N|ueve

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La ventana ha estado abierta desde que NamJoon entró a su departamento, Kook lo había dejado estar porque se percató del mal humor de su amigo así que no quiso seguir insistiendo por una respuesta que sabía no llegaría, al menos no en ese momento.

NamJoon mira por la ventana y nota como el cielo nocturno está cubierto de nubes grisáceas, y como la luz de la luna apenas es perceptible. Se recuesta en su cama mirando hacia el techo mientras respira muy pesadamente y se pregunta: ¿De verdad hizo bien en mudarse?
Las dudas lo invaden terriblemente, tanto que casi quiere llorar. Se siente un completo tonto por creer que si se mudaba podría tener una oportunidad con JungKook. Maldita sea. Está tan furioso consigo mismo por creer en sueños tan infantiles como ese, en donde la persona que te gusta te corresponde sólo porque ha convivido contigo prácticamente toda la vida. Una parte de sí sabía que eso iba a suceder, JungKook jamás le dio indicios sobre tener un gusto hacia él. No más que tener una relación de hermanos, por supuesto.

Aún no ha desempacado totalmente, así que de su maleta saca una cajetilla de cigarros. Lo necesita. Siente la necesidad de colocarlo entre sus dedos y aspirar el humo tan fuertemente como le es posible. Durante su estancia en la universidad había caído en un ciclo vicioso respecto al cigarro, prácticamente fumaba tres por día, a veces más. Y hasta hace tiempo creyó haber superado esa etapa, pero no. Es un fumador, esa es la verdad. Cansado de rememorar su pasado saca un cigarro encendiéndolo al instante, camina hacia la ventana que ha permanecido abierta y expulsa el humo por ella.

—No puedo —susurra a la noche, a su soledad—. No debí venir. No debí permitirme estos sentimientos —finaliza en un hilo de voz casi inaudible.

Su mente batalla, hay una guerra en la que una parte le dice que está bien; enamorarse no ha sido su culpa, no del todo; por otro lado, su parte racional le indica que ha sido un completo tonto. Da otra calada a su cigarro y se queda contemplando la vista frente a él, que no es más que otro edificio con inquilinos que han dejado sus luces apagadas porque de seguro ya deben estar durmiendo, y alzando más su vista ve un pequeño parque con algunos árboles a su alrededor.

Desea tanto poder dormir, pero sabe bien que no podrá hacerlo. No le queda más que quedarse observando la oscuridad del cielo y como poco a poco gotas de lluvia empiezan a caer mojando sin piedad todo a su paso.

Al otro lado de la ciudad prácticamente, se encuentra Jeon JungKook. Mejor conocido como “tío Kook” por la única familia cercana que le queda. Se ha quedado pensando en la situación de NamJoon y un malestar surge en su interior. ¿Por qué no sabía de la existencia de ese chico con el que Nam había salido? Bien, no es que fuese completamente de su incumbencia, pero eran básicamente como hermanos. ¡Hermanos! ¿Qué eso no significa contarse todo así sean chismes de relaciones? Pero ojo, eso no es ser “chismoso”. Sacude su cabeza mientras hace un puchero con sus labios, ya habría tiempo para eso. Esperará a que el mal humor de Nam mejore… Ojalá sea pronto.

Un zumbido proveniente de su celular lo saca de su ensoñación y al instante lo revisa. Una media sonrisa sale de sus labios mientras que un leve dolor se instala en su pecho. Era un recordatorio de Facebook diciendo que Kim SeokJin y él han cumplido siete años de amistad. Qué gran broma le han hecho, ¿no? JungKook quiere reírse de lo lindo así como quiere tirar su teléfono y que se haga añicos contra la pared. Siente su corazón agitarse de manera descontrolada, trata de respirar pausadamente y no lo consigue. Su celular tiembla entre sus manos; él no puede quitarle la vista de encima.

Kim SeokJin.

Kim SeokJin.

Kim SeokJin.

Santo Cielos.

Tanto tiempo sin saber de él, tanto tiempo huyendo de leer su nombre, pero sin conseguirlo realmente. Quisiera arrancar esos recuerdos de su mente y tirarlos a la basura. Ojalá eso fuese posible, pagaría lo necesario por hacer que suceda. Le es imposible no recordar su rostro, sus expresiones, sus chistes sin gracia… claro, todo antes de que se diese cuenta que solamente había sido un sucio juego para él. Se sigue sintiendo devastado, hay algo que le impide no superarlo. Hay algo dentro que sigue roto y no sabe cómo repararlo. Quiere maldecir en voz alta, sin embargo se queda quieto, esperando a que los latidos de su corazón vuelvan a su ritmo normal.

«¡Papá (no) quiere una cita!» [NamSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora