S|iete

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HoSeok está excitado.

Su cuerpo reacciona de manera natural al estímulo de su acompañante; Lee. No sabe con exactitud cómo llegó a casa de ella, pero ahí está. Ambos en su cama, grande y demasiado blanda para su gusto, pero esto no logra que su temperatura baje.

Lee está sobre él. Le ha despojado de absolutamente toda su ropa, logrando que pueda ver su miembro excitado. Un leve sonrojo aparece en sus mejillas y mira fijamente los movimientos de su compañera. Ella le mira con un deseo ardiente y lujurioso, mueve su cuerpo de manera sensual quitándose lentamente su ropa en un baile que resulta ser erótico.

Le sonríe de manera pícara, la ansiedad recorriendo sus expresiones faciales. Su boca da un lengüetazo a su glande al tiempo que saborea con intensidad. El pecho de HoSeok sube y baja de manera descontrolada; no puede evitarlo. Hace años que no tiene alguna actividad sexual como esta, su cabeza está comenzando a dar vueltas acerca de las repercusiones, pero parecen estar todavía muy lejanas a él. Lee está dándole besos en su pecho liso, lamiendo su cuello y de paso el lóbulo de su oreja derecha, provocando que todo su sistema colapse en pequeños espasmos irregulares y que su respiración siga descontrolada.

Diablos.

No puede estar peor que en ese instante. No sabe cómo detener a Lee, aunque ciertamente una parte de él no quiere hacerlo. Aunado a esto, no podría romperle el corazón a su amiga. No ahora que se ha confesado y le ha dicho absolutamente todas sus intenciones. HoSeok se sintió como si fuese un colegial, como si no fuese un adulto con dos hijos.

Es sábado, y como lo había prometido asistió a su cita con su amiga, pero jamás se imaginó que ella se arreglase de una manera tan… atrevida. Con un vestido negro que resaltaba sus curvas y un maquillaje que hacía ver su mirada provocadora. Estando en el restaurante, luego de algunas copas de vino, Lee estuvo en silencio algunos minutos hasta que habló. Básicamente le dijo que está enamorado de él y haría cualquier cosa para que le correspondiese. Después de escuchar atentamente, HoSeok no sabía cómo tratar con su amiga, él no había respondido nada claro. No es como si hubiese aceptado los sentimientos de ella, pero tampoco los había rechazado. No tenía nada claro sobre lo que haría. Aparentemente tiene una zona sensible cerca de su cuello y se había olvidado de eso hasta que Lee lo besó de una manera voraz, sorprendiéndolo en sobremanera. Combinando un poco de vino y las ligeras frustraciones que él ha tenido respecto a buscar a una buena madre para sus hijos; se encontró a sí mismo correspondiendo al beso de ella.

No se mentiría, cuando Lee comenzó a gemir bajito algo en él se encendió. Sabía que su cara debía de estar roja y fue cuando ella le pidió ir a su casa. Solamente recuerda como arrancó el auto con velocidad y la manera en la que apresurados entraron hasta llegar a su habitación.

Ahora, HoSeok está sobre ella, lamiendo sus pezones excitados, mordiendo delicadamente sus aureolas, dejando un rastro de saliva en aquella zona. Sus dedos viajan hasta la zona V y juega con los pequeños vellos existentes, sus yemas se adentran ligeramente mientras ella comienza a gemir un poco más fuerte.

Antes de perder todo su control, HoSeok decide parar y pregunta agitado―: ¿Condones?

Ella asiente mientras jadea, estirando su brazo para abrir el cajón de la pequeña cómoda a lado de su cama, saca un paquete gris y se lo tiende. HoSeok lo toma mirando por última vez los ojos de Lee, algo se retuerce dentro de él, pero de eso se ocuparía más tarde. Colocando el preservativo sobre su miembro, se adentra a Lee dando embestidas fuertes, buscando quitarse el placer que está sintiendo. Entre jadeos incesantes y besos ensalivados, HoSeok consigue liberarse. Sale despacio del cuerpo contrario, Lee se encuentra medio dormida con una leve sonrisa en sus labios.

«¡Papá (no) quiere una cita!» [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora