51. Siempre voy a estar para tí, señorita Sadie.

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51. Siempre voy a estar para tí, señorita Sadie.

Sin duda, para Sadie era un día extremadamente hermoso, aunque no hiciese sol ninguno. Hace un par de días había dado una tregua el mal tiempo, cosa que aprovecharon los compañeros de Jungkook para hacer un picnic en la playa. Sin embargo, las lluvias habían vuelto con más intensidad, bajando las temperaturas, haciendo que Sadie tuviese que sacar toda su ropa de otoño.

No se sabía con exactitud si iba a llover a lo largo del día, pero ella rezaba porque no fuese así, pues tenía una cita muy importante con el señor Jeon en su consulta.

Ya no podía posponer más el trabajo aunque quisiera, ya que había muchos pacientes que atender y necesitaban con urgencia la ayuda de la pelinegra. Irene podía llevar el papeleo, sin embargo, no tenía un título de psicología.

La chica le intentó pagar a su amiga por todo lo que había hecho por ella, cosa que Irene rechazó de inmediato. Al final Sadie le metió el dinero en su chaqueta cuando la rubia no estaba pendiente de ella. Y también, como había prometido, esa misma mañana llamó a una gran empresa que buscaban secretarios con experiencia recomendándole a su amiga.

-Así que has dejado a Jeon para lo último, ¿no? – dijo la rubia levantando las cejas. Sadie rio negando con la cabeza. Irene tenía razón, había dejado a Jungkook de último a propósito.

-Seguramente querrá irse a una cafetería o a otro lado con tal de no quedarse en este lugar. – Observó la consulta con una sonrisa en su rostro – no sé por qué odia tanto la consulta, no entiendo.

-Yo creo que lo que quieres es que tenga más ganas de verte haciéndolo esperar – Sadie se sonrojó un poco ante ese comentario, Irene solo se carcajeó de ella como si le fuera la vida en ello.

-Sabes que no es así solo...

-Ya lo sé, era una broma. – Irene miró el pequeño despacho que Sadie le había proporcionado y suspiró. – la verdad, me hubiera encantado estar aquí trabajando contigo más tiempo. Eres una gran jefa.

-Supuestamente esa empresa también trata bien a sus empleados, por eso te recomendé ahí – la rubia sonrió y abrazó a su amiga, tomándola por sorpresa.

-Gracias Sadie por todo lo que has hecho por mí – susurró. Sadie correspondió el abrazo. Quería mucho a su amiga y haría cualquier cosa para ayudarla.

-De nada. – abrió los ojos y se encontró con la mirada oscura de alguien que se acercaba. Aunque llevaba un cubre bocas, podía saber con total seguridad que sonreía. Y no le sonreía a cualquiera, sino a ella. Cuando se separó de Irene, el acortó los pasos para quedar más cerca.

-Hola – dijo el pelinegro. La rubia sonrió maliciosamente y suspiró.

-Hola señor Jeon, Sadie, se me han olvidado unos papeles en la oficina. Nos vemos mañana, ¿sí? – Sadie sonrió cómplice y asintió – que tengáis una linda consulta.

Les guiñó el ojo y se fue bajo la atenta mirada de la pareja.

-Me cae bien tu amiga – dijo quitándose el cubre bocas cuando se quedaron totalmente solos.

-Me alegro, es muy simpática y... - no le dejó terminar ya que se acercó a ella y presionó sus suaves labios con los de Sadie. La pelinegra cerró los ojos después de unos segundos y se dejó llevar por Kook. Sus labios se movían lentamente, sin prisa, sin necesidad. Ella enroscó sus brazos alrededor de su cuello y él abrazó su espalda baja quedando más pegados.

Al separarse, se miraron a los ojos y Kook sonrió con inocencia.

-Me encanta como te ves hoy – dijo sin despegar su vista de sus orbes oscuros. No llevaba nada del otro mundo, unos vaqueros ajustados y una camiseta gris con un estampado dorado. Su pelo estaba suelto, dejando libre su cabellera corta rizada. Sadie se sonrojó.

Mi Psicóloga (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora