D|oce

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Desde que NamJoon se mudó su vida dio un ligero cambio. No es que le disgustase, simplemente está sorprendido por el giro de las situaciones. De pasar de médico veterinario pasó a ser “cuidador de niños los domingos en el parque” en cuestión de tiempo, y bueno…, eso le ocasiona mucho qué pensar. En primer lugar porque, vamos, tiene un título y no ha podido ejercerlo. ¿La razón? No quiere hacerlo. No, no le desagrada, al contrario él ama su carrera. ¡Le encantan los animales! Su animal favorito son los cangrejos. Como sea, él no se siente con la capacidad física y mucho menos emocional para emprender su negocio ni siquiera sabe dónde o cómo empezar. Tiene a JungKook todo el día arremetido en su cabeza, y está harto.

Harto de que no pueda parar de pensar en todos los “hubiera”, en todos los “y si…”, porque sabe que no se podrá. Nunca. Aún si lo que está por tener con ese tal YoonGi no funcione, aún si JungKook llega desconsolado bajo sus pies pidiendo por un abrazo, sabe que no lo amará de esa forma. Jamás.

Y duele, duele mucho. Más porque el mismísimo JungKook se lo ha dicho en persona. Sucedió hace algunas semanas, y estaba tan desconectado de sí mismo que en su lugar se llevó el teléfono de JungKook. Maldita sea. Él quería arrojar el teléfono, estrellarlo contra el suelo y maldecir su suerte. ¿Por qué tuvo que fijarse en él? De todas las personas se fijó en quién no debía y ahora está sufriendo tanto, tanto, que jamás llegó a pensar que tener el corazón roto dolería de esa forma. Claro que ha tenido otras parejas, otros "amores", pero no tan intensamente como JungKook. Lo ha tenido clavado dentro de su pecho por años, ¿cómo podría no dolerle?

A pesar del tiempo transcurrido, un corazón roto no se lo quita nadie, y sólo puede esperar con un poco más de calma a que los dolores en su pecho disminuyan. JungKook le ha pedido que no se alejen, eso sería muy duro para él. Toda su vida viendo a NamJoon como su hermano mayor y que de pronto se separen, por algo tan insignificante como un “gusto”, así lo había catalogado él.

¡Eres mi hermano, Kim! —exclamó con todas sus fuerzas—. Por horrible que suene, no te quiero lejos de mí. ¡Lo solucionaremos! ¡No quiero perder a mi hermano!

Kook…

Pero no quiero ser egoísta. Estoy siendo egoísta, ¿verdad? —preguntó volviendo puños sus manos—. Lo lamento, por pedirte eso, lo lamento.

Esto está revolviendo mi cabeza… —susurró NamJoon—. Pero tampoco quiero desaparecer de tu vida, eso sería demasiado.

—Lo sería…

Quizás algo de… ¿Espacio entre ambos?

—¿Espacio? —preguntó Kook con confusión—. ¿Qué se supone que significa eso?

Pues eso; espacio, Kook. Seguiremos en las mismas, sólo dame algunos días, semanas quizás. Es demasiado para procesar, ¿entiendes?

Lo… entiendo —balbuceó Kook—. ¿No te irás, verdad?

NamJoon río aunque quería llorar. —Sería lo último que haría.

Una leve sonrisa surcó los labios de JungKook, mitad agradecido y mitad triste. Si él pudiese le entregaría todo a NamJoon, pero no puede hacerlo. Simplemente no hay esa chispa para iniciar una relación sentimental, si bien él conoce a NamJoon de pe a pa, no concibe mirarlo de aquella forma.

A NamJoon le es difícil avanzar. Siente que está dando un paso al frente y tres hacia atrás. Sabe que no puede seguir de esa forma, y quiere distraerse de la salida de JungKook con su amigo YoonGi. Antes de percatarse que el celular que lleva consigo no es suyo —otra vez se había equivocado—, le pareció raro recibir mensajes del «Chico del Helado» hasta que su cerebro conectó los puntos y puso sus ojos en blanco. ¿JungKook tenía que ser tan cursi? Por accidente alcanzó a ver que aquel chico ya lo estaba esperando. No podía tirar el aparato a un cesto de basura o arrojarlo contra el suelo hasta hacerlo añicos, y eso lo irritó más. Por un breve instante pensó que avisarle a JungKook sobre su celular y los mensajes serían buena idea, pero no lo hizo. Aunque segundos después de pensarlo recibió un mensaje de sí mismo. El mocoso de Jung aún lo tenía agendado con su apodo de cuando era niño.

«¡Papá (no) quiere una cita!» [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora