Bella y Edward estaban casados, en su matrimonio todo iba bien, sólo que comenzaron a tener problemas, discutían demasiado; causando que Bella no aguantara más y decidió pedirle el divorcio. Después de un año de divorciados, volvieron a encontrarse...
—Mire, este tiene dos habitaciones, un baño, la cocina con comedor y una pequeña sala— dijo la vendedora, miré el lugar.
—No me gusta para ti, hija— susurró mamá a mi lado, la volteé a ver con el ceño fruncido.
—Solo seremos dos, mamá, no necesito algo más grande— seguí viendo el lugar.
—Lo se, pero no me gusta en donde está ubicado... está muy lejos de donde vivimos, aparte está muy feo— reí bajito.
— ¿Podemos ver otras viviendas?— pregunté mientras acariciaba mi vientre, la mujer asintió con la cabeza y mostró sus relucientes y perfectos dientes.
Salimos del departamento, nos guió hasta unos más costosos y mucho más grandes, Mamá estaba encantada pero me era demasiado, sólo para mí y el bebé que vendría en caminó. No me decidí por ninguno, los últimos que vimos eran demasiado costosos y grandes, así que no. Ya vería a donde me iría a vivir.
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Estaba recostada en la cama, mi espalda me estaba matando sentía que me iba a romper por la mitad, bufé. No podía acomodarme bien pues mi vientre ya estaba enorme, estar embarazada no era para nada fácil.
Mi pequeña comenzó a moverse mucho, lo que me faltaba que no me dejara dormir, tallé mis ojos.
—Nena, hoy podrías dejar dormir a mamá, por favor— acaricié mi vientre, sentí una patadita, esperaba que fuera un sí, apague la lámpara y cerré mis ojos, tardé un poco en conciliar el sueño pero lo logré.
Estaba durmiendo tan plácidamente que sentí algo líquido resbalarse por mis piernas, la ropa de cama estaba húmeda, confundida encendí la lámpara.
La bebé ya venía.
Sentí un poco de dolor en mi vientre, traté de levantarme de la cama pero el líquido que estaba saliendo de mí era muy resbaloso, me senté en la orilla de la cama y comencé a inhalar y exhalar, me estaban dando unos dolores muy fuertes en la parte baja de mi vientre.
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Se intensificaron más por lo que empecé a chillar del dolor, diablos dolía demasiado. La puerta de la habitación se abrió, Mamá y papá se asombraron al verme en estado de parto, papá rápidamente me ayudo a levantarme de la cama, mientras que mamá tomaba mi maleta y la del bebé.
Salimos de la casa, papá manejaba rápidamente hacia el hospital.
— ¡Auh!— gritaba del dolor mientras acariciaba mi vientre, mamá a mi lado acariciaba mi espalda, en su rostro podía notar miedo.
—Tranquila hija, ya vamos a llegar— contestó papá, cerré mis ojos con fuerza.
Llegamos al hospital, papá dio mis datos y rápidamente me llevaron a la sala de partos, mamá entró conmigo, pues mi papá era capaz de vomitar frente a todos los doctores así que mejor me evitaba esa escena.
