«Capítulo 25»

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Capítulo 25: " Debes de ganarte mi corazón... aunque ya es tuyo "

Bella POV

Después de cerrar la puerta, sonreí alegremente, no podía creer que había ido a detenerlo solo porque quería que me volviera a besar.

Me recargué en la puerta y mordí mi labio inferior sin dejar de sonreír, me sentía demasiado feliz, Edward parecía estar muy arrepentido y no mentiría... sí había extrañado poder besarlo.

Me di una ducha y después me acosté en la cama, mi sonrisa no desaparecía de mi rostro, parecía una adolescente la cual acababa de dar su primer beso con el chico que le gusta.

Me quede dormida.

.

Metí dos panes en la tostadora y me serví un poco de jugo de naranja en un vaso, Lizzie aún no se despertaba, se había quedado hasta tarde despierta pues no se quería separar de su padre la noche anterior, Edward tenía que venir todas las noches a dormirla de ahora en adelante.

Saqué los panes de la tostadora y le expandí un poco de mermelada de fresa, comencé a desayunar. Luego hice lo de siempre, comencé a limpiar la sala, sacudí los muebles, le saqué brillo al piso, encendí unas cuantas velas aromáticas. Me gustaba que mi casa oliera bien, y que estuviera todo en orden, me dirigí a mi habitación y hice la cama.

Lizzie se despertó a las diez de la mañana, le di de comer, después le di un baño.

Cuando terminé de bañarla, la cambié y le puse ropa abrigada, pues estaba haciendo frío, algo no muy extraño en Forks.

La dejé en el sofá.

Comenzó a jugar con el osito que Edward le había regalado, mientras ella estaba entretenida comencé a limpiar su habitación, hice su cuna, pase la aspiradora y limpié las estanterías.

—Ma-má— escuché que mi pequeña me hablaba, acomodé sus peluches y volví a la sala de estar.

— ¿Sí?— le pregunté, ella dejó a su osito a un lado y sus ojos verdes me miraron.

—Agua— sonríe, ya comenzaba a decir algunas palabras. Aunque no eran muchas.

Caminé hacia la cocina y en su vasito entrenador, le serví agua, regresé con ella y me senté en el sofá. Extendió su manita y le di su vaso.

—Pa-pá— soltó de pronto, abrí mis ojos como platos, después una sonrisa se formó en mis labios, Edward estaría contento de escucharla.

Besé su cabecita y después la abracé.

—Muy bien, mi amor— dije con felicidad, ella aplaudió.

Esa mañana, salimos al parque, le di un pequeño paseo en la carriola a Lizzie, mi teléfono comenzó a sonar, me senté en una de las bancas de madera blanca que había allí, de mi bolso saqué el teléfono, vi que era Edward.

Contesté, mientras que con la mano libre mecía a Lizzie.

—Hola— respondí con una pequeña sonrisa.

—Hola, ¿estás ocupada?— musitó Edward.

—No, estoy con Lizzie en el parque, creo que necesitaba un poco de aire fresco.

—Oh, bien, quería saber si podíamos salir a cenar esta noche.

Sonreí.

—Claro, ¿dime a qué hora?— mordí mi labio inferior.

—A las ocho... ¿puedes?— preguntó.

—Por supuesto... pero quiero que vengas al departamento cuanto antes posible.

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