Capítulo 42 : Palabras justas.

20 1 0
                                    

Tyler:
Sé que es estúpido mi comportamiento, y sé que también el de ella. Pero seamos justos, estoy en el hospital.
Y si, soy un imbécil.
Pero lo he de admitir, me dieron celos, solo imaginármelos juntos. Lucas y yo ya habiamos hablado y el ya se había rendido. Pero díganle eso a mis nervios malditos, que siento que me queman.
Me habían dado el alta, y lo primero que planeaba era salir con ella, pero no pude morderme la lengua cuando la vi. Estaba enojado.
-La hiciste enojar.
-No me vengas con eso Lucas- bufé recogiendo los maletas.
-Ya habíamos hablado de esto- me tiró las maletas de un golpe- deja tus estupideces, Laila te ha perdonado todo, pero ¿Y si ella no te perdona esto?.
-No puedo controlar lo que pienso, aún no entiendo lo que hay entre ustedes- mi mandíbula se tensó.
-Somos solo amigos, "amigos" ¿Oyes?- bufó- lo que paso entren nosotros ya quedó en el pasado, así que ¿o vives esto con ella o te quedas sujeto al pasado?.
-Yo voy a golpearlo!- entro Aly furiosa- eres un imbécil, y no me importa que estés en el hospital- casi se me abalanzó si Lucas no la hubiera detenido.
-Aly...- lo Lucas tomó de la playera.
-¿Cuántas veces?, ¿Cuántas?- me reprochó.
Esto era lo pero, Laila tenía su propio guardaespaldas.
-¿Dónde está?- solté por fin.
-Se fue.
-¿Qué?- ella no podía irse- Mark vendrá por ella, no puede irse.
- Mark fue el que me trajo, y está buscando a Laila y ella se fue caminando...!- siseo- está cayendo un diluvio haya afuera.
Y hablando de el Rey de Roma, Mark apareció cruzando la puerta con su celular en la mano.
-¿la has encontrado?- le pregunto a Aly en cuanto alzó la vista del teléfono- ah Tyler!, ¿Te han dado el alta?, Que bueno, Laila se pondrá feliz.
-Nos hemos peleado- tome la maleta y salí de la habitación.
-Son tan infantiles que pasaran días sin hablarse hasta que alguien dejé de ser orgulloso.
Recordar a lila feliz era lo que quería, estábamos mejor que nunca y yo lo había arruinado.
Lance la maleta y corrí por el pasillo, necesitaba encontrarla.
Pero aún tenía el cabestrillo y no sabía a donde ir, donde buscarla.
Salí a la puerta frontal del edificio, observe reconocerla entre la gente que corría hacia todo los lados huyendo de la lluvia, pero no la vi. Salí a la calle, la lluvia me impedia verla.
-Blusa celeste con franjas, pantalón y converse- susurré.
Voltee hacia todos lados buscándola, pero las personas me impedía verla.
Di un paso hacia delante, la vi, estaba esperando cruzar la calle, volteó hacia un lado, su cabello estaba mojado y también ella.
Camine rápido intento alcanzarla cuando el semáforo se puso en rojo y cruzo la calle.
Corrí y corrí.
-Laila!- grite en cuanto estuve más cerca- Laila!.
Su rostro se volteo hacia mi, llevaba los brazos cruzados sobre su estómago, tenía frio.
En cuanto me vio sus pies se detuvieron y antes de que pudiera llegar dio un paso hacia atrás y comenzó a caminar rápido.
¿Por qué huía?.
-Laila!.
Comencé a correr más rápido y ella también.
La lluvia me nublaba la vista pero no me impedía verla huir de mi.
Cruzo la calle sin pensarlo dos veces, gracias a Dios estaba en rojo el semáforo.
-Laila!- la lluvia continuaba tan fuerte y los autos pasaban a nuestro lado salpicando.
-Déjame!- oí que grito.
Cuando llegamos al parque no había lugar donde la lluvia no cayera.
-Laila por favor...
Cuando me di cuenta ya había entrado al parque, Laila tenía todas las energías corría como rayo.
Estaba a punto de alcanzarla cuando la vi como caía en medio del gran campo.
Estaba comenzando a levantarse cuando por fin llegue hasta donde ella estaba.
-oye- la tome de la espalda pero ella me empujó y estaba dispuesta seguir corriendo si no la hubiera tomado de la cintura.
-Suéltame, suéltame- trato de soltarse pero yo no estaba dispuesto a hacerlo. No podía ver su rostro estaba cubierto por su cabello. No podía mover el otro brazo con el cabestrillo haci que no me importó y de un tirón lo arranque de mi brazo
-No te voy a soltar- me empujó y me empujó tanto que no tuve de otra que empujarla al suelo, quedé encima de ella.
-Tyler...- puso sus manos sobre sus ojos.
Podía notar sus mejillas Rojas y mojadas.
No pude evitar sonreír. Laila era tan adorable que siempre se sonrojaba.
Mi coraje por haber echo la estupidez de correr se esfumó en ese momento.
Comencé hacerle cosquillas y no pude moverse sin control. Su risa era como escuchar la lluvia caer, tan fresca, tan única de ella.
-Te amo- soltó entre risas, y no se si fueron sus palabras o el hecho de que lo dijera.
Me quedé congelado al oírla, Laila nunca lo había dicho.
Me quedé observando sus manos sobre sus ojos. Y poco a poco comenzó a bajarlas para déjame ver sus largas y negras pestañas. Sus ojos estaban hinchados.
«tonto- me empujó- ¿Por qué no puedo enojarme contigo?- me quedé de rodillas enfrente de ella, con la manga de su blusa hizo el intento de secarse un poco pero la lluvia caían aún mojando su rostro.
-¿Podrías decirlo otra vez?- me acerqué.
-Aun estoy enojada contigo.
-No podría ser celoso si tú no te enojaras- paso una mano por su cabello para intentar quitarlo de su rostro pero antes de eso yo lo quité por ella.
-Es estúpido que te enojes por eso- con la yema de mi dedo acaricie su mentón.
-No cuando eres tú.
-Tyler es tu mejor amigo.
-Y tu la chica que amo.
-¿Algún día entenderás que es mi mejor amigo también?.
-¿Y tú entenderás que te amo?.
Sabíamos lo tercos que podíamos llegar a ser.
«Ademas a Lucas siempre le has gustado, no puedo dejar de pensar en eso, es para mí como la criptonita para Superman.
-Te he dicho que te amo, ¿No es suficiente?- me respondió.
Tenía razón, me había dicho que me a amaba, ¿era lo suficiente?, Si, si era lo suficiente.
-lo siento- me resigne, quite mi mano de su mejilla.
-¿Te estás disculpando?- me embozo una sonrisa burlona.
-No te acostumbres.
-Eres tan adorable cuando te apenas- se acercó de rodilla y tomo mis mejillas con sus manos.
Estaba tan cerca de mi que aunque me dolían mis mejillas por la presión con las que las sujetaba no pude evitarlo, le robe otro beso.
-No juegues con eso- reaccionó- Aún sigo enojada.
-¿No puedo besarte?- ceñí mi frente.
Giró su cabeza negando.
La tome desprendida y la volví a poner debajo de mi.
La lluvia no dejaba que abriera sus ojos.
Se puso las dos manos sobre la boca.
Con mi dedo recorrido la línea de sus ojos, quería verlos, siempre quería verlos. Hasta que termine prensando su nariz. Me acerqué lo suficiente en su oído.
-Tonto conejo- sonreí.
Reaccione rápido y bese sus manos sobre su boca, sus ojos se abrieron de un golpe.
No me importaba que no fueran sus labios, pero era ella.

