Cap. 8

84 12 21
                                    

Una lluvia se desató en medio de la madrugada, comenzando a ganar territorio por los cielos y caer con fuerza sobre las calles ya inundadas.
Charcos enormes y lodo se encontraba por todos lados, los autos nocturnos atravesaban dichos charcos, mientras que la mayoría de las personas descansaba en ese peculiar mundo irreal donde eran invitados cada noche, un mundo de sueños.

Y entre todas las personas, había alguien quien se desvío del camino alegre, regresando de golpe a su realidad.
Abrió los ojos abruptamente. Sus ojos tardaron en reaccionar a las luces, supo que todavía estaba en su habitación, con una melodía lluviosa para sus oídos, movió el cuerpo hasta quedar sentado por completo.

--Bulma...

La tibieza de unos labios invisibles que rozaban mágicamente su boca, teniendo que resistirse a sus recuerdos nostálgicos de su vida al lado de ella, resignadose nuevamente.
Ya había entrado en razón, pero era tan difícil negarse a no amarla nunca. En su corazón por primera vez sintió la esperanza: ella volvería.

Suspiró hondamente por otro mal sueño, y se dejó caer suavemente a su cama, el ventilador del techo fue su distracción a esas horas...

Mientras tanto, otra pareja de enamorados dormían plácidamente abrazados.
Si, una anomalía de su ciudad eran los bipolares cambios del tiempo. A pesar de ser verano con esos calores brutales, llegaban cortas lluvias que traían frialdad por instantes. Así que, ambos se acurruca ante entre sí, envueltos en las sábanas.

Piccolo apretaba su pequeño cuerpo, sujetandola con fuerza de su cintura, dejando reposar su barbilla en la cabeza de Yany.
Con respiraciones pausadas, sumidos en aquel sueño tranquilo, era el clima perfecto para acompañarles.

-No... No fue mi intención...-de sus labios se escaparon unas torpes palabras.

Simplemente se acercó más a él para sentir de su calor, ignoro que Piccolo haya hablado entre sueños, y siguieron así hasta el amanecer.

¿Por qué dormían juntos?
Llevaban exactamente una semana repitiendo esa rutina, Piccolo se quedaba temporalmente por las noches, y el motivo era para pasar tiempo con ella y dejar a su amigo razonar todavía la situación.

Dicen que los amigos no se dejan en las malas, pero para Vegeta la soledad le bastaba. Tener compasión y apoyo solo ocasionaba más debilidad, agradecido se encontraba con la muestra de Piccolo de darle su privacidad y tiempo.

Ahora solo se topaban rara vez, actuando lo más natural. La realidad seguía distorsionada para ese entonces.

En otro país, uno específicamente amplio y famoso, lleno de personas y rascacielos, de vida y diversión por las noches, así como actividades novedosas día con día, allí se había instalado una nueva mujer, Bulma.
Tenía pocos días en los cuales aprovecho para explorar de punta a punta la ciudad, maravillandose de todas las cosas, conociendo y obviamente extrañando.

Cuanto daría por ser los tres en esa ciudad, dando un cálido paseo pero agobiante sin embargo, reír todos juntos... Poder abrazar y besar a Vegeta a escondidas de su amigo cercano.

En su habitación estaba ella, con el único deseo de poder descansar.
Llevó sus manos a su cuello, tocó su collar. Inevitablemente le pensó otra vez.
Era uno de los detalles más valiosos que tenía por parte de Vegeta.

La mañana rozo algunas zonas del planeta, era la alarma para otro grandioso día.

Dando puños hacia al frente sin detener los pies, iba trotando sin cansancio por el extenso parque.
Los rayos de sol molestaban pero solo poco, Goku ya iba por allá de su séptima vuelta completa al parque, le faltaban solo tres para marcharse a casa... Claro, sin olvidar pasar primero por su desayuno a su restaurante favorito.

El galán [AU-DB] #PacmanAwards2019 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora