Depresión || Mikellino.

26

─No puede ser...

Mike frunció su ceño intentando recordar la última vez qué vio a Timba llorar. Había pasado tanto tiempo que no lo recordaba. Suspiró.

─¿Cómo no lo note? Ha de ser toda mi culpa. Todas las veces en las que lo rechace solo para ver lo tierno que se veía haciendo un puchero...

Pasó su mano por sus ojos quitando las lágrimas, el castaño bajo su vista observando la mesa, su mirada estaba completamente apagada y las ojeras no ayudaban a su aspecto. Trollino habló.

─No Timba, no es momento de culparse. Ahora lo mas importante es ayudar a Rius con su problema...

Dijo, el peliazul asintió con una débil sonrisa. El azabache volteó hacía Mike.

─Por cierto.. Mike.

El castaño volteó vagamente observando al de ojos azul electrico.

─¿Uh? ¿Sí?

─¿Cómo sabías sobre el trastornó de alimentación?

─Bueno... Si no fuera porqué le pregunte a la psicologa de distintos problemas y los síntomas hubiera salido antes de allí, al fin mi curiosidad sirve de algo más que no sea liarla.

Pasó su manó por su nuca, esperando qué el azabache no le preguntara respecto a la cita con la psicóloga, a la cuál falto. Al contrario de ello sonrió de lado.

─No lías nada Michael.. Ahora hay qué apoyar lo más que se pueda a Rius, podriamos hacer que vaya al psicólogo junto a Sparta.

─También mañana podríamos invitar a los demás compas y jugar al escondite o algo, así podríamos animarlo.

Y así comenzó una lluvia de ideas para apoyar al albino, el cual pasaba una situación realmente difícil. Finalmente entre risas y chistes malos llegaron a una idea final.

(...)

Pestañeo un par de veces acostumbrándose a la luz del día, observando a duras penas el techo de color solido, se levantó apoyándose por sus brazo, su mano disponible la puso en su garganta, aún ardía.

Unos golpes en su puerta se escucharon, vagamente se levanto, arreglando un poco su cabello. Abrió la puerta encontrándose con unos ojos morados.

  ─Oh.. Hola Mayo, ¿Que haces aquí tan temprano? 

─No respondes a los mensajes y caminar hace bien. ¿Quieres salir un rato junto a los compas?

─Por supuesto. ¿Ahora?

El peliplateado asintió, Rius le indicó que entrara con un ademán de mano. Mayo se sentó en un sofá.

─Esperame aquí, ire a cambiarme.

Pasaron unos cuantos minutos donde Mayo pensaba en Victor y Rius ya había logrado colocarse su atuendo cotidiano, pasó a la sala dónde el peliplateado se paró arreglando sus lentes.

─Vamos.

Ambos salieron del hogar, caminando hacía... Donde solo Mayo sabía, pero el albino no rechistaba, pues confiaba plenamente en sus amigos.

─¿Y los demás?

─Nos están esperando.

Sonrió de lado, el albino se encogió de hombros restandole importancia a la situación.

─¿Y como ha ido tu relación con Victor?

Preguntó, inmediatamente las mejillas del ojimorado se ruborizaron intensamente, volteó su mirada intentando ocultar ésto.