5. Todos Hablan de lo Mismo

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–¿Y cómo me ves tú a mí?
–Como un misterio

–Ése es el cumplido más raro que me han hecho nunca.
–No es un cumplido. Es una amenaza.
–¿Y eso?
–Los misterios hay que resolverlos, averiguar qué esconden.

Carlos Ruiz Zafón, La Sombra del Viento


–Buenos días, cariño. –Digo despertando a Roberto que, seguramente, se quedara la noche anterior viendo películas hasta tarde.

–¿Cariño? ¿Qué te pasa? –Pregunta mi novio frotándose los ojos.

–Quiero que me hagas el amor.

–¿Ahora? Karma, acabo de levantarme. –Dice incorporándose.

–¿Y qué mejor manera de empezar el día? –Suelto poniéndome a horcajadas sobre él y besando su cuello despacio. Él al principio lo recibe, pero después, me aparta.

–Ahora no me apetece. Además, ¿tú no estabas enfadada?

–Eso era una tontería... Ahora quiero disfrutar de mi novio y de su pene.

Él se me queda mirando y se empieza a reír. Se levanta de la cama, me da un beso en los labios rápido y escueto y se mete en el baño. Ruedo los ojos y me tiro en la cama.

¿No se supone que los hombres nunca dicen que no a tener sexo?

Voy a la cocina y, como siempre, desayuno un Colacao calentito a pesar de que sean las 12, pero, ¿cómo voy a vivir yo sin mi dosis de chocolate diaria? Roberto llega, abre la nevera y bebe a morro del brick de zumo que se encuentra en ella.

Otra vez, ¿cuántas veces le he dicho que no lo haga?

La voz de Emma rebota en mi cabeza 'Estás con él por costumbre'. Mimimimi. Pues no, lista. Evidentemente no te puede gustar todo de una persona y Roberto tiene ciertas manías que no me gustan, ¿y qué? Nadie es perfecto, yo estoy cerca de serlo, pero el resto de los mortales...

–He quedado con éstos. –Dice sentándose mientras le pega un mordisco a un cacho de pan que no está tostado ni nada.

–¿Hoy? Pero... El domingo es nuestro día para estar juntos, ¿por qué has quedado con ellos?

–Karma, te veo todos los días aunque sea un rato, a ellos no los veo nunca.

–¿Y ayer entonces con quién estuviste? –Pregunto cruzándome de brazos y levantando una ceja.

–Con los del trabajo.

Asiento mirándolo fijamente intentando morderme la lengua para decirle todo lo que pienso y pensando en lo que me gusta de él, en la razón por la que seguimos juntos. Bueno, Roberto es... Inteligente, divertido, siempre tiene algo de lo que hablar y además es muy trabajador. Me echo hacia atrás en la silla de la cocina y lamo mis labios para eliminar los restos de mi Colacao, pensando si la razón por la que últimamente vayan tan mal las cosas, sea yo.

–¿Tú me quieres? ¿Quieres estar conmigo? –Pregunto mirándolo directamente, sin dar ningún rodeo.

–¿Y esa tontería a que viene, Karma? Claro que te quiero y claro que quiero estar contigo, sino, ¿por qué iba a estarlo?

–Acabas de rechazar tener sexo. Tú. –Bromeo levantándome de la silla y sentándome en su regazo más tranquila con lo que acaba de decirme. Miro sus profundos ojos azules y acaricio su mejilla dando un beso suave en sus finos labios. –Te quiero, Roberto.

Que No Te Pille El KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora