V|eintiocho

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HoSeok se despierta logrando sentir los brazos de NamJoon rodeándolo, lo hace sentir seguro; es reconfortante. Se queda unos segundos con sus ojos cerrados y sonríe levemente mientras respira pausadamente. El aroma de NamJoon es agradable, así que inspira para tratar de adorarlo un poco más. 

Huele un poco a bosque y brisa fresca, eso hace a su corazón rebotar levemente. Quiere acurrucarse aún más junto a él, pero sabe que tiene que hacer algo muy importante ese día. Así que a regañadientes se levanta con sumo cuidado para no despertar a NamJoon; va directo al baño, su vejiga está a punto de explotar. 

Pasa de largo por el espejo que se encuentra en su habitación, y trata de ignorar el que está colgado sobre el lavabo del baño. Él lo sabe, no hay necesidad de recordárselo, él sabe su estado. Sabe que si se mira encontrará una imagen consumida de sí mismo lo cual le dolerá demasiado, HoSeok no cree estar preparado para algo como eso. Sin embargo, una vez que está bajo las gotas de la regadera se cuestiona todo. Hay algo diferente en él, si bien aún siente una profunda carga en su espalda, su pecho ya no se siente tan vacío y su alma parece menos rota.

Frota su piel con la esponja provocando espuma blanca y se queda analizando que quizás es la segunda o tercera vez que toma una ducha adecuadamente en mucho tiempo. NamJoon debe de estar loco si ha permitido que durmiese con él; el sencillo pensamiento lo hizo sonrojarse. Cuando termina de bañarse, toma su toalla para envolverla sobre sus caderas y con una fuerte exhalación echa un vistazo por primera vez en mucho tiempo al espejo. Su boca se abre en forma de 'o' y se siente un tanto molesto consigo mismo. Esa persona en el reflejo es él, pero de alguna forma no lo es por completo. Es la peor versión que han visto sus ojos sobre sí mismo, le deja la garganta seca y sus cejas fruncidas en decepción. Sus ojeras  están un tanto amoratadas, nota que ha perdido demasiado peso, y que sus labios están agrietados. 

Haciendo un gran esfuerzo por no dejarse caer por lo que ha visto, se viste y sale de su casa aún con un NamJoon durmiendo plácidamente sobre su cama. Tan solo de pensarlo hace que su corazón se sienta cálido y acogedor. 

Afuera el viento sopla sutilmente, las nubes han cubierto al sol, y el silencio de pronto ya no lo es más cuando comienza a caminar. Observa todo lo que se encuentra a su paso como si fuese la primera vez que las viese: una niña y su madre caminan del otro lado de la calle, algunos pajarillos cantan en un árbol de alrededor, y algún auto está tocando su claxon, seguramente espera a que alguien suba para irse. HoSeok mira, mira, y sigue mirando, sintiéndose asombrado cómo un niño al que le dejan ir a la tienda de la esquina solo por primera vez, como si fuese ciego y la vista le ha sido devuelta, todo aquello se siente como una primera vez llena de emoción. Es por eso que su estómago siente cosquillas y su pecho parece a punto de explotar, pero no se detiene ni por un segundo. 

Echa un vistazo a su reloj para darse cuenta que lleva aproximadamente cuarenta minutos caminando y sabe que está casi a nada de llegar. Entonces, sus pasos se detienen, empuña sus manos, y traga saliva. El cementerio está frente a él tan frío, con su aura lúgubre de siempre. El silencio cala su alma, pero no quiere dar marcha atrás. No esta vez. Después de un par de respiraciones profundas, camina lentamente adentrándose, de pronto se siente muy tonto porque no sabe dónde está. Él nunca ha estado allí, él no sabe dónde está ella.

Las lágrimas se apoderan poco a poco, su alma cruje, sus piernas tiemblan. HoSeok no sabe dónde está, se siente perdido, un grandísimo tonto. ¿Cómo pudo pensar qué podría hacer esto? ¡Él no merece nada, ¿o sí?! ¿Acaso está en posición de merecer algo bueno después de tanto tiempo? Él no pudo ni siquiera estar en su funeral, ahora viene arrepentido a pedir perdón, y no sabe dónde está enterrada. ¿No es eso un mal augurio? Su piel comienza a picar, él comienza a rascarse su brazo. Esto no está bien, esto no está bien, esto no está bien. «Vete», le susurran a su espalda y su corazón siente que se paraliza. ¿Ella quiere que se vaya? ¿Esa ha sido su voz? «Vete, vete, vete, vete», escucha como ruegos dolorosos, pero esa no es su voz. Esa es la voz de su consciencia; está aterrado. Pero HoSeok niega para sí mismo. 

«¡Papá (no) quiere una cita!» [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora