• El Secreto •

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Debía ser pronto, bastante. El sol había desaparecido de la ventana y la luna ocupaba su lugar, lo único por lo que se podía distinguir los muebles de la habitación eran por las tenues sombras que se formaban. Volví a cerrar los ojos y estuve un rato intentando dormirme de nuevo.

Cuando casi lo había logrado un crujido me hizo saltar, lo ignoré recordando al hipogrifo que dormía en el tercer piso pero varios crujidos más volvieron a sonar y todos venían del pasillo.

Noté un sudor frío recorrer mi cuerpo por el miedo, aunque podría ser cualquier persona era demasiado pronto como para que alguien de los que estábamos en ese piso se hubiera despertado.

Abrí los ojos con cuidado y parpadeé varias veces para poder ver mejor la habitación, todo normal, como los días anteriores. Me incorporé en la cama, solo saldría al pasillo y comprobaría que todo estaba bien, después me podría volver a dormir.

Mordí mi labio para no dar un bufido y agarré mi varita de la mesilla intentando convencerme de que todo había sido imaginación mía.

Para dormir, Sirius me había dejado una camiseta suya que me quedaba casi como un vestido, así al menos podríamos limpiar la que había traído y la única que actualmente tenía.

El suelo resonó en mis pies y me paré en seco antes de abrir la puerta, con miedo lo hice lentamente y salí al pasillo que se encontraba igual, estaba a oscuras pero no había nadie. Me quedé al lado de mi puerta unos segundos quieta y callada para poder concentrarme.

De fondo había unos susurros tenues, me sorprendí ¿Quién iba a estar hablando a estas horas?

Bajé las escaleras agarrando mi varitas fuertemente preparándome para lo que fuera, un ladrón, un mortifago, quizás hasta un traidor... Me quité esa idea de la mente.

En el primer piso los susurros se empezaron a escuchar mejor, aunque eran tan tenues que aún no se podía reconocer ni de quien eran ni lo que decían.

En el salón no había nadie, vacío, el cuadro de la madre de Sirius estaba tapado con una cortina y descansaba debajo de ella. Desde fuera se veían las luces de las farolas y todo podría haber sido un lugar perfecto para una película de miedo.

Fue en el pasillo cuando ya empecé a reconocerlo todo un poco mejor. Al final en el comedor había una luz tenue, como si fuera fuego, amarillenta y serpenteante.

Me quedé en la puerta del comedor al llegar intentando escuchar lo que la persona misteriosa decía.

X—Te extraño, papá—me quedé helada, era una voz femenina que hablaba en español con naturalidad.

Padre—Yo también, cariño—agradecí a todos los dioses por poder entender lo que decían y notar perfectamente el acento latino que tenía el hombre.

Me asomé por el marco de la muerta, un cuerpo delgado estaba agachado a la altura de la chimenea mirando en su interior, pelo rubio y de piel Morena, no tardé en darme cuenta que se trataba de Meredit, no interrumpí, quería saber de lo que hablaban.

Meredit—¿Qué tal... Qué tal está ella?—se sorbió los mocos como si estuviera llorando.

Papá—En el colegio la cuesta mucho hacer amigos mija, a lo mejor habría sido mejor idea haberla llevado al que tú...

Meredit—Papá, ya hemos hablado de esto, si fuese a Hogwarts todo el mundo empezaría a sospechar, suficiente tienen ya con lo de Voldemort y mi vuelta.

Papá—Ya lo se cariñito, pero piénsalo, no tiene amigas y se pasa sola todo el tiempo ¡Este año me mandaron cinco cartas diciendo que había pegado a sus compañeros! Mija, solo tiene 12 años ¿Dónde quieres que acabe si sigue así?

Hogwarts Scars   [ESP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora