U|no

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La alarma comienza a sonar indicando que ya era hora de levantarse. Un malhumorado HoSeok abre los ojos para después ser frotados por sus manos, da un largo bostezo, estirándose hasta que escucha su espalda crujir; apaga la alarma que todavía se sigue escuchando, y se pone de pie para ir directo al baño.

Estando ahí, sube la tapa del escusado y baja sus pantalones con calma —mantengamos el secreto, pero HoSeok no duerme con calzoncillos puestos— sus vellos de las piernas se erizan cuando entran en contacto con el frío ambiente haciendo que su piel se ponga de gallina. La orina empieza a salir en un chorro lleno de potencia, su erección matutina está más muerta que aquella planta que le regaló JungKook para entretenerse. Sacude su miembro esperando que esas gotitas molestas que siempre quedan a lo último salgan, tira de la pequeña palanca y observa el agua correr.

Su expresión se transforma en una de asco cuando siente el ácido gástrico subir por su esófago para después bajar; tose en un intento de quitarse ese mal sabor, pero no es suficiente. Abre la pequeña gaveta que hay dentro de su baño y saca una medicina líquida que el doctor le ha recetado para sus achaques. Él sabe que está envejeciendo, pero jamás creyó que los efectos de la edad caerían sobre él tan pronto.

Una vez que ha salido del baño, mojado hasta el tuétano y perfumado con aquella colonia que le había regalado su esposa —la cual tenía celosamente guardada y sólo colocaba un poco en su cuerpo cuando quería sentirse cerca de ella como es el día de hoy— se dirige hasta su armario aún con la bata de baño encima para ponerse su traje para asistir al trabajo.

Ya listo, aspira de nuevo ese delicioso aroma que sale de su cuerpo. Ah, le recuerda tanto a ella. Trata de no perderse a sí mismo con sus pensamientos y sale de su habitación para ir a la de sus hijos, la cual se encuentra al final del pasillo.

Abre con sumo cuidado, sabe que esos diablillos aún están durmiendo. Entra con delicadeza y les besa la frente a cada uno como despedida. Mira a JiMin y sube su cobija para que lo cubra correctamente, después observa a Taehyung; su peluche en forma de perrito está tirado en el suelo así que lo recoge y lo coloca debajo del brazo de su hijo haciendo que éste se remueva y abracé a su peluche por inercia.

Baja las escaleras para encender la cafetera, mientras espera decide prepararse un sándwich; se lo come dando pasos hasta su pequeño despacho que está a lado de la sala, en busca de su portafolio. La cafetera hace un sonido para anunciar que está lista, así que sale con el sándwich en una mano y el portafolio en otra. Termina a grandes mordidas su ligero desayuno, decidiendo guardar una manzana en su maleta para pasar el rato, además de rellenar su termo para café. Le es necesario irlo bebiendo mientras conduce, podrá haber estado trabajando y levantándose temprano desde hace casi seis años pero su sistema parece no querer acostumbrarse nunca.

Mira el reloj: 6:00 a.m.

Si no se equivoca su madre debe estar estacionándose afuera en su garaje..., y no lo hizo. Cuando abre la puerta se encuentra a su madre bajando de su auto con una pequeña bolsa rosa en una de sus manos. Ambos se saludan, sonríen gustosos, su madre le da un beso en su mejilla y le dice que tenga cuidado; él asiente diciéndole que siguen dormidos como siempre, y que la muchacha que los ayuda con la limpieza hoy llegará un poco más tarde. HoSeok sube a su auto poniéndolo en marcha para ir a la oficina, si ser subgerente era agotador no podría ni imaginarse si era gerente general.

Las horas pasan en su trabajo de manera lenta y desesperante. Su estómago gruñe, ya son casi las doce así que saca su manzana y empieza a darle ligeras mordidas mientras revisa datos en la computadora.

Tecleo, tecleo, tecleo, mordida, tecleo, mordida, mordida, mordida.

Su celular suena interfiriendo con su ritual, y con molestia deja la manzana sobre un papel para contestar de manera decente. Observa el nombre en la pantalla:

«¡Papá (no) quiere una cita!» [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora