Sin importar qué tan temprano se quitara las cobijas de encima y se levantara de la cama para comenzar con su día, para Lu Han las mañanas casi siempre terminaban siendo una carrera contra el reloj y, en ocasiones, un caos. Con sólo diecinueve años, el chico tenía que ocuparse de un montón de cosas.
No sólo debía alistarse para ir a la universidad, sino que también debía preparar el desayuno, dejar limpia la cocina, asegurarse de que no se le olvidara guardar sus tareas para no morir a manos de sus profesores, despertar a su pequeño Xu Bao y ayudarlo a cambiarse de ropa... Y eso era sólo por mencionar algunos ejemplos.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo es que ya son las siete y media?! ¡¿A dónde se va el tiempo?! —Exclamó el castaño de 178 centímetros de alto mientras corría por el pasillo.
Sólo disminuyó la velocidad cuando pasó junto a un mueble algo viejo que tenía muchas fotografías encima. Levantó una con mucho cuidado y la miró con un cariño inmenso, permitiendo que una sonrisa se formara en sus labios, sintiendo a la vez un nudo en su garganta.
—Buenos días —saludó a la preciosa mujer de piel pálida y ondulado cabello largo de color café oscuro que aparecía en la fotografía, como si ella en realidad estuviera ahí y pudiera escucharlo—. Te extrañamos mucho. En serio, no tienes ni idea de cómo te necesitamos aquí.
Dejó un beso encima de la fotografía antes de devolverla a su lugar y, como si aquella acción lo ayudara a tranquilizarse, caminó hacia el dormitorio de su hijo.
Las tarifas en la guardería habían aumentado en los últimos meses y aún no había encontrado a una niñera que fuera lo suficientemente confiable de acuerdo a su criterio, así que el menor lo acompañaba todo el día. Sabía que no era lo ideal, pero tampoco podía dejar solo al pequeño de cuatro años. Al menos éste se portaba bien la mayor parte del tiempo.
—Xu Bao —entró al dormitorio del niño—, ya es hora de levantarse.
—No.
—Sí —Lu Han se acercó a la cama y lo destapó—. ¡Vamos, dormilón! ¡Fuera pijama!
Mientras seguía su rutina, Lu Han no podía evitar sonreír al ver a Xu Bao. Ese pequeño era todo para él, sin duda.
El pelinegro soltó un bostezo y, una vez que su padre terminó de vestirlo, se abrazó al mismo, riendo con suavidad.
—Ya estás listo, bebé —le dijo Lu Han.
—¿Me cargas? —Preguntó.
—Claro que sí —le besó la mejilla y lo sostuvo entre sus brazos antes de levantarse—. Vamos a la cocina. ¡A que no adivinas qué preparé para desayunar!
—¡Dime! —Pidió al instante.
—Te daré una pista —concedió—. Es algo que te gusta mucho.
—¡Helado!
—No —respondió entre risas—, es demasiado temprano para comer helado.
A pesar de que el desayuno no había sido lo que Xu Bao esperaba, se encontraba de buen humor. Después de todo, los panqueques con miel y las frutas con yogurt también le gustaban mucho. Dejó el plato vacío, cosa que sabía que le daría mucho gusto a su padre, y que probablemente sería como para merecerse una felicitación.
Lu Han salió de su apartamento junto con el menor exactamente a las ocho, teniendo sólo media hora para llegar a su primera clase. La carrera de Relaciones Internacionales le había enseñado que llegar tarde, así fuera sólo un par de minutos, podía traer graves problemas.
Pensando en eso, que la parada de autobuses quedara tan cerca del edificio en el cual vivía en verdad era una gran ventaja, una que le servía todos los días. Aunque el mundo no podía ser perfecto, claro... Apenas subió al autobús y deslizó una tarjeta por encima de un lector para pagar un par de pasajes, las miradas de dos simpáticas jovencitas se dirigieron hacia él. Imaginando qué vendría, decidió caminar hacia los asientos que se encontraban en la parte de atrás del vehículo.
—Cielos, qué apuesto es... —Susurró una de aquellas chicas, mordiéndose un poco el labio inferior sin poder evitarlo.
—Sí que tienes razón, pero... ¿Ya viste? —Preguntó la que estaba sentada a su lado, también usando un tono de voz realmente bajo—. No viene solo.
—Parece que tiene un hermanito. Eso es adorable.
—Hmm... Se parecen, pero... yo creo que es su hijo.
—¿Eh? ¿Lo dices en serio?
—Sí, algo me dice que no son hermanos.
Las dudas de aquella jovencita desaparecieron por completo cuando alcanzó a escuchar al pequeño Xu Bao hablando con Lu Han y llamándolo "Papá".
—Oh... No te equivocaste —la chica que se había emocionado primero hizo una breve pausa tras haber oído también al pequeño de cabello negro que acompañaba al atractivo chico—. Pero es increíble, se ve tan joven... —Suspiró a la vez que se hundía contra el asiento, sin poder hacer nada para ocultar su decepción—. Qué lástima.
Siguieron con la mirada a Lu Han y al niño que iba con él, aunque hicieron un esfuerzo por ser discretas.
Lu Han, que ya estaba acostumbrado a las miradas curiosas y a los murmullos de otros, no hizo más que hacer como que no había escuchado nada.
Continuará.
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De los creadores de obras como "La escritora sinvergüenza" y "Por favor publica los capítulos que faltan de los fanfics que ya tienes publicados en vez de empezar a publicar un fanfic nuevo"...
OK, no.
Los capítulos de este fanfic son cortos, la historia avanza rápidamente y todo se me ocurrió en dos días. (?)
Decidí compartir el primer capítulo y ver qué pasa.
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De nosotros [HUNHAN]
Hayran KurguLu Han es criticado todos los días, pero a él no le importa nada más que el bienestar de su pequeño y querido hijo Xu Bao. ¿Qué pasará cuando Oh Se Hun aparezca en su vida? ⚠ PROHIBIDO COPIAR O ADAPTAR ESTA HISTORIA.