Lucy murió y nació Katrina Montekbull.
La mujer de hielo, aquella que vive únicamente para cobrar venganza.
A muy corta edad rompieron su corazón y robaron su inocencia de la manera más cruel, ahora deben de pagar una a una cada lágrima.
Crearon un...
Me dediqué a mirar a James Baylee durante mi discurso; no me quiero perder ni una sola de sus reacciones al escuchar mis pistas... ¿en serio es tan ciego?
—Sí... el dolor me hizo llegar hasta aquí. Cuándo mis padres fueron asesinados, me sentí perdida, pensé que mi vida acabaría, sin embargo no fue así. Y mírenme... ahora soy el triple de fuerte de lo que un día fui, y es por eso que les puedo asegurar, que en la oscuridad también se aprende. Muchas gracias a todos por estar aquí, espero que estén disfrutándolo —agradecí con una sonrisa y todos se pusieron de pie, aplaudiéndome conmocionados.
—¡¡¡Te amo!!! —me gritó Liam y reí enternecida, lanzándole un besito.
Después del desfile, la fiesta inició; la mayoría está bailando o bebiendo. Yo me he dedicado a observar a todos y a degustar mi copa de champagne. Liam está hablando con la tal Nancy... sí, así es, asistió ya que mi querido esposo la invitó... ¡¡¡y yo no sabía!!!
—¿Puedo hablar contigo, Katrina? —me preguntó James en un susurro, a mis espaldas. Le miré y asentí con mi cabeza, sin otra respuesta que darle. Me tomó del brazo y me llevó lo más lejos de todos.
—¿Qué sucede, James? —averigué.
—No, ¿qué demonios es lo qué sucede contigo? ¿Ya te entró el amor de esposa? ¡Ridícula! —me insultó furioso.
—Mira la forma en la que me hablas, ¿quién te crees, Baylee? Yo me acuesto con quién se me dé la gana, tú ni nadie me va a decir que hacer. Te aclaré que si no nos hemos visto durante este tiempo más que para tus sucios negocios, es porque me estoy recuperando, y porque no quiero levantar más sospechas. ¿Qué parte de eso no entendiste? No soy de tu propiedad, qué pena...
—No lo soporto más, ¿por qué no simplemente lo sacamos del camino? Yo puedo encargarme —afirmó y mi sangre se congeló.
—Nunca te atrevas a meterte con Liam, porque te juro que lo lamentarías muchísimo —le advertí y él rio, levantando las cejas divertido.
—¿Por él? —cuestionó.
—Es el padre de mi hija, él es intocable. Toda mi familia lo es —le avisé y sólo me miró guardando silencio.
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—¿Por qué? ¿Por qué te ayudaron todo este tiempo con lo de tus padres asesinados? Por cierto, jamás me comentaste eso —señaló.
—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Baylee —le respondí.
—Te quiero mañana a las tres de la tarde, en un departamento que rentaré casi saliendo de la ciudad. Si no vas, le diré a ese imbécil la verdad, y tú tendrás la culpa, porque me estoy desesperando —me amenazó.
—No hace falta amenazar, envíame la dirección y ahí estaré. Y te recuerdo que en el momento en donde tú abras la boca, yo también abro la mía. —Entré de nuevo y choqué con David... ¡lo qué me faltaba!
