Lucy murió y nació Katrina Montekbull.
La mujer de hielo, aquella que vive únicamente para cobrar venganza.
A muy corta edad rompieron su corazón y robaron su inocencia de la manera más cruel, ahora deben de pagar una a una cada lágrima.
Crearon un...
Me siento en el ojo del huracán; ¿qué voy a decir ahora? No me salen las palabras...
—En las fotos se ve claramente, cómo usted entra junto a James Baylee a uno de los hoteles más famosos de la ciudad, ¿qué puede decirnos respecto a eso, señora Katrina? —demandó otra chica y en mi mente sólo aparece Liam, Anne y mi hija.
Quise responder pero comenzó a dolerme muchísimo la cabeza, todo giró muy rápido a mi alrededor y el peor dolor que pude sentir en mi brazo izquierdo, me derribó . Escuché a todos gritar mi nombre y fue... fue lo último...
*** Abrí mis ojos poco a poco y vi a Liam junto a mí, mirando con tristeza hacia una enorme ventana. Noté miles de cables en mis brazos y los nervios me poseyeron, ¿¡¿qué me ha pasado?!?
—Liam —logré decir con esfuerzo. Él me miró de inmediato y se levantó rápidamente de la camilla, llamando a gritos a alguien.
Un doctor entró apurado y empezó a revisarme detenidamente, dejándome todavía más confundida.
—¿Cómo se siente? ¿Recuerda lo qué pasó? —me preguntó el hombre, al tiempo en que examinaba mis ojos.
—No —contesté, sintiendo mis ojos cerrarse otra vez.
—No, no cierres los ojos de nuevo, por favor, por favor no me hagas esto —me rogó Liam, tomando mi mano.
—¿Qué me pasó? —pregunté en un hilo de voz.
—Sufrió un infarto y llevaba dormida dos semanas —me respondió el doctor —. ¿Cómo se siente en este momento?
Yo... ¿estaba en coma?
—Me duele mucho la cabeza...
—Es normal, se llevó un fuerte golpe al caer —señaló, tratando de despreocupar a Liam.
—Tenemos que hacerle un par de chequeos para ver si todo está bien, vuelvo en unos minutos solamente, ¿okey?
—Vaya, no se preocupe, yo estoy con ella —le dijo Liam y el doctor salió.
—Me siento muy confundida aún —murmuré y él acarició mi mejilla con dulzura.
—Nunca, escúchame bien, ¡nunca!, te atrevas a dejarme, Katrina. —Besó mi mano y una lágrima se le escapó, por mucho que trató de reprimirla.
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—Nunca haría eso, lo prometo —le prometí, acariciando su mejilla.
—Sé que no es el momento indicado para hablar de esto, pero, necesito hacerlo —musitó.
—¿Qué ocurre?
—Lo que pasó, me recordó que te amo más que a mí mismo —reconoció con su voz totalmente quebrada —. Te amo, te amo más de lo que puedes pensar, y te juro que si en algún momento me faltas, me muero.
