28. Miedo a perderte

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28. Miedo a perderte.

1/3 MARATÓN DE NAVIDAD.

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Jimin cogió su chaqueta y se dispuso a salir de su apartamento. Suga lo miró indiferente, pero por dentro estaba preocupado. Al día siguiente tenían un concierto, y no quería que su amigo colapsase por cansancio. Sabía que el menor era muy responsable, y seguramente estaría de vuelta en unas horas. Pero aun así tenía una ligera sobreprotección con el chico. Ya se había desmayado otras veces por no descansar lo suficiente.

-Jimin - pronunció el otro antes de que su amigo cerrara la puerta.

-¿sí? - preguntó el pequeño de los dos.

- No te tardes mucho - dijo, dándole a entender su preocupación. Jimin hizo una mueca.

- Vale - y con una pequeña reverencia, se marchó del lugar.

Suga miró a Jin, que entraba en la sala suspirando.

-Este niño, ¿por qué oculta que está con una chica? - dice derrotado, sentándose al lado de su amigo.

- quizás por miedo - respondió.

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Sadie estaba limpiando un poco su casa, estaba muy desordenada y sucia. Básicamente no tuvo tiempo en toda la semana para limpiarla, así que se puso manos a la obra en cuanto volvió de la consulta. Jungkook no podría ir al día siguiente, ya que tenía un importante concierto, o al menos eso dijo él. Solo deseaba que los chicos lo hiciesen bien y que tuvieran mucho éxito. Sobre todo su querido Jimin.

Tocaron el timbre, cuando vio se impresionó al ver a su novio. Lo dejó pasar, el dejó unas bolsas en la mesa del salón y abrazó a la pelinegra. Ella le correspondió.

-Te he echado de menos - susurró cerca de ella. Sadie sonrió.

- Yo también - se separó, lo miró de arriba para abajo - ¿Cómo estás?

- Bien, y ahora mejor que te veo - ella rió. - me gusta cómo te queda la pijama.

En ese momento se dio cuenta de cómo estaba frente a él: tenía el pelo despeinado y una ropa holgada. La pijama le quedaba grande, además que era de corazones y peluches.

Era normal, ya que estaba en su casa, no iba a llevar un vestido para caminar por casa.

-Ah... gracias - dijo avergonzada - estaba limpiando.

- ¿te ayudo? - propuso el sin pensarlo. Ella negó rotundamente. - ¿por qué?

- Un pajarito me dijo que mañana tienes concierto, y tienes que tener energías - el hizo un puchero.

- ¿El pajarito es la rata? - ella asiente con dulzura.

- Deberías dejarle de llamar así - el bufó - me da pena.

- A mí no - admitió - a mí me hace risa.

La menor le dio un leve golpe en el brazo antes de alejarse de él. Él sonrió embobado.

-Deja que termine - explicó ella - puedes ponerte cómodo. No tardo nada, lo juro.

- Vale - pero la próxima vez te ayudo a todo - la señala - no me gusta verte limpiar y no hacer nada.

Y era verdad, tenía muchas ganas de ayudarla, pero sabía que no podía gastar muchas energías. Mañana sería un día largo y se requería de mucha energía para aguantarlo.

La pelinegra terminó todo lo que tenía que hacer, y cuando se sentó junto a él lo abrazó.

-No pensé que vinieses hoy - dijo Sadie - creí que te irías a dormir temprano.

Mi Psicóloga (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora