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Irene miraba a la pantalla y en un instante miró a Sadie, quien se encontraba viendo horrorizada la escena. La rubia señaló la pantalla y sonrió.

-Es coña, ¿verdad? – la pelinegra no podía contestar, su mente estaba en blanco. – Sadie, dime que es broma.

¿Por qué le costaba tanto decir un ¨si, es una broma¨? Solo estaría mintiendo por la situación y la privacidad de Jeon Jungkook. Si, tenía que actuar. Pero al ver otra vez la pantalla vio que Irene había abierto el informe, mirando así su foto y sus datos personales. Ahí fue cuando actuó.

-¡Que haces! Deja eso – le pegó un manotazo a su amiga y rápidamente apagó el portátil.

- ¿Cómo puede ser que trates a un famoso... – dijo su amiga seria, pero sabía que por dentro solo se estaba burlando de ella. - ...y no digas nada?

- Datos personales, imbécil – era una de las pocas veces que había insultado a sus amigas. Pero esta vez se lo merecía. - ¿Sabes el revuelo que se puede hacer?

- No iba a decir nada, tranquila - levanta las manos en señal de paz – pero que sepas que es muy fuerte.

-¿No me digas? Es uno de mis pacientes especiales. Se lo que es – la rubia se rió.

- No pensé que ese chico tuviese miedo a las chicas – ella miró al suelo.

- Kook ya ha superado eso, solo tiene una sesión que acabar – Irene solo emitió un 'mmm' - Irene, por favor, no cuentes esto a nadie.

- No se lo voy a decir a nadie, te lo prometo – se levantó y palmeó su hombro – pero me tienes que contar muchas cosas.

Por suerte Irene dejó de hacer preguntas y ella agradecía internamente por eso. ¿Estaba tranquila? No, pero se conformaba con que su amiga se callase lo ocurrido. Tenía unas ganas inmensas de llamar a Jungkook y comentarle lo que había pasado, para relajarse ella diciéndoselo a alguien. Pero recordó que esa misma tarde quedaría con Jimin.

Podría hablar de eso con él, ¿verdad?

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.

En la entrada de su casa se encontraba él, observando como Sadie se acercaba y le daba un abrazo. Jimin le correspondió y abrió la puerta principal.

-¿vas a pasar? – dijo en un tono divertido y él se encogió de hombros. No había tensión en el ambiente pero si un poco de incomodidad.

- Solo si tú me dejas – la pelinegra le accedió el paso y el entró. Miró la bolsa que llevaba y se la entregó a su amiga. – son unos dulces, para comer después.

Sadie se sonrojó y lo llevó a la sala. Encendió los altavoces y le dijo a Jimin que pusiese lo que quisiera, mientras hacía algo para merendar. Este la siguió a la cocina, mirando todo lo que estaba en su campo de visión. Era una casa minimalista y moderna. Le gustaba el estilo de Sadie. Ella puso en marcha la cafetera.

-No sabía que tuvieses una casa tan bonita – ella sonrió y se sentó al lado de él, en unas sillas que tenía la cocina.

- Gracias, aunque últimamente está hecha un desastre porque no tengo tiempo. – dijo con una mirada triste.

- ¿Por la oficina? – preguntó Jimin un tanto...confuso. Ella negó.

- Pronto tengo una boda en España. Voy a tener que comprarme un vestido y decirle a mi amiga que haga algunas cosas por mí – se levantó y puso el café en los vasos. El de puntas naranjas asintió y le ayudó a llevar todo a la mesa.

- ¿De quién es la boda? – ella hizo una mueca.

- De una de mis mejores amigas de allí. – Suspiró y puso la canción ¨Piggyback¨ de Melanie Martínez – ha pasado tanto tiempo que no sé ni con quien se va a casar.

- ¿No os manteníais en contacto?

- sí, pero solo sé que su nombre es Matías – bebió un poco de su café. – no tengo ninguna foto.

- Ah...entiendo. ¿Y cómo te fue hoy en el día? – ella bajó la mirada.

- Una amiga se ha enterado que trato a Jungkook – el abrió la boca sorprendido – no es kpoper, me ha prometido que no le dirá a nadie pero aun así estoy insegura...

- si te dice que no se lo dirá a nadie confía en ella – él la acercó pasando su brazo por sus hombros. Ella cerró sus ojos, estaba cansada. – por algo es tu amiga.

-Sí, supongo – se apoyó en su hombro con los ojos cerrados y Jimin sonrió embobado, menos mal que ella no lo podía ver.

- No te preocupes por esas cosas, no tiene importancia – acarició su cabello. Las sensaciones que sentían no se podían expresar. Ella sentía una calma absoluta a su lado y él un torbellino de emociones sin nombre puesto. Así pasaron los minutos, contagiados en esa atmosfera tranquila. La canción se terminó y pasó a otra llamada 'lights down low' de Max.

- Si – la voz de Sadie se oyó. Él se apartó de ella con el ceño fruncido y la pudo ver sonrojada.

- No entendí – se rascó la nuca con una sonrisa nerviosa.

- sí, quiero intentar algo contigo, Jimin – el agachó la cabeza – de verdad.

Él no dijo nada y la abrazó fuerte, inhalando su aroma y sonriendo. Sin duda intentaría hacerla muy feliz.

Pero había un gran problema.

¿Debería decírselo a sus compañeros?

Mi Psicóloga (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora