• La Madriguera •

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Haberme acostado más temprano de lo normal me ayudó para que al levantarme pudiera encontrar la ducha totalmente vacía, sin embargo, nada más entrar ya había alguien llamando a la puerta.

Emma—¡Ocupado!

Elías—¡Vamos Mía! ¡Me tengo que duchar!

Emma—Pues vete al otro baño, acabo de entrar—le di al antiguo manillar y el agua empezó a salir poco a poco.

Intenté que la ducha fuera rápida, robé algunos botes de producto que había en algunas estanterías y empecé a pensar en todo lo que estaba a punto de suceder.

Iría a la casa de los Weasley, podría ver de nuevo a Hermione, Ron e Izzy.

Por fin.

Aunque mi descanso no hubiera sido superior a un mes, parecía que hacía una eternidad que no los veía o siquiera hablaba con ellos. De hecho pensé en que con las únicas personas con las que había cruzado palabras en cartas había sido con Hermione e Izzy y un poco con Harry. Me pregunté por qué no había escuchado nada de Ron y supuse que simplemente no habíamos tenido la oportunidad, ni él me había escrito a mí ni yo a él, tenía unas ganas increíbles de verlo y le echaba de menos, pero a distancia podíamos parecer perfectos extraños.

La puerta volvió a sonar y grité para que no entraran.

Harry—¿¡Por qué os tenéis que duchar todos por la mañana?!

Suspiré y reí débilmente.

Emma—¡Vuelve más tarde a probar suerte!—esperé a una respuesta pero solo dió un golpe a la puerta—¡Y termina de hacer el baúl que nos recogen esta tarde!

Supuse que se había marchado así que terminé de ducharme y salí poniéndome algunas prendas de las que habíamos comprado ayer.

Bajé las escaleras al recoger de nuevo el baño y pude distinguir cómo el movimiento había disminuido notablemente.

En el piso inferior ya no estaban Sirius y Harry rehaciendo por décima vez la maleta del chico, solamente había un sonido lejano de agua y supuse que alguien se habría hecho con el baño de esa planta.

Remus, Sirius y Harry se encontraban en el comedor desayunando lo que parecían ser cereales y me di cuenta por primera vez del hambre que tenía.

Emma—¡Kreatcher!—supliqué al entrar en el comedor notando como mi barriga se hundía, el elfo apareció con cara de pocos amigos—¿Me puedes hacer natillas? ¡Por fi!—dije con un hilo de voz mientras me dejaba caer a una silla.

Kreatcher gruñó pero después de haberme arrodillado desapareció rodando los ojos.

Harry se levantó dejando el bol en su lugar—Me voy a duchar—avisó y desapareció por la puerta.

Emma—Buenos días, por cierto—sonreí esperando a mi plato, ambos hombres respondieron con una sonrisa.

Sirius—Perdóname por no haberte ayudado con tus cosas, Harry necesitaba mucha ayuda—susurró.

Emma—No pasa nada, no tenía tanta ropa y ha sido cómodo ajustar todo en la bolsa, muchas gracias de nuevo—Sirius asintió y se terminó su desayuno.

La mañana fue físicamente aburrida pero emocionalmente agotadora, los nervios volvieron recordándome lo mucho que hacía desde la última vez que los había sentido.

Justo después de comer decidimos bajar mi mochila y el baúl de Harry al salón para que así no hubiese un gran problema cuando nos viniesen a buscar.

Emma—¿Y tú qué vas a hacer?—pregunté lentamente sin saber la manera en la que mi amigo me respondería.

Elías—No lo se, le pregunté a Sirius si me podría quedar aquí unos días, al menos hasta que Joanne vuelva ya que le queda poco, y aceptó así que supongo que estaré aquí durante unos días y si Joanne se retrasa tendré que buscarme la vida.

Hogwarts Scars   [ESP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora