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Su corazón palpitaba con una fuerza y una velocidad increíble contra sus costillas, sus piernas ardían ante el agresivo esfuerzo que estaba haciendo al correr, literalmente, siete cuadras hacia el hospital del centro de Chicago. Agradecía infinitamente que Scarly no viviera tan lejos del centro, porque ante la desesperación y el ataque de nervios que se presentó en su sistema nervioso, olvidó por completo que la camioneta del FBI estaba en el estacionamiento subterráneo que poseía el conjunto residencial dónde vivía su ex novia. Recordó aquel vehículo justamente cuando ya se encontraba a tres cuadras del hospital, así que, decidió dejarla allí y seguir corriendo hacia el hospital. El desespero y la ansiedad lo estaban matando lentamente.

Gotas saladas cubrían su frente, deslizándose por sus pómulos y mejillas hasta llegar a su mandíbula y bajar por ésta. Sus labios estaban entreabiertos buscando algo de oxígeno para poder recuperar todo el aire que había perdido ante el extenso maratón. Sus piernas daban largas zancadas, y aunque ardieran como el infierno ante el arduo esfuerzo de correr siete calles, no le importaba en lo absoluto; necesitaba llegar cuánto antes al hospital.

Paró en seco cuando divisó el imponente edificio que se abría paso entre los edificios que se encontraban en aquella calle, suspiró profundamente antes de trotar hacia la entrada de la clínica, y se adentró por la puerta de cristal. Observó el lugar buscando con su mirada a alguien que pudiera ayudarlo a tener noticias sobre Taylor, pero sólo podía estudiar distintos rostros que se encontraban en la sala de espera aguardando por noticias de algún familia o conocido, seguramente. 

Caminó a pasos largos hacia recepción, divisando a una muchacha de cabello castaño, ojos verdes, y piel pálida, escribiendo algo en el ordenador que decoraba el mesón que encerraba su lugar de trabajo. Caminó hacia donde ella se encontraba carraspeando su garganta para poder llamar su atención, ella levantó su mirada y lo observó unos segundos de arriba abajo, hasta que una sonrisa coqueta se asomó entre sus labios.

- ¿Qué desea? – Preguntó mirando fijamente al rizado.

- ¿Puede decirme si Taylor Swift se encuentra en este hospital? – La chica asintió y escribió algo en el ordenador, observó la pantalla unos segundos, y luego miró nuevamente a Harry.

- Sí, aquí está – Afirmó. El rizado suspiró.

- ¿Y cómo se encuentra? – Su voz salió temblorosa, así que, tuvo que volver a carraspear su garganta.

- Está en la sala de cirugía, ingresó con una bala incrustada en su costado derecho. Perdió mucha sangre al parecer, y la están operando – Harry se sintió desfallecer.

Asintió lentamente y bajó la mirada, importándole muy poco la mirada insistente y coqueta que la muchacha detrás del mostrador le estaba brindando. Tragó en seco imaginando cientos de escenarios terroríficos donde su pareja perdiera la vida, y estaba seguro que, si seguía pensando de aquella manera, se desmayaría en cualquier momento.

- ¿Dónde podría esperar? – Cuestionó después de suspirar profundamente y caer en la realidad de nuevo.

- En la sala de espera situada en pabellón – Al escuchar aquella área, sintió sus piernas temblar y su respiración escasear.

No. Ella no podía encontrarse en pabellón.

Harry sabía de antemano que, cuando una persona entraba al área de pabellón, era porque se encontraba realmente grave, con altas posibilidades de perder la vida. Y tenía miedo, miedo de perder a una chica tan magnífica como Taylor. Ya había perdido a Scarly, y ahora que estaba intentando rehacer su vida, el puto destino le arrebataba la oportunidad una vez más.

- Gracias – Dijo sin más, y se alejó de recepción.

Hizo caso omiso al grito que la chica realizó, y siguió su camino hacia el ascensor de esa planta, se introdujo al mismo, y presionó el botón con el número siete marcado en él. Esperó a que el elevador parara, y en cuánto lo hizo, las puertas se abrieron y bajó de la caja metálica caminando hacia las sillas que se encontraban en la sala de espera. Tomó asiento suspirando profundamente, sólo esperaba que todo saliera bien y que ella no muriera.

Someone Look At You | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora