A Laila solo le quedaban dos cosas en el mundo su libreta y la canción que su padre había escrito para su madre, talvez tres cosas si también contamos a una parte de el.
Después del accidente de su madre no solo la había perdido, también una parte d...
Tuve que irme, tuve que ser de nuevo como una sombra. Debía de pensar en ella, no se merecía que la obligará a que recordará que alguna vez me quiso, pero... la extrañaba. Estacione mi auto en el garaje y note que las luces en la casa estaban apagadas. Bien. Haci debía de ser, no quería toparme con nadie. Decidí mudar a un departamento, era lo mejor, aunque no me agradaba dejar a Laila con Lucas. Tenía demasiado trabajo, después de todo esa era mi responsabilidad. Puse la contraseña en la puerta y entre. Todo estaba a oscuras, encendí una de las luces cerca del piano y subí las escaleras. Al pasar por el pasillo vi su puerta, aún cerrada yo sabía que estaba ahí, perdida en sus sueños, perdida en los recuerdos que ya no estaban en ella y que sólo quedaron en mi. Abrí la puerta y encendí las luces. Mi cuarto estaba igual que siempre. Camine a mi escritorio y esparcí todas las hojas que tenía en mi portafolio sobre el escritorio. Comencé revisar cada una de las hojas, tenía que leer, firmar, aprobar... Ya había avanzado mucho pero aún me quedaba trabajo, detestaba quedarme en la oficina y hoy no estaba de humor para quedarme en el departamento. Sin darme cuenta tome una hoja equivocada. Era una partitura, una de las canciones que había escrito pensando en Laila. Ver lo que era y en lo que me he convertido, para el yo de antes hubiera sido algo estúpido, pero para el yo de ahora era como sentirse en el limbo. No sabía que debía ser, y lo normal fue alejarme. Me levanté de la silla haciendo que girará y salí del cuarto. Bajé las escaleras lo más rápido que pude y salí al jardín. Camine como loco hasta llegar al invernadero, era como si me asfixiara. Encendí las luces. Desajuste la corbata de mi camisa y la dejé encima del escritorio y enrollé las mangas hasta los codos y me coloque un mandil- que no entiendo por qué demonios lo utilizo, sino lo utilice en años- Comencé a arrastrar costales de estiércol. Y encendí el sistema de riego. Necesitaba distraer mi mente. Me coloque los guantes y corte las hojas marchitas de cada rosa. Talvez no era tarde para intentar acercarme, fue un completo error alejarme por miedo que a que ella me alejará. Si me oyera a mi mismo me insultaría. Me había costado mucho tiempo recuperar el invernadero, casi pierdo todas las rosas, las descuide demasiado y me descuide a mi mismo. Preferí la soledad de un departamento en donde cada palabra de sus labios hacía eco en mi cabeza, cada palabra que me había dirigido. Y lo peor, cuántas veces la hice sufrir. Sin darme cuenta ya había cortado la rosa por la mitad. La tome con fuerza y la arranque, no me importó enterrarme las espinas en la mano. Pareciera que estaba maldito, y merecía sufrir en el mundo. Me voltee bruscamente, pero al verla de pie ahí, con su pijama y sus pantuflas me sentí vivo de nuevo. -hola- me dijo ahí de pie enfrente de mi. No sé cuánto tiempo fue, pero para mí fue una eternidad observarla. -¿Estás bien?- se acercó rápidamente y tomo mi mano. No había notado que caían pequeñas gotas de sangre de mi mano. Aún no supe que responderle al tenerla haci de cerca otra vez. Desempuño mi mano y entre las rama verde había sangre. -Estoy bien- la observe, su estatura me permitía observarla mientras veía mi mano. Con mi otra mano me solté de su agarre y camine hacia donde estaba el lavabo y entre sangre, ramas y agua mis pensamientos estaban perdidos. -Lamento haberte olvidado- sus palabras me golpearon. Tome una pequeña toalla y me seque la mano. No dolía, dolían más sus palabras. ¿O dolía el hecho de que el culpable que ella olvidará había sido yo? Me perdí en mis pensamientos, no sabía cómo responder. Tenía miedo de decir una tontería como antes ya lo había hecho con ella. El mundo da un giro sin darme cuenta, hace unos meses solo quería hacer lo posible para que desapareciera de mi vida, y ahora quería que no saliera nunca de ella. Pero talvez no necesitaba eso, no necesitaba que recordará, estaba viva, estaba conmigo, y después de todo, no me odiaba. Pero no recordaba a verme querido alguna vez. -Estas viva Laila- no quería voltear, podría caerse mi mentira- es lo único que importa. -No, no lo es- me esquivo rápidamente y se detuvo enfrente de mi. Demonios!, me haces las cosas más difíciles. «Estoy muerta en vida!- su cuerpo era más pequeño pero su corazón se podía notar a quilómetros- Este es mi propio infierno, no recordar. ¿Que clase de persona era yo, no podía esforzarme más?, No la cuide como debía de haberlo hecho, y ahora es muy tarde para arrepentirme. -No Laila, créeme- puse los pies en la tierra- este no es tu infierno- alce la vista- es el mío. Su mirada bajo hacia el suelo. La esquive, hasta llegar a los troncos cerca de la mesa y me senté. -Creí que te perdía- solté- creí que me moría contigo- suspiré- fueron lo meses más difíciles de mi vida, y aún lo son. Camino hacia mi lugar y se sentó en el tronco de al lado. -Son hermosas- alzó la vista al alrededor. Si pudieran haber visto su rostro, para mí brillaba y para es cielo era más que el sol. «Y el aroma... Me recuerda a ti. Terminé la oración por ella. Se puso de pie y comenzó a ver cada una de las rosas. Hasta qué al final termino donde empezó; en la mesa al lado de mi. Sus manos tomaron al foto y la observó unos segundos. Me reí. -¿sabes?- recordé- la última vez que tocaste esa foto casi pierdes más que la mano. Volteo a verme. -¿Ya hemos pasado la etapa de odio?- alzó una ceja. -Hemos pasado muchas etapas- respondí. Volvió a poner la fotografía en su lugar. «¿Ya has pensado volver a la escuela?- pregunté. -¿Cómo volver si aún no he iniciado?- respondió. -¿Y nosotros hemos iniciado?- acerqué mis manos y tome las suyas, sin darme cuenta estábamos uno frente al otro. Podía ver que aún seguía ahí. -aun no lo sé..- me respondió confundida. -¿Aún no sabes que?. -Aun no se si puedo llegar a quererte como alguna vez lo hice. -Lo harás- la acerqué mas a mi- y te diré por que- tome más con fuerza sus manos, acercándola más y más hasta que quedamos cara a cara- por que eso no se puede olvidar- susurré en su oído. Su rostro estaba tan cerca del mío que aún cuando sus piernas chocaban con las mis rodillas, solo me importaba oír el latido de su corazón. Sus labios chocaron con los míos, no podia soltar sus manos, temblaban como si fuera su primer beso, y para mí también lo fue, después de tanto tiempo lo fue. Y ahí estaba, mi conejo ahí estaba. Los besos con Laila eran como besar la luna. Nos quedamos viendo uno al otro, con nuestras frentes recargadas. La abracé con fuerza a mi. Y la levanté hasta que sus pies no tocaron el suelo. -Aun eres el pequeño conejo- la bajé me alejé pellizcando su nariz. -No me veas!- se dio media vuelta y de tapo el rostro. Ese era su encanto. Sonreí, era inevitable, con Laila podía sonreír. Camine hacia ella y la abrace a mi pecho. Pase mis brazos por su constado y la abracé con fuerza. -Todas son para ti- me referí a las rosas. No podía ver mi rostro, pero si sentí mi enorme sonrisa marcarse de oreja a oreja. Sentí como su mano rosaba mi cicatriz que se trazaba por todo mi brazo. Vi la pulsera en mi muñeca. Conmigo otra mano la desabroché y la pasé por su mano y la abroche. Con la vista me observó. -¿Tyler?- me llamo. -¿Mmm?- respondí. -Tengo miedo- agrego. -¿Y si no puedo recordarte?- susurró- ¿Y si nunca vuelve mi memoria?- volteo rápidamente hasta quedar de frente a mi pecho. Creo que esa era mi pesadilla, y aún cuándo debía de estar preparado para eso, no quería estarlo. Habían más que recuerdos dentro de ella, estaba todo el dolor. Laila no sabía que había pasado antes del accidente. La abracé con más fuerza. Hay cosas que son mejor no tener una respuesta. De repente relámpagos se vieron atravez de las ventanas y sin verlo venir la lluvia comenzó a caer con fuerza. Salimos corriendo del invernadero debajo de la gran tormenta, entre sonrisas y su risa. Talvez no había recuerdos, pero estábamos dibujando nuevos. Al llegar a la puerta del jardín estábamos completamente empapados. Fui lo más rápido que pude y busque unas toallas en el cuarto de baño. Comencé a secar su cabello. Podía ver de nuevo sus hermosas pecas perdidas al lado de sus dos hermosas lunas que eran sus ojos. Sus sonrisa aún seguía ahí. Para mí. Y antes de perderme en ellos sentí como me empujaban. -Eres un idiota!- siseo Lucas apartándome de ella- te lo advertí una vez- señaló. -¿Qué demonios te pasa?!- regrese el golpe. -No volveré a ver cómo la lastimas- me señaló con su dedo. -¿Y quién diablos te crees tú para decirme eso?- lo volví a empujar. Laila de interpuso entre nosotros ahora alejarnos. -Tyler!- me empujó. -Te lo advertí- siseo- voy a luchar por ella, no voy a dejar que lastimes otra vez. -¿Y a ti que más te da?- respondí- si te encanta consolarla. Se abalanzó casi a punto de darme un golpe cundo Laila se aferró a su cintura deteniendolo. -Lucas!- grito- no, no!- lo empujó alejándolo de mi. -Ya le contaste- soltó Lucas- le contaste cuantas veces la hiciste llorar, ya le contaste como la utilizaste mientras estabas con Chloe. Lamentaría haber dicho eso. Me avance sobre el y lo tome de la camisa. -Eres un idiota. -Recuerda cuentas veces te lo dijo ella antes de conocerte- Laila estaba entre nosotros intentado separarnos- y al final resultó que era verdad. Jugaste con ella, era la segunda en tu vida. Me abalancé encima de él, Laila se quitó y comencé a golpearlo. Mi puño fallo y estampo su puño con mi rostro. Me empujó hasta dejarme encima del sillón de la recepción. Me abalancé y lo golpee en la cintura. Se puso de pie y se limpio el labio. Oí como corrían los pasos por los escalera. -Tyler!- me tomo por la espalda Mark. Charly tomo a Lucas de los hombros. -Chicos basta!. -Crees que tienes el derecho de romperla una y otra vez- intento soltarse de Charly. -Sabes muy bien que eso no es cierto!- le respondí. -¿Y entonces por qué mantenías una relación con Chloe y enamorabas a Laila al mismo tiempo, ¿No he bastaron las canciones que escribió para ti?. -Lucas!- dijo Mark. Me solté y me fui encima de él otra vez hasta chocar con el piso de nuevo. Lo golpee, tan fuerte como pude. En el fondo de mi ese pequeño Tyler que había tenido que madurar tan rápido, quería detenerse, Lucas, mi mejor amigo. Pero después de todo el y yo ya no pensábamos igual. Cómo siquiera podía creer que yo había jugado con Laila, era una de las pocas cosas estúpidas que habia oído. Me puse de pie y lo tome de la camisa de nuevo. -Te molesta que te lo diga, por qué sabes que es verdad- tenía la mejilla moreteada y el labio roto. No me quería imaginar cómo me veía yo. -Tu no tienes la menor idea de lo que pasó- gruñí. Intento soltarse de mis manos y chocamos contra el cristal de la puerta del jardín, y como si nada se rompió. Los dos caímos al suelo de nuevo. -Tyler!- oí el grito de Laila al romperse el cristal en mil pedazos. Como pude me comencé a levantar, pero antes de pensarlo dos veces Charly y Mark nos volvieron a tomar de los brazos. -Tyler basta!- me grito al oído Mark. -Lucas ...- dijo Charly ayudándolo a levantarlo. -Eres un imbécil, no aceptas que no se enamoró de ti. -Yo no jugué con ella- me respondió con poco aliento. -deténganse!- oí su grito desde adentro de la casa. Su ropa estaba mojada y su rostro también. Laila se apartó dando un paso atrás. Tenía su mano sobre su pecho. -Laila...- me acerqué intentando soltarme de Mark. -No te acerques!- reaccionó- me temía que fuera verdad... -Por favor escucha... -Por favor Tyler, vete- me interrumpió- por favor...- su rostro lo demostró todo- por qué la puerta que había abierto se acaba de cerrar. Me ardía el labio y al pasar mi mano por mi mejilla tenía sangre. Pude ver las lágrimas en sus ojos. -Tu nunca fuiste la segunda- me limpie la mejilla- nunca lo fuiste- voltee a ver a Lucas. Pase encima de los escombros, y aún cuando estaba mojado y lleno de pequeños cristales. Salí de la casa. No me dolía las cortadas, me dolía haberla decepcionado otra vez.
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