«Capítulo 43»

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Bella POV

Ya había pasado un mes, todo iba de maravilla en mi embarazo, comenzaba a notarse un pequeño bultito, cosa que a Edward lo había emocionado.

Y lo entendía, era la primera vez que experimentaba esto, había escuchado que mis padres estaban en Forks, no sabía si lo mejor era invitarlos a venir y darles la noticia, puesto que ellos aún seguían odiando a Edward.

Estaba sumergida en mis pensamientos, que no me di cuenta cuando Edward se había sentado a mi lado.

— ¿En que piensas?— preguntó tomando mi mano, recargué mi codo en el reposabrazos del sofá y coloqué mi palma en la mejilla.

—No estoy segura si debería de invitar a mis padres a la casa— respondí, él simplemente sonrió. No quería que comenzaran a hablar mal de Edward, pero también sentía que ellos debían de estar enterados sobre el embarazo.

—Haz lo que creas correcto, amor— susurró acariciando mi pierna, torcí los labios y me quede pensando.

—Ugh, no lo sé... no quiero que te hagan sentir mal, has cambiado... pero ellos creen que eres el mismo de antes.

—Bella, no te preocupes por mí. De verdad, haz lo que creas correcto, en unos minutos debo volver al hospital, puedes llamarlos mientras yo trabajo— se encogió de hombros, no era mala idea. Pero aún así no estaba segura, no me había parecido cómo le habían hablado a Edward la otra vez.

Suspiré, aún no sabía bien qué hacer.

.

Camine fuera de la cocina, indecisa sobre si debía de llamar o no, Lizzie estaba de pie coloreando una hoja de papel sobre la mesa de la sala. Mordí mi labio inferior, nunca había pensado en que llamar a mis padres me pondría tan nerviosa.

Comencé a presionar los números en mi teléfono, para después juntarlo a mi oreja. El tono se escuchó. Le di un vistazo a Liz, pero ella estaba tan concentrada en la hoja de papel y en el crayón rojo que tenía en la mano.

Al cuarto tono, respondieron.

— ¿Bella?— la voz de mamá se escuchó, tragué saliva.

—Hola mamá— susurré, parecía que estaba confundida y entendía el por qué. Me había molestado con ellos y los había echado de mi casa.

— ¿Qué ocurre?— preguntó con tono serio. Suspiré, comencé a caminar de un lado a otro.

—Necesito que tú y papá vengan, tengo algo de que hablar con ustedes.

—Tú padre está trabajando ahora mismo... pero puedo ir yo.

—Bien, te esperare aquí— dije.

—Bien— dijo antes de colgar la llamada.

Bueno... no había sido tan malo, ahora se venía lo peor, no sabía cómo iba reaccionar ante la noticia. Ahora solo faltaba esperar a su llegada.

Mamá llegó a las cuatro y treinta, le entregue los juguetes a Lizzie y abrí la puerta.

Ahí estaba ella, sus ojos cafés brillaron al verme y sin decir absolutamente nada, me abrazó con todas sus fuerzas, no podía negarme a este abrazo. Sí la había echado de menos, al igual que a papá, esperaba verlo pronto.

—Te he extrañado mucho, hijita— habló cuando nos separamos, sonreí un poco y me hice a un lado para que pasará.

—Yo también mamá— musité con sinceridad.

Le pedí el abrigo a mamá para poderlo colgar, después caminamos hacia la sala. Lizzie estaba sobre la alfombra, frente al televisor y varios juguetes regados por el piso.

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