El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta
Pablo Neruda
Hay días en los que levantarte de la cama te cuesta más. Hoy es uno de esos días.
Por suerte, Roberto ya se ha ido a trabajar y no tengo que hablar con él. No es que vaya a romper la relación por el detalle que tuvo el otro día, pero mentiría si dijera que no me molestó en absoluto.
Arrastrando los pies, llego a la cocina donde me bebo una taza de Colacao bien calentita porque, al parecer, hoy el frío ha decidido instalarse en Barcelona acompañado de su amiga, lluvia. La cabeza negra de Ramón, mi gato, empieza a acariciar mi pierna haciendo que una pequeña sonrisa se dibuje en mi rostro. Roberto al principio no quería tener animales, pero tras ser la persona más pesada del mundo, me dejó tener a Ramón.
Entre bostezos y cansancio adquirido, me visto con lo primero que pillo en el armario y me aseo lo mejor que puedo.
–Vamos, Karma, que cualquiera diría que tienes 90 años... Anímate. –Me digo en el espejo con el pintalabios rojo en la mano. Perfilo mis labios y tras colorearlos del color de las cerezas, asiento. Cojo la chaqueta, el bolso y las llaves de mi coche.
Como siempre, soy la primera en llegar aunque, por primera vez, Emma Capdevila, la hermana de Bruno, llega a su hora. Es increíble lo cambiada que está. Normalmente entra llorando porque sus perros se han peleado o porque no le han dejado adoptar otro, pero hoy, incluso se ha maquillado y no lleva esos jerséis horribles que te regala tu abuela por Navidad.
–Pero bueno Emma, ¿a quién pretendes conquistar? –La pregunto con una sonrisa pícara. Ella clava sus azules ojos en mí, tan serios como siempre. Puede que haya cambiado su ropa, pero no su actitud
–No pretendo conquistar a ningún ser humano. Escojo con qué vestirme según mi estado de ánimo y tras verte, volvería a mi jersey negro y aburrido, igual que tu vida.
–Vamos, Em... ¿Te gusta Gabriel? No te habías arreglado hasta su llegada, lo que parece significar algo. –Al decir el nombre del chico, sus mejillas se sonrojan. Ella estira su cuello y se cruza de brazos.
–No, no me gusta. –Contesta intentando parecer segura de sí misma, pero veo cómo arruga la nariz.
–Lo que tú digas. –Digo echándome atrás en mi silla. Cojo los papeles sobre el encargo que tenemos para leerlos cuando ella, dudosa, los baja mirándome directamente con sus ojos azules.
–En el caso de que me gustara... ¿Crees que tendría oportunidades con él?
–Podría intentar sacarle información, aunque eso se le da mejor a Vilma. He de admitir que yo soy buena, pero ella es la reina.
–Pero ya sabes como es Vil... Siempre se va de la lengua... –Se sienta con su habitual cara de pena quitándose al fin, su máscara de bordería. Me rasco la barbilla y me enconjo de hombros.
–Vale. Lo intentaré, pero no te prometo nada.
–Y de paso pregúntale si tiene alergia a los perros. O si le gustan. No podría estar con alguien que no pudiera convivir con mis pequeñines...
–Ya estás pidiendo demasiado, ¿eh? –Bromeo levantando una ceja. Ella pone cara de pena. –Que era broma... Ya te diré.
Vilma entra y se nos queda mirando. Frunce el ceño, seguramente intentando sacar por nuestras cara de lo que estábamos hablando. Se relame los labios, se coloca las gafas y se sienta en su habitual lugar.
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Que No Te Pille El Karma
ChickLit[COMPLETA] Karma pensaba que su vida estaba resulta: trabajo estable, pareja estable, una gran cantidad de amigos... Pero todo eso, no es sinónimo de felicidad. Por eso, cuando llega Gabriel y descubre lo que despierta en su interior, se da cuenta...