

—Ahora tengo mucha curiosidad —susurró Ethan muy cerca de mi oído. Me estremecí—. ¿Puedes, al menos, darme una pista?

Aparté la vista de él, fijándola en el trozo de tarta que sujetaba y mordí mi labio inferior. No iba a dejar que me convenciera para arruinar la sorpresa.

—No. Tendrás que esperar.

Ethan hizo un puchero y yo fui lo suficientemente débil como para mirarle. Mordí mi labio de nuevo, formando un debate conmigo misma dentro de mi cabeza. Me moría de ganas por enseñarle su regalo. No obstante, había trabajado mucho y quería que fuese especial.

Ethan siguió mirándome con cara de cachorrito y no lo pude ignorar más.

—Está bien. —Me rendí—. Acompáñame.

Su rostro se iluminó al instante y una sonrisa llena de satisfacción se dibujó en sus labios. Estaba radiante cuando sonreía. Su boca era tan perfecta que aún me sorprendía que yo fuese capaz de besarlos.

Le guie hasta mi habitación e hice que se sentara sobre mi cama y cerrase los ojos. Después, asegurándome de que no hacía trampa, caminé hacia el armario y saqué de allí la guitarra que su padre me había regalado meses atrás. Había estado practicando con Jensen, en especial la canción que me disponía a tocar para Ethan.

Me senté frente a él y, con la cara hecha un tomate y los dedos temblándome, le dije:

—Puedes abrir los ojos ya.

Los abrió poco a poco, pacientemente, y yo aproveché para respirar hondo antes de empezar a tocar los primeros acordes de la canción.

Recuerdo el día en que me di cuenta
De que eras algo más para mí
¿Cómo no darme cuenta de lo que sentía?
Si a tu lado, mi mundo cambiaba.

Mariposas, fuegos artificiales, corazones.
Respiraciones y besos robados.
Tus labios besando los míos.
Ya no vivo sin ti a mi lado.

Seguí tocando cada nota acompañándolas con mi voz. Miré a Ethan disimuladamente, analizando su expresión. Me miraba atento y parecía gustarle mi regalo. Sentí un gran alivio y no pude evitar sonreír, lo cual dificultó mi canto, pero no me importó.

Y me preguntas
¿Crees en el amor?
Como no creer en él
Si el amor somos tú y yo.

Si me derrito cuando tú llamas mi nombre
Si me muero cada vez que tú estás cerca
Si mi corazón late con fuerza ante ti
Si tú eres quién más me hace sentir.

Y podría acabar el mundo en este instante
Porque entre tus brazos, el tiempo no existe.
Y podría escribir mil canciones
Sin saber por qué tú me elegiste.

Había escrito esa canción un mes atrás y toda mi banda me había ayudado a componer la melodía. El resultado me había encantado y había estado practicándola durante cada ensayo desde entonces.

Mariposas, fuegos artificiales, corazones.
Respiraciones y besos robados.
Tus labios besando los míos.
Ya no vivo sin ti a mi lado.

Y me preguntas
¿Crees en el amor?
Como no creer en él
Si el amor somos tú y yo.

Si cada beso tuyo me desarma
Si cuando te miro se me van las dudas
Si te quiero más que a nada en el mundo
Si el amor son nuestras siluetas desnudas.

Y podría ser mi último día en la tierra
Y me daría igual porque estoy a tu lado.
Y podría escribir mil poemas,
Explicando por qué te amo tanto.

Pero creo que sobran palabras
Cuando se trata de ti y de mí.
Eras mi sueño, mi amor platónico.
Eres todo lo que siempre pedí.

Tomé una bocanada de aire al finalizar la última estrofa. Ethan parecía embelesado y yo me sonrojé por la forma en la que me miraba. Me alegraba tanto que le hubiese gustado...

—Joder, te amo —aseguró y, antes de que pudiese decir nada, comenzó a besarme con intensidad, haciendo que dejase la guitarra de lado y rodeara su cuello con mis brazos.

—Yo tampoco te he dado mi regalo. Aunque el tuyo es insuperable. —Sonreí tímidamente. Ethan se apartó y se dirigió hacia la puerta de mi habitación—. Vuelvo en seguida, espérame aquí.

Mientras esperaba de forma impaciente a que Ethan regresara, guardé la guitarra. El color de mis mejillas seguía sin desaparecer. La Kate de unos meses atrás se habría desmayado si se hubiese expuesto ante Ethan de aquella forma, pero yo había ganado mucha confianza, tanto en mí misma como en él.

La puerta se abrió y Ethan entró de nuevo a la habitación. Tenía algo en la mano. Un pequeño paquete.

Observé cuidadosamente el envoltorio cuando me lo entregó. Habían dibujadas muchas rosas rojas que no dejaban ni un solo espacio en blanco. También tenía un lacito decorándolo, lo cual me pareció sumamente adorable.

Quité la cinta adhesiva tratando de no romper el papel.

Dentro había una especie de cuaderno cosido a mano. En la portada ponía "te amo" con letras artísticas y cuidadas.

Pasé las páginas con delicadeza y me quedé maravillada con lo que había en ellas. Eran muchos dibujos de mí; al principio garabatos que Ethan había dibujado muchos años atrás y que iban evolucionando conforme pasaba las páginas. Los últimos eran dibujos recientes, y en el último de todos aparecíamos los dos, juntos.

—¿Y dices que el mío es insuperable? Dios, Ethan, esto es precioso. Todo lo que dibujas lo es, pero esto es tan especial... —balbuceé. Me había quedado sin palabras—. Muchísimas gracias.

Lo envolví en un gran abrazo y hundí mi cara en su cuello, inhalando su aroma.

—Feliz cumpleaños, Ethan —murmuré contra su cuello.

—Feliz cumpleaños, princesa —susurró en un tono tan dulce que consiguió que me derritiera por dentro—. Te amo.

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora