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«Capítulo 47»

dos meses después...

Bella POV

El gran día había llegado, todos se estaban preparando, Jasper y Emmett se encontraban con Edward en nuestra casa, mientras que Alice, Rosalie, Esme y yo en casa de Alice.

Mamá había venido a recoger a Lizzie, ella la prepararía para la ceremonia, de verdad moría de ganas por ver a mi pequeña con su vestido. Estaba nerviosa y emocionada a la vez, era una sensación increíble, a pesar de ya haberme casado una vez con Edward sentía aquella emoción como si fuera la primera vez.

Alice me ayudó a ponerme el vestido, el cual se veía realmente hermoso, estaba ceñido a mi cuerpo lo cual, hacía que mi vientre de seis meses resaltara.

— ¡Dios! Te ves preciosa cariño— Esme tomó mis manos, sonreí alegremente. Ellas ya estaban casi por terminar, habían decidido ir con vestidos de color morado, Alice había sido la de la idea.

Se veían realmente hermosas.

Rosalie se hizo cargo de mi peinado y maquillaje, el cual le había quedado estupendo. Estábamos listas, me ayudaron a bajar las escaleras, en donde nos esperaría Emmett, quien nos llevaría a donde sería la ceremonia.

Mi corazón no paraba de brincar en mi pecho, y mis manos comenzaban a sudar, tomé el ramo de rosas blancas y subí al auto en donde me llevarían hasta nuestro destino.

La boda sería en un hermoso jardín, sabía que todo había quedado perfecto. Confiaba mucho en las cualidades de Alice.

El camino se me pasó rápido, ya que íbamos hablando de temas banales, eso ayudó mucho en calmar mis nervios. Emmett nos ayudó a bajar, y caminamos hacia la pequeña recepción.

Ahí estaba papá, portaba un traje negro con una pequeña flor blanca. Sonreí al verlo ahí de pie, caminé hacia él y lo abracé fuertemente.

—Mira que hermosa te ves— su sonrisa subió hasta sus ojos, provocando un brillo en ellos.

—Gracias, papá— respondí aún con aquella enorme sonrisa, miré hacia afuera, el lugar estaba hermoso, todas las bancas que habíamos puesto estaban llenas, otra vez los nervios aparecieron.

—Nos vamos afuera— musitó Alice a mi lado, asentí con la cabeza y suspiré, comenzaba a dolerme el estómago de lo tan nerviosa que estaba. Vi como todas las personas se ponían de pie y miraban hacia mi dirección, eso significaba que ya debía de caminar hacia el altar.

Antes de comenzar a caminar, mamá colocó frente a mí a Lizzie, quien llevaba un pequeño vestido blanco, en su cabecita una diadema de flores muy pequeñas y en sus manitas una canasta con pétalos blancos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, mi niña se veía hermosa. Mamá sonrió y se devolvió a su lugar correspondiente, Lizzie comenzó a caminar mientras tiraba los pétalos en dirección a donde yo iba a caminar.

Tomé del brazo a papá, mientras que con mi otra mano sostenía fuertemente el ramo de rosas, seguimos a Lizzie. Me sorprendía lo bien que lo estaba haciendo, era tan pequeña pero entendía bien las cosas; sentí las miradas de todas las personas, mi corazón estaba a mil y mis manos demasiado sudorosas, miré a los invitados y me limité a sonreír, Dios... necesitaba tranquilizarme, tomé un bocado de aire y continué caminando. Hasta que lo vi a él.

Mis nervios desaparecieron y la gente a mi alrededor también, Edward llevaba su traje negro y me miraba con una enorme sonrisa la cual hacía que unas pequeñas arrugas aparecieran en sus ojos. Sonreí también, y sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas.

Papá le ofreció mi mano a Edward, quien la tomó y me ayudó a subir, nuestras miradas se encontraron y sonreímos, se veía perfecto. Los invitados tomaron asiento y el padre comenzó con la ceremonia.