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Luego de aquel divertido juego de escondite en el parqué se dirigieron entre risas a alguna cafetería cercana, haciendo o diciendo cualquier tontería que se les ocurriera.

Trollino observaba como Mike reía, reía como si no sintiera toda esa tristeza, y aquello lo hacía pensar.

En estos momentos su sonrisa era tan grande como su dolor.

Entraron al local, dirigiéndose a una mesa grande y con sillas sobrantes para los amigos de Sparta, quienes por alguna razón se demoraban mucho.

─Oigan oigan, ¿Que le dice una impresora a otra?

Habló Timba, todos voltearon a verlo arqueando una ceja, esperando cualquier respuesta estupida y que inevitablemente los haría reír.

─¿Esa hoja es tuya o es impresión mia?

Soltó una risa, sin poder evitarlo algunos soltaron risas ahogadas. Mike observo al peliazul casi serio, casi, porqué también quería reírse.

─Si en estos momentos tuviera un vaso con agua, te lo tiraría encima, tío.

─Vale vale, lo siento.

El azabache volteó a observar a Sparta quien escribía en su celular, luego lo guardo en su bolsillo y observo a los chicos sonriente.

─Mis amigos no tardan en llegar.

─Eso dijiste hace rato.

Se burló Rius, ocasionando mas risas. Pasaron unos cuantos minutos de risas, burlas y chistes malos, hasta que unas voces desconocidas para la mayoría llamaron la atención de todos.

─Hey.

Saludó un chico de cabellos azules de un color mas intenso que las hebras azules del chico de lentes, estaba acompañado de un peligris que parecía un gato asustado y un pequeño niño que estaba muy alegre.

─¡Flex, Acenix! Al fin...

Exclamó Sparta, los chicos que estaba sentados miraban algo confundidos todo, ¿Eran los amigos de Sparta? Era muy obvio pero aun estaban perdidos

─¡Yo también estoy aquí!

Protestó aquel pequeño niño, parecía que de verdad quería... No, necesitaba atención urgente, el de orbes celestes soltó una risa encogiendose despreocupadamente de hombros.

─ Nos tardamos mucho porqué me dejaron cuidando al niño bizco de Agapito, al final tuve que traerlo...

Contó el chico de hebras azules, se sento en uno de los asientos vacíos dejando a su lado en otra silla al niño castaño, siendo imitado por aquel peligris.

─Bueno compas, ellos tres son Flex, Acenix y Agapito, y chicos, ellos son Raptor, Victor, Mayo, Rius, Timba, Trolli y Mike.

El castaño menor apuntaba a los nombrados, estaba emocionado que sus dos grupos de amigos se conocieran, o bueno, que una mitad conociera al otro.

─ Buenas~

Saludó el peliazul, Flex, este observó al peligris y con la mirada le dijo algo, Acenix volteó y sonrió, una manera de saludar sin necesidad de palabras.

─Que callaos' sois.

Habló el niño al ver que todo se habia tornado muy incómodo cuando llegaron, y que digamos, Agapito siempre diría lo que piensa sin importar si incomodaba a las personas. El ruido de un teléfono hizo que Flex sacará este de su bolsillo, se levantó y con un movimiento de cabeza se disculpo, saliendo para contestar.

─Tiene un triángulo amoroso, y no se decide el pobre, lo andan molestando  siempre para que elija a uno.

Habló el pequeño niño, todos voltearon a ver a Sparta quién reía como si fuera una foca.

─No puedo regañarlo porque dice la verdad.

Se excuso, haciendo reír a todos. Mike volteó a observar al pequeño niño, arqueando una ceja.

─ Tiene la mente muy perturbada para ser un niño, ¿Que le haz enseñado Sparta?

─Pero no me culpes a mi, soy la persona mas santa que conoceras.

─Claro...

Dijo esta vez el peliplateado, rodando sus ojos divertido, recibiendo una mala mirada por parte del de orbes celestes.

─Bueno, tengo hambre. Ire a comprar chocolate, bai.

Interrumpió el castaño mientras se levantaba para comprar su preciado chocolate, pero se detuvo al sentir al pequeño niño abrazándole la pierna, por lo que se quedo totalmente inmovil, frunciendo sus labios y con un leve rubor en las mejillas.

─¡Yo también quiero!

Los chicos quienes veian desde la mesa comenzaron a reír, el azabache ladeó su cabeza mirando con ternura la escena, y sin poder evitarlo imagino al castaño siendo esposo de el y padre de un pequeño niño, agitó suavemente su cabeza intentando convencerse de que era una idea estúpida, pero fue totalmente en vano: Estaba locamente enamorado de Mike, y para el amor no hay límites.

Depresión || Mikellino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora