Capítulo 1 : Bienvenida a la realidad.

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Yo nací con dos padres, crecí con dos padres y ahora. Solo me queda la mitad de uno.
Ver esa casa tan vacía, me hace sentir tan miserable.
Mamá había muerto en un accidente de auto hace un mes. Papá no aceptaba haberla perdido y decidió que lo mejor era mudarnos.
No era la mejor idea pero cada quien acepta la perdida como puede.
Haci que pasamos del sencillo Boston  al ajetreado Nueva York.
-¿Cariño, si no quieres irte, puedes quedarte conmigo?- me decía mi abuela.
-Gracias abuela- le di un abrazo- pero, a mamá no le hubiera gustado que lo estuviera solo- le sonreí.
-Te pareces mucho a tu madre cuando tenía tu edad- me acomodaba mi cabello- cuídate mucho, y llámame seguido.
-Si abuela- le di un último abrazo antes de tomar el taxi al aeropuerto.
Papa se había ido dos días antes para recibir la casa, yo me quedé a terminar de empacar todo, o mejor dicho, me estaba evitando.
Papá era un compositor talvez algo famoso. Había conocido a mamá aquí en Boston, cuando ella estudiaba arte en la universidad, mama lo pinto a escondidas, pero no tan escondidas por que el después lo descubrió. La invitó a salir y al final de cuentas se casaron, yo nací y terminamos aquí.
Quería que vendiera los cuadros de mamá, pero nunca lo lograría.
Mientras iba en el avión leía mi libreta.
Desde que tengo memoria papá me enseñó a como escribir canciones, él siempre le escribía a mamá, eso era su motivación. Creo que cuando vives tanto tiempo enamorado con una persona después te cuesta vivir sin ella, y para papá esto era lo peor que le había pasado.
Antes de que mamá muriera el había escrito una última canción para ella y ella me la había regalado a mi, quería que la cantara para su cumpleaños que será el siguiente mes. Y lo haré, solo… que estoy buscando el ritmo.
Gracias a ella tuve el valor de enviar mi vídeo de audición a Julliard y me aceptaron. Y recordar cuanto me apoyaron para hacer mi presentación ahí juntos me partía el corazón.
Solo ha pasado un mes.
Me decía mi misma para poder comprender a papá. Pero me sentía tan sola.
Mi libreta estaba llena de escritos míos junto con las partituras. Ser hija de un compositor traía ventajas.
A las seis años comencé a tomar clases de piano con papá, a los acho de guitarra y a los diez de canto y de violín, eran mejor que los deportes.
Talvez esa sea la razón por la cual no tenía amigos en Boston, ya que siempre éramos papá mamá y yo.
Y ahora sólo quedaba yo.
El viaje a nueva York fue algo largo, o talvez fue por que no pude dormir. Solo duro creo que dos horas.
Solo llevaba mi equipaje con ropa -Mi guitarra y mi violín los envíe por correo-.
Le envié un mensaje a papá cuando llegue.
Estoy en Nueva York.
                           Laila.
Y me contestó diez minutos después.
No puedo ir atraerte. Estoy con los chicos del conservatorio. ¿puedes tomar un taxi?, Te envío la dirección.
                                             Papá
La verdad ya no me sorprendía. Me evitaba.
Haci que tome un taxi y intenté llegar a casa.
Este va hacer un ciclo escolar muy largo.

                                 ***

Cuando por fin llegue a casa, la verdad me quedé sorprendida ¿Esa era mi nueva casa?. No tenía nada que ver con la anterior.
Era un simple edifico. Con una pequeña escalera en la puerta y grandes ventanas.
En un barrio muy activo en Hell's Kitchen.
La anterior era rústica y mamá la había decorado, ya que en ese tiempo papá no ganaba mucho dinero y mamá no vendía tan mal sus cuadros.
Ahora la duda resentía en ¿Cómo diablos iba a entrar?.
No quería mandar otro mensaje a papá. Era mucha conversación para hoy.
Cuando la puerta se abrió.
-¿Tú debes ser Laila?- me decía una señora de una edad considerable.
-Si- aún estaba sentada en el porche.
-¿Pero qué haces aquí?- me ayudó a levantarme- Entra.
-Creí que no había nadie en casa- le respondí.
-Mi nombre es Ágata y tu papá me contrato- eso aclara todo.
-Hola Ágata- le sonreí.
La casa era muy lujosa, nunca imaginé terminar viviendo así.
-Vamos- me dijo sacándome de mis pensamientos- te mostraré tu cuarto.
La seguí por toda la casa.
Mi cuarto estaba en el segundo piso. En el mismo piso que la de papá.
Cuando vi ese cuarto, no sé si me deprimió más. Parecía un orfanato mas que una casa.
-He limpiado la recamara antes de que llegaras- me dijo con las llaves en la mano.
-Gracias- le respondí.
¿Cómo se puede limpiar algo tan viejo?. Sentía que algo se podía romper.
-¿Te ayudo a desempacar?- me dijo aún en la puerta.
-yo lo haré – le sonreí- no te preocupes estoy bien.
Me devolvió la sonrisa y luego salio de mi habitación cerrando la puerta detrás.
Me senté en esa cama, que creo que era más antigua que yo. Tenía una gran ventana y unas cortinas de encaje algo pálidas aún cuando eran blancas.
Intenté terminar de desempacar y arreglar un poco el cuarto a mi gusto, pero no solo necesitaba eso sí no que lo pintara.
Mis clases empezarían dentro de dos días haci que me daba tiempo de pintarlo y que no pareciera que alguien murió ahí.
Haci que decidí no sacar toda mi ropa.
Bajé las escaleras buscando a Ágata.
-¿Se le ofrece algo niña?- me dijo saliendo de la cocina.
-Si- terminé de bajar las escaleras- ¿Dónde hay una tienda de pintura por aquí?- le pregunté.
-Si desea ¿puedo pedirla por teléfono?-me respondió.
-Quisiera ir a escogerla yo misma- le sonreí.
-No sé si a su padre le gustaría que saliera- mi padre …, fue lo que pensé.
-No le molestará.
-Esta bien señorita le daré la dirección y un pequeño mapa de la tienda más cercana.
-Ágata- le llame- ¿Te puedo pedir un favor?.
-Si señorita- me respondió.
-No me digas señorita- le sonreí -¿si? Dime Laila.
-Pero su padre…
-No te preocupes por el- la interrumpí- cuando yo esté aquí el no estará – ya que me evitaba- Además no importa lo que diga, yo te lo estoy pidiendo.
La verdad no sabía cómo ser con ella, nunca había tenido personas trabajando en casa. Mamá nunca lo necesito y mucho menos papá.

Mil Estrellas hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora