Capítulo 11: Mi lugar feliz.

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Tyler:

Esa voz, me hizo sentir cálido, a pesar del frío de la noche. Sus ojos estaban cerrados y sus labios cantaban como si no hubiera música.

Solo me deje guiar y poder cantar juntos. Era como si pensáramos lo mismo. Cómo si los dos sintiéramos lo mismo.

Ahí tan quieta, era como si no matará ni una mosca. Pero aunque fuera un maldito dolor de cabeza y hiciera las cosas más tontas, era muy frágil. No la había visto llorar, no había visto que alguien se desmoronara tanto con una llamada.

Incliné mi cabeza al lado de la de ella.

Fije mi vista a sus ojos, que estaban perdidos entre esas largas pestañas negras.

Hasta que los abrió.

Sus ojos grises que nunca había notado antes que tenían destellos verdes en ellos.

Solo quería seguir así, detener ahí el tiempo.

-maravilloso!- grito Hang acercándose a nosotros. Laila se alejo de golpe- Será un boom! , Para el disco.

Charly traía su celular consigo grabando.

-¿lo tienes Charly?- le pregunto Hang.

-es hermosa!- agrego su abuela.

-Mañana debemos de grabarla- dijo de pronto Hang- y Laila tu la cantaras junto con los chicos.

-¿Qué?!- me levanté de golpe.

-si, es perfecto- alardeo- eso le dará más sentimentalismo.

-Sr. Hang, yo..- dijo ella- no creo que sea buena idea...- Hang la interrumpió.

-Esta magnífico- la ánimo- y en dos días lanzaremos el disco.

Todos comenzaron a caminar hacia la casa.

-Espera!- la detuve- tu la has escrito en un minuto.

-tu también me ayudaste- me dijo viendome como antes.

-La cantaras conmigo- le dije sin pensarlo- y no me importa lo que pienses- la señale a la cara con mi dedo índice y en la otra mano aún llevaba mi guitarra- y trae mañana contigo tú violín.

La dejé ahí parada mientras entre a la casa, cuando iba a subir las escaleras me sentí mal por como le había hablado. Voltee la vista y la vi muy sonriente con Lucas.

Maldito conejo.

Bufé.

Y la vi como se fue con el a la cocina

Debía de estar consciente de que le gustaba Lucas y que no importaba cuan mal la tratará ella seguiría aquí por el.

Entre a mi cuarto y puse mi guitarra en el soporte.

Me senté en la mesa de mi escritorio y tome una hoja de diagrama.

Comencé a escribir notas, me sentía furioso, enojado. Solo quería golpear algo y solo haci podía canalizarlo.

No podía dormir, solo quería componerla.

Tome mi guitarra y comencé a tocar cada una de las notas, mi estrés era tanto que no me di cuenta cuando ya tenía la letra.

Las luces de la casa ya se habían apagado y era un silencio.

Ya había escrito el diagrama, ya había compuesto las notas en la guitarra, ya había escrito la letra. Y no entendía por qué aún no sacaba mi coraje.

Tome una chamarra.

Abrí la puerta del cuarto y fui al único lugar en donde la respuesta llegaba con la calma.

Mil Estrellas hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora