S|eis

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Hay silencio en la casa de los Jung. Todos duermen, las luces están apagadas y la calefacción encendida.

Un pajarillo se escucha cantar a lo lejos, hace una buena entonación. Sin embargo, Kim NamJoon parece estar a punto de perder la cabeza; todavía le duele a mares, y siente ganas de vomitar. A pesar de todos esos síntomas, son más grandes sus ganas de querer seguir durmiendo en el sillón que resultó ser una cama muy agradable.


En la habitación de los pequeños Jung, un haz de luz se cuela por entre las cortinas. Los ojos de JiMin se abren de repente, el destello ha corrompido su más profundo sueño y se ha despertado de mal humor. Restriega sus ojitos con el dorso de su manito mientras un gran bostezo sale de su boca. Se despereza; estira sus brazos hacia arriba lo más que puede y después mira hacia abajo buscando sus pequeñas pantuflas de un caballo con una nariz en forma de corazón. Una vez que se las calza va directamente a tirarse encima de su hermano Taehyung, en la cama de a lado.

—¡TaeTae! —chilla. Mueve el hombro de su hermano para tratar de despertarlo—. ¡Deshpieta!

TaeHyung ni se inmuta, de su boca sale un ligero balbuceo y su ceño se arruga. JiMin quien todavía conservaba una pizca de su mal humor, piensa en cómo despertarlo. Decide que soplar dentro de su oído es una buena forma, y lo hace.

Tae abre sus ojos al instante, empuja a su hermano mayor y este cae al piso de sentón. Un quejido de dolor sale de JiMin que desde su posición ve a su hermano con cara molesta y una mano sobre su oído, tallando.

—¡Chim malo! —exclama y después le saca su lengua.

Chimchim se levanta, ignorando lo que ha dicho a su hermano. Después de todo si no lo escuchó, no tiene porqué contestar.

Mejo’ vamos a jugá' —dice divertido.

Su reloj imaginario en su muñeca le indica que faltan como cinco mil horas para que vayan a la escuela, así que pueden darse ese lujo. 

TaeTae le sonríe y asiente. ¡Le encanta jugar con su hermano! Si estuviese en sus manos él podría jugar todo el día todos los días, pero lamentablemente tiene que ir a la escuela y hacer sus deberes. Eso no le gusta.
La escuela no le gusta… O bueno, lo que le molesta en realidad es hacer tarea. ¡Él ya sabe escribir! ¿Por qué tenía que hacer círculos en toda la hoja?

—¡Zoológico! —grita levantándose con mucho ánimo de su cama y yendo hasta su hermano—. ¡Soy un león! —Sus manos se transforman en garras y gruñe sólo como ese animal es capaz de hacer.

Chimchim tiene una expresión de ligero terror, le ha tomado por sorpresa. Sin embargo, su expresión se compone y sonríe, sus ojos transformándose en medias lunas.

—¡Yo soy un koala! —exclama—. Vamos afuera —dice con voz de mando. Diligente.

Ambos van hasta la sala. Un TaeTae avanzado sobre sus rodillas y las palmas de sus manos; pequeños gruñidos salen de su boca. Él es el león más temible de toda la sabana… o al menos, de toda su casa. JiMin camina a su lado, abrazando su peluche de perrito. Tiene que estar en su papel, los koalas son animales tranquilos. Sujeta su peluche como si fuese la rama de un árbol, se ha puesto una pequeña gorrita en forma de hoja sobre su cabeza para dar más énfasis a su increíble —asombrosa— interpretación.

A simple vista, sólo son dos niños caminando de forma extraña yendo hacia la sala. Pero a sus ojos, aquel lugar no era más su sala, ¡era una selva! Han olvidado por completo la idea del zoológico, ser animales salvajes resultaba más divertido. 
Hay árboles enormes por todas partes, también barro bajo sus pies y aparentemente está lloviendo. Caminando lentamente divisan entre las pequeñas plantas de grandes hojas a un hombre durmiendo.

«¡Papá (no) quiere una cita!» [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora