C|uatro

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JungKook tiene una sensación de culpabilidad mientras HoSeok lo mira con reproche. El menor había soltado todo lo que había dicho a Taehyung la vez que fue a su casa la semana pasada. Creyó que todo había salido bien hasta ese instante en que se dio cuenta que su amigo Ho había descubierto su “malévolo” plan.

—Ya, lo siento —dice por tercera vez desde que ha llegado al bar para aprovechar la hora del almuerzo de Ho—. Lo siento.

HoSeok suspira y lo ve con cara irónica.

—Ya te dije que no me gusta que le des ideas a mis hijos, a no ser que sean de las que vienen en los libros —dice tratando de sonar molesto pero la realidad es que está lejos de estarlo, después de todo hablamos de su mejor amigo—. No lo sé, diles sobre Da Vinci o Einstein.

—No quiero aturdir a un niño de nueve años —se defiende—. Quizás más adelante lo haga.

—Tiene cuatro y tres cuartos —aclara—. Ah, ¿pero si puedes aturdir sus mentes con ese tipo de cuestiones?

JungKook asiente sin una pizca de arrepentimiento en su rostro; HoSeok le da otro gesto de reproche.

—De acuerdo, ya no lo haré —dice con falsa resignación—. Pero deberías agradecerme.

HoSeok está de acuerdo con eso, JungKook ha descubierto porque Taehyung mordía a sus compañeros; él era molestado. No por asuntos como los de JiMin —los cuales se enteró platicando con su hijo y se sintió como un mal padre— sino porque decían que Taehyung era raro. Solían llamarle Alíen, su hijo al principio había pensado que era de forma cariñosa pero con el tiempo se dio cuenta que no era así. Sus antiguos compañeros llegaron a molestarlo tanto al punto de hartarlo, y no encontró otra opción que defenderse aun si eso implicaba morderlos. Él no había dicho nada por miedo a ser castigado, ¿por qué sería castigado? ¿Sus hijos realmente lo veían de esa forma? ¿Qué era lo que estaba haciendo mal?

Al final los tres tuvieron una charla muy larga, en la cual HoSeok les explicó que no dudasen en decirle a él si alguien o algo les llegaba a molestar o hacer daño. Sus hijos, aunque les costó entenderlo, parecieron captar al final y asintieron tímidamente.

—Es cierto, gracias Kook —dice con sinceridad—. Pero estás advertido. —Entrecierra sus ojos para darle más veracidad a sus palabras.

Sus hijos ya han ingresado a su nueva escuela y espera por todos los cielos que les vaya bien. Ya no quiere que sufran ese tipo de acosos, en verdad rogaba internamente porque sus compañeros los tratasen bien. Al menos para alivio de su corazón, sus hijos ya no estaban en su anterior escuela, quién sabe que otras cosas podría haberles pasado de seguir ahí.

—Tengo libre hoy por la tarde —dice JungKook—. Préstame a los niños, les compraré un helado.

—¿Los recogerás saliendo de la escuela? —pregunta sorprendido.

JungKook asiente y repite—: Y luego compraremos un helado.

—A ti no te gusta el helado —le dice con una mirada inquisitiva.

—Bien. Les compraré a ellos un helado —corrige.

—¿En la nueva heladería del parque que está por tu trabajo? —averigua burlón.

—No —contesta haciéndose el desentendido—. Claro que no.

—Salúdame a Min YoonGi —se burla sabiendo las intenciones de su amigo—. Te lo dejaré pasar por ésta vez, sabes que tampoco me gusta que utilices a los niños para tus asuntos amorosos.

JungKook bufa y pone los ojos en blanco. Min YoonGi claramente es un amigo.

—Lo que digas —suelta indignado.

«¡Papá (no) quiere una cita!» [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora