Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICO

O c h o .

Eres mi inspiración,
Mi calma.
Tus palabras están grabadas
En el fondo de mi alma.

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—¿Se puede saber por qué sonríes como una tonta? —me preguntó mi hermano mientras yo estaba sentada en el sofá.

—Cállate —le ordené en seguida y continué escribiendo en mi libreta.

—¿Estás escribiendo otro poema? —Yo asentí con la cabeza. Pude escuchar sus pasos acercándose y cerré la libreta de inmediato—. ¿Por qué nunca me dejas verlos?

—Porque son personales —le expliqué por milésima vez.

—Sí, eso ya lo has dicho. —Puso los ojos en blanco—. Pero, ¿qué es lo que los hace tan personales?

Ésta vez fui yo quien puso los ojos en blanco.

—¿Qué más da? —pregunté.

—Ya sabes lo que dicen: cuanto más prohibido y misterioso, más interesante.

—Entonces, si te mostrase lo que escribo dejaría de ser interesante. No, gracias.

—Usas mis argumentos en mi contra. Eres astuta, hermanita —dijo Jake. Yo procedí a ignorarle, lo que llevó a que él suspirara y añadiese—: Eras más divertida de pequeña.

—Y más adorable, parece ser —hice referencia en un susurro casi imperceptible a las palabras que Ethan dijo en el autobús.

Seguí escribiendo en mi libreta y mi hermano salió del salón. Se estaba haciendo tarde y mis ojos pesaban, pero la inspiración fluía sin parar y no quería dejar de plasmarla en el papel.

Apenas tardé en escribir el poema. Lo releí una vez más antes de publicarlo en mi cuenta de Instagram. Me sonrojé ligeramente. Era demasiado obvia. El poema entero gritaba "ETHAN" mirara por donde lo mirara, pero decidí que lo publicaría igua; aunque primero se lo enviaría a Blanca, mi profesora.

No esperé a que me llegara una respuesta, era bastante tarde y sabía que no revisaría el correo a esas horas.

De repente me llegó una nueva notificación de la persona que menos esperaba.

Abrí el mensaje casi instantáneamente. Sally me había mandado un audio acompañado de un mensaje que decía:

«Mi voz no es la tuya, pero estoy amando esto».

Sin pensarlo demasiado me coloqué los cascos e hice click en el audio.

Comencé a escuchar una melodía de piano realmente bonita y, poco más tarde, los versos de mi canción.

Dios, realmente ha hecho un buen trabajo con la melodía, pensé. Sentí como si todo el vello de mi cuerpo se erizara y unas tremendas ganas de llorar. No de tristeza, pero tampoco de felicidad, sino más bien por todas las emociones que me estaba transmitiendo.

Quizás la canción provocaba eso en mí porque era yo quien la había escrito, pero eso no le quitaba mérito al trabajo de Sally.

«¡Es perfecta! En serio, la amo. Gracias».

Me sentí un poco culpable por no querer cantarla en el concierto a pesar de que ella se había molestado en componer una melodía.

«No hay de qué, no eres la única que se ha enamorado de la canción...»

Sonreí para mis adentros y le reenvié la canción a Heather y a Zoe.

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