C i n c o .

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El amor es como el arte
Comprensible a su manera
Pero a ti por otra parte
No hay nadie que te entienda.

29 de septiembre de 2018

Me miré en el espejo varias veces antes de volver a cambiarme de ropa. Nada me convencía.

Cogí una camisa azul oscuro y unos vaqueros blancos ajustados y volví a analizar el conjunto en el espejo.

Este me convenció más. El pantalón era de talle alto, se ajustaba perfectamente a mi cintura, cosa que pocos pantalones hacían. Era un dilema: o me quedaban pequeños de culo o grandes de cintura.

La camisa era simple pero elegante, de estas que quedan mejor por dentro del pantalón que por fuera.

Ahora solo quedaba arreglar mi pelo, lo cual no era muy difícil. Mi cabello era tan lacio que apenas necesitaba peinarlo. Aun así tenía que deshacer los pocos nudos que se me habían formado mientras dormía y también darle un poco más de volumen y forma.

Había crecido muchísimo durante los últimos meses, pasando de llegarme por los hombros hasta casi llegar a mi cintura. Iba siendo hora de cortarlo, pero no me disgustaba como me quedaba. Mis puntas estaban sanas, así que no había necesidad de deshacerme de ese largo tan rápido.

Asentí para mí misma. Estaba lista para la cita con Jensen.

Íbamos a un concierto de una banda pequeña, no muy conocida. Me pareció perfecto, así el ambiente sería más relajado.

Jensen me esperaba en la entrada, apoyado contra la pared. Vestía como de costumbre, con ropa cómoda, pero que le quedaba increíblemente bien. Un pantalón vaquero y una camiseta negra de manga larga. Su pelo castaño parecía despeinado, pero se notaba que era intencional.

—Buenas —levantó la mano a modo de saludo.

—Hola —dije—. ¿Te he hecho esperar mucho?

Él negó con la cabeza. Probablemente su respuesta hubiese sido la misma, aunque hubiese tenido que esperarme durante más de una hora. No obstante, ese no era el caso; yo había sido más que puntual, como siempre.

—¿Pasamos?

La manera en la que enlazó su mano con la mía fue muy natural. Ni siquiera me sonrojé.

No había mucha gente, tal y como lo habíamos predicho.

—No puedo evitar pensar que cuándo yo cante habrá el doble de personas escuchándome y viéndome —comenté—. Todo el instituto... Es de locos.

—Yo estaré allí a tu lado —sonrió—. Lo harás genial.

—Eso me gustaría pensar —suspiré—. No paro de imaginar las mil formas en las que podría cagarla.

—Sé que lo harás bien, no necesitas darle tantas vueltas.

—Ya, eso dice todo el mundo —me quejé.

—Porque es la verdad.

Un grupo de tres personas apareció en el escenario. Dos de ellos eran chicos, la tercera era una chica. Todos eran algo mayores que nosotros, de unos treinta años. Comenzaron con una presentación y luego dieron paso al concierto.

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora