Capítulo 38 : El difícil olvido .

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Tyler:
Quedarme de pie viendo como se iba, ella se había dado por vencida.
Me quedé en shock al oír sus palabras.
Luisa la hija del Sr. Morgan Me había besado enfrente de ella, si lo admito, pero no tenía ninguna relación con ella, ya se lo había dejado más que claro, la había besado una vez en un bar, días antes, estaba muy borracho y por un segundo creí que era Laila, por su cabello largo. Ya lo habiamos hablado y le había explicado, pero al parecer no entendía la palabra tengo novia.
Pero tenía diecinueve y no dejaba de coquetear conmigo.
-Por favor Luisa no vuelvas a hacer eso- dije deteniéndome donde la dejé.
-¿Era tu novia?.
No quise responder a su absurda pregunta por qué sería muy grosero, estaba intentando controlar mi mal carácter.
-Si me disculpas- la esquive.
Camine de vuelta al ascensor.
Le envié un último mensaje a Lucas, un simple 'gracias'.
Apague mi teléfono.
El elevador se comenzó a cerrar cuando una mano lo detuvo.
-Pero que tenemos aquí, mi único sobrino- el esposo de Lauren, Bruno.

-¿Que demonios haces aquí?...- sisee entre dientes. Era un vividor, era la primera vez en años que lo veía, siempre se la mantenia de viaje de "negocios".
-Veo que has perdido el respeto a tu familia- me provocó- he venido en representación de mi esposa.
-Que te quede claro una cosa- oí en clic del elevador señalando mi piso- que te hayas casado con la hermana de mi padre no te hace mi familia- salí del elevador y me fue a mi oficina.
Sabía que Lauren era la única familia que me quedaba pero ellos no habían formado parte, me habían lanzado a un pozo y condenado a vivir la culpa en carne propia.
Y peor Bruno, vivía del dinero de ella, era un persona repugnante.
Después de la junta de accionistas de suspendieron los labores para el evento.
                              ***

Estaba sentado en la cama de mi habitación con el pequeño conejo entre mis manos.
De cierta manera temía que Laila hiciera lo que hizo, terminar conmigo, terminar lo que éramos.
Dejé el peluche sobre la cama, me tomé una copa de wiski antes de salir, el chófer me esperaba con la limosina en la entrada, pasaríamos por Luisa a su casa.
Llevaba un vestido color rosa, el mismo color que Laila llevaba el día que presentamos la canción.
-Estas muy linda- le dije de forma cordial.
-A ti te queda muy bien el smoking- me toco con sus mano el cuello de mi camisa.
-Nos vamos- dije de forma cortante.
Hoy se celebraba el aniversario de la fundación de la empresa, pedí que la fiesta fuera celebrada mejor en Seattle, ya que al día siguiente tenía un reunión muy importante con un inversionista, si se cerraba la compra me iría a España para abrir una nueva sucursal.
Cuando era niño detestaba ir a los eventos con mis padres y siempre me quedaba sentado toda la noche hasta que se daban cuenta de mi aburrimento y decidian llevarme de vuelta a casa.
Estás eran las fiestas por las cuales yo quería volver a mi casa, a mi casa no a ese departamento vacío y sin mi invernadero.
Fui como un zombi ambulante toda la noche, saludando a todo quién me extendiera la mano. Muchos de ellos me contaron anécdotas de mi padre, de como a los veintiún años se convirtió en un gran empresario después de que mi abuelo falleciera.
Quien iba a decir que con un año menos yo estaría en este lugar.
La verdad ni recuerdo ni la mitad de las personas que me saludaron, eran años de ausencia en ese mundo. La mayoría solo hacían mención de lo orgulloso que estaría mi padre, y eso me ponía furioso, Laila me había dicho lo mismo y luego se marchó.
Sé que era una fiesta para celebrar pero yo no estaba ni de humor en ese momento. Y peor con Luisa, creo que fui grosero con ella al ni siquiera escuchar la mitad de lo que decía.
Al final de cuentas creo que también se harto de mi por qué me pidió llevarla a su casa, el problema era que en la entrada los fotógrafos la hacia de moscas.
Me fui a mi departamento, lance el saco encima del sillón.
Tome la guitarra que estaba encima del soporte, era lo poco que me había traído de new York.
La vista de la ciudad era impresionante, las luces que se veían desde mi altura.
Si tan solo se hubiera quedado conmigo, si tan solo no la hubiera dejado ir, ella estaría ahora aquí. Talvez viendo un película de terror para que me pudiera reír de sus temores, para creer que ese era su más grande temor. Pero se había ido, me pidió no regresar, ya no esperarla.
Lucas me había contado todas sus aventuras, sabía que me extrañaba pero se había dado por vencida, Laila no se aceptaba sin memoria,
Mantuve mi teléfono apagado talvez por lo fueron tres días, estaba demasiado ocupado con los nuevos inversionista que me olvidé por completo de el. Mañana era la graduación.
La fiesta había sido el mirador de muchas cámaras y más cuando se enfocaron a mi con la incoherencia más grande, "el heredero de Evan's incorporación celebró el aniversario número 70° de la compañía" y para rematar una fotografía de Luisa y yo saliendo del edificio.
Ni contarles lo que decía la nota era buena, eran puras idioteces.
Llevaba más de dos horas sentado en ese escritorio, ni siquiera había almorzado haci que baje al piso de la cafetería.
Salí de mi escritorio y me cambié a la mesa del centro de mi oficina.
De pronto la puerta se abrió de golpe.
-No puede pasar...- oí la voz de mi secretaria.
Me puse de pie al ver quien venía delante de ella. Pero antes de formular una palabra me cruzo la cara con un puñetazo.
-Eres un maldito mentiroso- y con ustedes Aly vuelve a hacer de las suyas.
-¿Qué demonio....?- me puse la mano sobre mi mejilla.
-Nunca creí de todo lo que creo de ti- venía con una maleta en la mano- que fueras un cobarde, te soporto todas las estupideces que haces por qué eres como mi hermano pero esto...- me lanzo una revista- a ella no, es mi mejor amiga.
Mi mirada se giró a la revista en mi mano, la misma revista que decía estupideces de Luisa y de mi.
-Son puras mentiras.
-Dile a ella- soltó la maleta- no quiere admitirlo, pero basta con conocerla para saber que eso la lastimó.
-No debería- me comenzó a doler la mejilla- ella misma me dijo que no volviera.
-¿Aun después de que vino hasta aquí para decirte que recordó que te quería le has hecho esto?, eres un cobarde- alzó el puño para volver a golpearme.
-Espera- dije confundido- ¿Cómo que ha recordado?- lace la revista a la mesa.
-¿acaso no te lo dijo?- ciño la frente- termino su tratamiento.
-¿Funcionó?- me senté de nuevo, estaba en blanco.
-No te lo dijo.
-Es mejor que esté contigo, Aún no recuerdo dónde lo ganamos.
Me mintió.
-Estaba feliz de venir a verte ¿Por qué te diría eso?- tomo la otra silla enfrente de mi y se sentó
-Luisa...- recordé, Laila nos había visto.
-Y después preguntas por qué te golpeó- me mostró su mano en un puño.
-No la engañe.
-No la llamaste, ni escribiste, yo sí creería eso- puso su bolso sobre la mesa.
-Ella quería tiempo, estaba decidida a recuperar la memoria, sabía que la estaba asfixiando- respondí.
Busco en su bolso y saco una caja, la misma caja en donde yo le había regalado la estrella en su cumpleaños.
-Ella te extrañaba tanto,- me entrego la caja
Al abrirla me encontré con sobres y sobres.
«Tanto que te escribió cada día- en esa caja a la vista se podía notar que habían más de cien cartas.
Mi corazón de partió al mismo tiempo que abría la primera.
-Tyler...- alce la vista- ella con memoria o sin ella te quiere, siempre lo ha hecho, me matara cuando se entere que te di las cartas así que por una vez en su vida no seas un idiota y regresa- Aly había dicho algo con lógica.
Cerré la caja y me levanté del asiento.
Necesitaba saber la verdad completa, necesitaba volver a oírlo de sus labios.
-Grasse!- grite llamando a mi secretaria.
La graduación era al día siguiente, había cancelado mis boleto por qué me había dado por vencido, no iba a ir.
El problema era eso, la mayoría de los vuelos estaban sobrevendidos, logramos conseguir uno a las once de la mañana del día siguiente en tercera clase, era una locura ni siquiera llevaba equipaje, me fui con lo que llevaba puesto y con Aly por supuesto. La ceremonia comenzaba a las cuatro.
Cuando me senté en ese asiento de avión sentí un alivio, aún cuando abordamos al último. Abrí la caja para seguir leyendo lo que Laila me había escrito.

Mil Estrellas hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora