«Capítulo 38»

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Edward no me hablaba, había estado todo el día distante conmigo, le dejé pasar... luego se le pasaría.

Mientras preparaba un poco de comida para Lizzie, escuchaba cómo él jugaba con ella en la sala, no entendía por qué se tenía que enojar por una tontería, pero bueno.

Tomé el vasito entrenador y salí de la cocina, me dirigí a la sala, ellos estaban jugando en el sofá, sin decir nada dejé el plato y el vasito en la mesa en medio de la sala, miré a Edward esperando a que dijera algo pero no fue así. Continuó jugando con Lizzie, rodé los ojos y me di la vuelta dispuesta a irme.

Me volví a meter en la cocina, limpie un poco y acomodé algunos trastes, no sabía que más hacer, la verdad no tenía mucho que hacer.

Espere a que Lizzie terminara de comer, volví a la sala.

—Lizzie ven— le hablé, ella apartó su vista de Edward para verme a mí, después volvió su vista a él. Me crucé de brazos, no podía creer que hasta mi hija estuviera de lado de Edward.

Bufé.

—Lizzie ven, vamos a jugar— le ordené, pero ella simplemente me miraba, no se movía, vi como a Edward se le formaba una sonrisa divertida, bufé.

—Los dos son unos orgullosos— dije molesta, me di la vuelta y entré a la habitación, me recosté en la cama, solo escuchaba la risa de Edward y de Lizzie, rodé los ojos.

No se en que momento me quede dormida. Solo sentí que el colchón se hundía, abrí mis ojos lentamente, sabía que Edward estaba a mi lado, así que le di la espalda.

Él no dijo nada, ni siquiera se movió. ¿Cuanto tiempo estaría así? No era para tanto... creía yo, no entendía por qué Edward siempre que Jacob estaba aquí, por su cabeza pasaban cosas que realmente nunca sucederán, ya le había dicho que Jacob era mi amigo... nada más.

Volví a cerrar mis ojos, esperando poder conciliar el sueño nuevamente.

.

Desperté por el sonido de la puerta ser cerrada, tallé mis ojos, miré el reloj que reposaba en la mesita de noche, eran las ocho de la mañana, estaba todo en silencio, al parecer Lizzie aún seguía dormida. Edward ya no estaba, decidí levantarme de la cama y prepararme algo para comer.

Corte un poco de fruta, y hice waffles, me senté en la mesa a comer, tenía que decir que no me gustaba discutir con Edward, odiaba eso... pero aveces su actitud me molestaba mucho.

— ¡Ma-má!— el pequeño grito de Lizzie había hecho que saliera de mis pensamientos, me levanté de la mesa y me encamine a su habitación.

Estaba de pie en la cuna, sus manitas sostenía fuertemente la madera de la cuna. La tomé entre mis brazos y salí hacia la cocina nuevamente.

Tomé el biberón, comencé a alimentarla. Me fui a recostar con ella en la cama, Lizzie movía sus piecitos y miraba todo alrededor, sonreí, eso era muy común en ella.

Vi que hacía un lado el biberón, y se sentaba en la cama, comenzó a dar pequeños brincos y comenzaba a balbucear.

— ¿Qué te pasa Lizzie?— le pregunté con una sonrisa, parecía que había despertado feliz. Ella soltó una pequeña risita y continuó haciendo lo mismo.

Reí y la tomé entre mis brazos, comencé a besar todo su rostro, Lizzie reía a carcajadas, como amaba a esta pequeña loca.

Después de unas horas de estar brincando y balbuceando, comenzaba a quedarse dormida, estaba recostada en mi pecho, su manita sostenía fuertemente mi dedo índice, yo acariciaba su cabello cobrizo. Cuando la puerta principal se escuchó, ella rápidamente abrió sus ojos y se incorporó en la cama.

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