                              ***

La lluvia siguió toda la tarde. La ciudad era un caos.
Corrimos por allá calles buscando donde esperar que pasara la lluvia.
Terminamos tomando un taxi. Bueno técnicamente a la fuerza, Laila tenía pena mojarle los asientos al taxista.
Aunque se le olvidó cuando se dio cuenta que me había quitado el cabestrillo.
El vigilante nos vio por la cámara y rápido abrió la puerta.
Estábamos mojadisimos, técnicamente bañados.
Laila entro corriendo rápidamente hasta cerrarme la puerta de su cuarto en la cara.
Era bueno volver.
Me di un baño, aunque el brazo aún me dolía un poco.
Salí del baño y me puse un pantalón largo de pijama. Y una playera gris.
Tocaron un par de veces la puerta.
-Adelante.
Laila entro con toda la lentitud del mundo.
Sus mejillas aún estaban teñidas de ese rosa que tanto me encantaba.
-Toma- traía un vaso y el frasco de pastilla- ¿te duele no?.
- Un poco.
Me tome las pastillas mientras ella observaba mi escritorio donde estaban las fotografías.
Tomo el vaso y se dio la vuelta
-Espera...- la tome de la mano- ¿quieres ver películas?, Prometo no poner de terror.
Sonrió.
-¿Con palomitas?- alzó su mentón.
-Con mantequilla.
Laila llevaba una pijama parecida a la mía solo que de color celeste muy claro. Aún tenía algo de ropa en su cuarto.
Terminamos viendo mi 'Mi vecino Totoro'.
Laila estaba al lado mío, yo había preparado las palomitas y parecía pollo comiendo y comiendo.
Mi pecho se sentía tibio al tener su mejillas sobre ella.
Sus pies estaban algo fríos y aunque era más pequeña que yo intentaba calentarlos con los míos.
No tardó en quedarse dormida después de empezar la segunda película.
Siempre lo diría me había ganado el cielo por tener una estrella como ella, siempre.
Su cabello tapaba su rostro.
La acomode bien del lado izquierdo de la cama. Su mejilla se acomodó en la almohada.
No podía dejar de observarla, era tan hermosa que ni aunque la pintaran no la pintarian como yo la veo.
No pude evitar cerrar mis ojos, aunque no quisiera.
Su sonrisa al dormí, siempre la soñaría, por qué ella siempre estaba ahí, en mis sueños y en mi realidad al despertar.

Mil Estrellas hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora